sábado, septiembre 7, 2024
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Gabriel Boric y Pablo Iglesias pactan expansión de «fuerzas de progreso» izquierdistas

Poco a poco, el presidente izquierdista electo en Chile, Gabriel Boric, desenfunda los planes de su mandato. Uno de ellos será trascender e ir “más allá de las fronteras” para importar sus ideas anti neoliberales. De este modo, planea construir las denominadas “fuerzas de progreso”. Para ello, Pablo Iglesias, el exvicepresidente segundo del gobierno español y líder de Podemos, lo respalda.
Coinciden en que es una necesidad porque “la voz de América Latina ha estado disgregada y ausente de los debates mundiales”. Así lo dijo Boric en el programa La Base, que ahora conduce Iglesias a través de la señal de Público TV.

Con un nuevo micrófono a su disposición, Pablo Iglesias deja correr su apoyo al mandatario austral vociferando que “Gabriel Boric ganó y con él la democracia ganó a la ultraderecha”.  Para él, “la sensación de que con su victoria Allende volvía se apoderó de la izquierda en todo el mundo”.

Como anillo al dedo

La idea de Boric llega en la mejor hora para la tolda morada que está ávida de refuerzos. Su estructura endeble en buena parte del país —Canarias, Baleares, Extremadura y Valladolid— es una de sus principales carencias para las elecciones autonómicas y municipales de 2023.
Después del auge en las municipales y autonómicas de 2015 al obtener las alcaldías de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, La Coruña, Santiago y Ferrol, para convertirse en la tercera fuerza en nueve comunidades, los resultados de 2019 representaron un duro retroceso. Aunque el partido entró en seis Gobiernos autonómicos, desapareció de los parlamentos de Castilla-La Mancha y Cantabria. También fue derrotado en la mayoría de municipios. Es más, en 2020 perdió la representación en Galicia y retrocedió de 11 a 6 escaños en el País Vasco.
Aunque parece haber transcurrido una eternidad, solo han pasado ocho años desde la presentación oficial de Podemos el 17 de enero de 2014. Desde aquel momento hasta ahora, «el horizonte de Unidas Podemos es bastante incierto por varios factores: no existen personalismos internos que despunten para competir en un panorama dominado por la imagen; los rostros más conocidos ya están quemados; las expectativas generadas en el electorado no se corresponden a la gestión dentro del Ejecutivo, y las sucesivas encuestas no acompañan desde principios de 2020», apuntó El Independiente. 

Retórica con espacio

Sin embargo, desde su tercer escaparate mediático, Iglesias, quien antes condujo La Tuerka y la Otra vuelta de Tuerka, afirmó que “Chile es hoy la encarnación institucional y constituyente de un pueblo que salió a las calles”.
Aunque reconoce que “Chile está lleno de particularismos, también enseña que es falso eso de que el extremo centro sea la única alternativa a la barbarie ultra” porque “en Chile la izquierda ha sabido hablar de radicalización democrática y lograr una contundente victoria en la que muchos no creían”.
Sentado en Madrid aplaude al Frente Amplio, al Partido Comunista y todas fuerzas que conforman Apruebo Dignidad. En su opinión, estas facciones «no quedaron ensimismados ni presos de sí mismos, sino que supieron interpretar los deseos de su pueblo, que van mucho más allá de lo que representó en el pasado la concertación. Y a partir de ahí supieron convertirse en el instrumento político para el cambio en Chile que deberá acompañar a su Convención Constitucional».

Con hegemonía

Pablo Iglesias también celebra “la hegemonía y la capacidad de llegar a acuerdos de Apruebo Dignidad” para dar forma institucional a la amplia base ideológica y electoral que llevó a Gabriel Boric a la victoria.
Pese a que le recuerda que le tocará “enfrentar una correlación de fuerzas parlamentaria muy difícil” le inyecta su dosis de discordia al advertirle que “tendrá enfrente también a sectores muy poderosos de los poderes económicos y mediáticos que no dudarán en criminalizar un programa que básicamente quiere que exista algo parecido a un estado del bienestar en Chile y que derechos sociales tan básicos como la salud, la educación o la vivienda digna, dejen de ser los privilegios de una minoría”.
Es proyección absoluta. Iglesias resiente aún —seguramente— el estancamiento de la negociación en busca de la gobernabilidad cuando pretendía ingresar a La Moncloa, donde sólo estuvo 14 meses sumido en conflictos y polémicas.
Boric lo escucha. Lo admira —lo dijo antes a BBC— y le precisa que “la historia de la izquierda es de permanente reflexión”. Por eso, está tratando de “estar siempre consciente del mandato de cambio y transformación” que le corresponde. Hasta le confiesa que será necesario atreverse a invitar «más gente a esta gesta».

Son “muchos desafíos”, admite. Argumenta que “Chile es la cuna del neoliberalismo porque se instaló una hegemonía donde era razonable hacer de la salud, educación y pensiones, espacios de negocios”. Un panorama que borrará porque tiene “una tradición comunista”.

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