Desde la llegada al poder de Xi Jinping y de su regreso al maoísmo, la dictadura cubana ha estado cortejando a China. Primero fue el ofrecimiento, aceptado por los chinos en el 2017, de alquilarles la soberanía territorial cubana, como antes hicieron con los soviéticos (base de submarinos en Cienfuegos y base de escucha electrónica de Lourdes al oeste de La Habana), para que instalaran en las afueras del pueblo de Bejucal, al sur de La Habana, una antena parabólica gigante para interceptar señales SIGINT. La antena sirve para el seguimiento de misiles, para interceptar enlaces satelitales ascendentes y descendentes, para interceptar comunicaciones por radio, hacer seguimiento de objetos por el espacio y, en algunos casos, para interrumpir comunicaciones vía satélite. Poco después, los chinos instalaron, también en territorio cubano próximo a Santiago de Cuba, una estación para el seguimiento y vigilancia de los satélites militares estadounidenses.
Nuevamente la cúpula castrista, temerosa del creciente descontento popular, pone a la isla en riesgo de una represalia militar permitiendo el espionaje chino contra Estados Unidos desde su territorio.
Su función de lacayos, ahora al servicio chino, incluye también el área diplomática. En la reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el año pasado, la representación castrista emitió una “Declaración” respaldando la llamada “Ley de Seguridad de China sobre Hong Kong”, una legislación arbitraria e ilegal que viola los acuerdos con Inglaterra de 1997 y que está enfocada en quitarle la autonomía a Hong Kong. En efecto, la Declaración Castrista no es más que una inmiscución en los asuntos internos de Hong Kong y una acción servilista.
Y ampliando su despliegue sumiso, el régimen de La Habana volvió al Consejo de Derechos Humanos, hace unos días, para servir obsequiosamente a los mandamases chinos. En esta ocasión trató de obstaculizar la creciente ola de denuncias mundiales por el crimen de lesa humanidad que el régimen de Xi Jinping comete contra la minoría uyghur en el noroeste del país. Los uyghures son chinos que practican, históricamente, la religión musulmana. La prensa mundial ha mostrado fotografías y ha presentado testimonios de uyghures relatando la violación masiva de mujeres, el arresto arbitrario de líderes religiosos y el internamiento masivo en campos de concentración que el régimen chino califica de “centros de re-educación” en la típica desfachatez comunista.
Hace solo unos días, el régimen castrista intensificó sus esfuerzos para conseguir, a toda costa, los favores de China, enviándole una carta de reconocimiento (cálida felicitación de Raúl Castro y Díaz-Canel) a Xi Jinping por su “victoria” en el alivio de la pobreza en China.
Lo ridículo y burlesco de esa felicitación es que el pasado 28 de mayo el Premier chino, Li Keqiang, afirmó en conferencia de prensa en Beijing que más de 600 millones de chinos, 41.7% de la población, solamente ganaban 1,000 yuanes al mes ($140) y que ese salario no alcanzaba ni para pagar el alquiler mensual de un apartamento de una sola habitación en una ciudad pequeña del país.
Ante las preguntas de corresponsales extranjeros, Li reconoció que millones de chinos continúan viviendo en la pobreza sin tener siquiera para comer. Dijo, además, que las expectativas de Xi Jinping habían quedado “fuera de su alcance” y que el desempleo seguía golpeando a China. Finalmente, reconoció que el ingreso promedio anual en el país era de 30,000 yuanes ($4,198). Triste papel el que ha asumido la dictadura castrista en su desesperación por permanecer en el poder con un sistema totalmente fracasado.
Pero, sus “esfuerzos” internacionales en busca de ayuda que les resuelva sus muchos problemas los ha llevado a los ayatolas de Irán, un régimen teocrático, radical y represivo, que busca un arma nuclear desesperadamente. Por supuesto que el régimen de La Habana pone esas características político-religiosas de los ayatolas “a un lado” con tal de obtener ayuda. Y ese régimen de extremistas islámicos es el que le hará la crítica Fase 3 de los protocolos para la fabricación de “su vacuna” Soberana-2. Los iraníes han dicho que les fabricarán varios millones de dosis. La “potencia médica mundial” no tiene capacidad ni recursos para hacerlo…
Esos son los aliados del régimen castrista y los servicios que tiene que cumplir para obtener favores de supervivencia. Tal vez sea el final vergonzoso que se merece esa dictadura que tanta sangre, muerte, cárcel, tragedia, miseria y separación familiar ha causado.
Fuente: Diario las Américas