HUGHES,
Vuelve la amnistía, aunque esta vez nos coge más cansados. ¿Qué nombre tiene la ira gastada, la indignación fatigada? Contiene una cierta dulzura, como cuando tenemos un deber pero el sueño nos vence; todo va perdiendo su gravedad…
A la gente le quedaría volver a Ferraz a ser ignorado por los medios y golpeado por los policías. El centro-derecha «judeocristiano» (Ayuso), que sí está en la superficie, ya ha activado el circuito Sol-Cibeles-Colón para que la gente agite al son de un dj la bandera de la UE como náufragos haciendo señales desesperadas (aunque extrañamente festivas) a un avión.
Con la amnistía ocurren tantas cosas que nos perdemos un poco. Una buena interpretación la dio uno de los Vyshinskis del PSOE, Pérez Royo, que la considera (además de constitucional) una forma de devolver a la política la discusión sobre la «integración» de Cataluña en España.
La amnistía es el reseteo para volver a jugar. Como con las tarjetas cuando llegan las semifinales en el Mundial. Después vendrá la integración, o sea, la seudofederalización al gusto de la oligarquía. Lo que ya no puede ser el procés pero ha de continuar el procés, darle algún sentido.
El futuro lo imaginamos, pero el pasado lo conocemos. Sánchez, nos dijeron, no iba a pactar con Puigdemont, tampoco retocaría la Ley; las urnas separatistas no se iban a colocar, el 155 pondría orden, los jueces nos salvarían, los altos tribunales, el Estado de Derecho… pero ¿minuto y resultado? Pedro Sánchez, 15; Estado de Derecho, 0. Con lo que cabe preguntarse qué es eso que llaman Estadoderecho. Si es algo. Estadodederecho es un Séptimo de Caballería cuyo cornetín jurijurídico no llega nunca.
Mientras estas profecías fracasaban, es curioso, el PP iba girando al centro hasta ser el satisfecho partido de Von der Leyen, ya instalado en lo federal.
Hay amnistías que cierran la stasis (guerra civil) y otras que la preparan. Esta amnistía no solo humilla al español (en la medida en que esto aun es posible), es una forma superlativa de corrupción y tiene algo de golpe, no alguien entrando a caballo, más bien una maceración legal. Dalmacio nos ha avisado de la destrucción del derecho. La amnistía pulveriza el Código Penal, la Constitución y hasta el Reglamento del Congreso. Es una gilda de ilegalidad. La apariencia de juridicidad la obtiene el PSOE de las instituciones, como escenarios rituales, y de los medios, que hacen de promulgadores. Pero dentro, lo legal no es nada.
Por eso, y en este contexto, es hasta divertida la reacción contra los señores que estos días han decidido ser mujeres en observancia estricta de la nueva legislación. Lo llaman muy serios (a eso sí) «fraude de ley» y, por supuesto, ya hay jueces actuando.