Atrincherado con al menos cinco anillos de seguridad y una vigilia sindical para evitar el ingreso de “infiltrados”, el expresidente socialista de Bolivia, Evo Morales, lanzará su candidatura para las elecciones de 2025 desde el recóndito poblado de Lauca Ñ, ubicado a 300 kilómetros al occidente de Santa Cruz de la Sierra, en el trópico de Cochabamba.
El Movimiento al Socialismo (MAS) lo reelegirá como jefe de la organización y ungirá como el abanderado para los venideros comicios. Morales optó por tierra conocida para volver formalmente al ruedo político en el país.
¿Por qué? Según el vicepresidente del MAS, Gerardo García, su comitiva maneja “informes que desde el Gobierno, incluso desde la DEA (la agencia antidroga de Estados Unidos), hay infiltrados que están caminando disfrazados de petroleros, de trabajadores, de mendigos, para poder recabar información”. Desde el Ejecutivo lo desmienten. El viceministro de Coordinación, Gustavo Torrico, afirma que “al no encontrar adversario en la oposición, optó por atacar al gobierno”.
La evidente fractura del MAS
El lanzamiento de la candidatura presidencial de Evo Morales está en la agenda del congreso ordinario del MAS, que se celebra entre este 3 y 5 de octubre, pero no todas las organizaciones que apoyan al partido estarán presentes debido a las fracturas generadas por las pugnas entre quienes son fieles al presidente Luis Arce, los “arcistas”, y los seguidores de Evo Morales, los “evistas”.
De acuerdo con El Deber, las organizaciones sociales “matrices” del MAS como la Confederación
Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y la Central Obrera Boliviana (COB) acusan exclusión. No son las únicas. El medio boliviano revela que al menos otras 50 agrupaciones ligadas al MAS declinaron participar.
Las bajas en la actividad para la candidatura de Morales explicarían la búsqueda de apoyo en el trópico boliviano. Allí, el MAS obtuvo 97 % de votos en las elecciones generales de 2020, donde Arce fue elegido presidente. Sin embargo, refugiarse en uno de sus bastiones no eximirá a Morales de cumplir con la ley, considerando que la vocal del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Nancy Gutiérrez, informó que el Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democrático (SIFDE) viajó hasta Cochabamba para supervisar el congreso del MAS.
Adicionalmente está pendiente un recurso en la Sala Constitucional de Santa Cruz, interpuesto por la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa” para impedir este congreso socialista. Mientras tanto, Morales promete en redes sociales derrotar con “dignidad y consciencia” a quienes pretendan “sabotear” su cónclave.
Frenesí por el poder
La aspiración de Evo Morales es la evidencia de su afán por convertir a Bolivia en un edén “pachamánico socialista” y de la atomización interna de un partido gobernante que depende del espaldarazo de las “organizaciones sociales”.
La relación con el “hermano Lucho” queda cada vez más en el pasado. El vínculo con Luis Arce ha implosionado luego del actual mandatario haber sepultado la matriz de opinión de su falta de autonomía que lo volvería manipulable. Morales se equivocó. Le falló el cálculo político. Arce mutó hasta convertirse en una molestia que –para el exmandatario– minó la amistad y la confianza, apoderándose del discurso indigenista que aprendió a su lado.
Ahora, la lucha es fratricida entre ambos. Se llaman mutuamente “traidor”, “narcotraficante” y “corrupto”. Sin embargo, Evo Morales busca de nuevo el poder, sumando el apoyo del expresidente ecuatoriano, Rafael Correa, con quien coincidió hace una semana en la IX Cumbre del Grupo de Puebla.
¿Una receta para sobrevivir?
Quizás el exmandatario exiliado en Bélgica le recomendó pelear por las siglas del MAS como lo hizo él por las de Revolución Ciudadana. Ahora Rafael Correa tiene puestas sus esperanzas en la complicada segunda vuelta que le toca disputar a su candidata Luisa González el 15 de octubre.
¿Seguirá Evo Morales los pasos de Rafael Correa? Parece inviable cuando arrastra el escándalo por pedofilia conocido en 2020 que llegó hasta la Fiscalía al trascender imágenes intimas y conversaciones sexuales con la joven Noemí Meneses Chávez cuando tenía 14 años, entre otros escándalos de carácter político que arrastra de sus gestiones pasadas y diplomáticos como interferir en asuntos de otros países como se le ha acusado en Perú.
Con estos antecedentes, el éxito del encuentro en el trópico boliviano no está asegurado porque el ala “renovadora” no está asistiendo al evento, y el baño de masas planificado por Morales puede terminar en naufragio.