SONIA SCHOTT,
Un reciente informe de Naciones Unidas (ONU) sobre “Liderazgo y participación política de las mujeres” sostiene que al 1 de enero de 2024, solo 27 países están dirigidos por una mujer; un aumento modesto en comparación con los 18 países de hace una década.
“Los datos indican que las mujeres están subrepresentadas en todos los niveles de la toma de decisiones ejecutivas, y lograr la paridad de género en política, sigue siendo un objetivo lejano” según la ONU.
En América Latina, pareciera haber una dinámica diferente.
La reciente elección de Claudia Sheinbaum en México, como la primera mujer presidente, suma a la lista de otras siete que la precedieron en la región: Violeta de Chamorro de Nicaragua (1990-1997); Mireya Moscoso de Panamá (1999-2004); Michelle Bachelet de Chile (2006- 2010) y (2014- 2018); Cristina Kirchner en Argentina (2007-2015) ; Laura Chinchilla, de Costa Rica (2010- 2014 ); Dilma Rousseff, de Brasil (2011-2016 – / 2015- 2016) y Xiomara Castro, presidenta de Honduras, desde 2022.
En Estados Unidos, el tener una mujer presidente es todavía una asignatura pendiente.
Tal vez por esto no fue una sorpresa cuando el expresidente Barack Obama hizo un llamamiento a sus votantes señalando que no había visto «el mismo entusiasmo y participación» en las comunidades «que vimos cuando yo estaba en campaña».
En un reciente discurso en Pittsburgh, Obama apeló al voto masculino afroamericano animándolos a que dejaran de lado cualquier duda sobre si elegir o no a una mujer como presidenta.
La inquietud de Obama surge porque al parecer el candidato republicano, Donald Trump, estaría ganando apoyo entre los votantes masculinos afroamericanos.
“Los votantes negros difieren según la edad en su apoyo a Kamala Harris. Mientras que el 86% de los votantes negros de 50 años o más la respaldan, una proporción menor de votantes negros de 18 a 49 años (68%) dice lo mismo”, según muestra una encuesta de El New York Times/Sienna College.
Puede que la tendencia está ligada a otros factores, porque el Pew Research Center, en agosto de 2004, encontró que el 73% de los electores de este grupo se inclinaría por ella.
Sin embargo, dentro de este segmento preocupa que ella pudiera estar demasiado inclinada al ala más izquierdista de su partido.
Esto habla de que Harris todavía tiene camino por recorrer para convencer a los escépticos de que es ahora el momento para que el país tenga a su primera mujer de color como presidenta.
Mientras la lucha entre Donald Trump y Kamala Harris está muy reñida, la actual vicepresidenta está clara en que el camino para la victoria está en los estados del llamado muro azul: Michigan, Pensilvania y Wisconsin.
A tres semanas de las elecciones, los indecisos todavía están barajando sus posibilidades sobre por quién votar.
La razón principal es que, si bien la gran mayoría, ya sean republicanos o demócratas, tienen opiniones firmes sobre Trump, ya sea a favor o en contra, Harris todavía es vista como una persona relativamente desconocida y en las últimas entrevistas parece esquivar preguntas difíciles, respondiendo con otra pregunta o dando una visión general.
En su favor, esto es normal entre políticos que se cuidan de una respuesta que haga titulares por las razones equivocadas. Sin embargo, ella está aspirando a la Casa Blanca y los votantes quieren saber que piensa y como lo hará.
Trump, por el contrario, utiliza afirmaciones atrevidas sobre sus planes si gana en noviembre. Como su promesa de finalizar la guerra en Ucrania en las 24 horas siguientes a asumir el cargo.
Sus críticos califican sus declaraciones como falsas o exageradas, pero a sus partidarios no parece importarles.
La gran preocupación a nivel nacional es que una votación tan reñida podría provocar un caos general, si surgen disputas legales sobre quién ganó las elecciones.
El ganador no es el candidato con el mayor número de votos populares, según el sistema del Colegio Electoral, que es un proceso y no un lugar y consiste en 538 electores en base a su representación en el Congreso. A cada estado se le asignan 2 electores pues cada estado tiene 2 senadores, más un número de votos igual al número de sus miembros en la Cámara de Representantes. El número de distritos del Congreso asignados a cada estado se basa en su población.
Ya sea, Harris o Trump, deberán obtener la mayoría de los votos del Colegio Electoral (270 o más) para ganar la presidencia.