El director para Venezuela de la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), Geoff Ramsey, advierte que hay escepticismo en la comunidad internacional en torno a la situación de la oposición, sumergida en divisiones que se acentuaron durante el 2020. Para el experto en asuntos internacionales hay dos elementos clave que definirán el futuro de la situación venezolana: la participación de las fuerzas democráticas en próximos procesos electorales y la búsqueda de una transición pactada. «Si vas a esperar negociar hasta que Maduro demuestre alguna buena voluntad vas a estar esperando por siempre. Hay que bajar los costos de una transición«, dice.
Ramsey se encarga de la investigación e incidencia del programa en Washington, DC. Es experto en la crisis política Venezuela y ha viajado regularmente al país desde el 2014. También fue consultor para el Programa de América Latina de Open Society Foundation. Su trabajo incluyó el monitoreo de los trabajos de incidencia de la sociedad civil y la implementación de las reformas de políticas de drogas en Uruguay, donde vivió por dos años.
En una entrevista concedida a El Cooperante, Ramsey recordó que las sanciones sectoriales han tenido un «mayor impacto» para el ciudadano de a pie que para el régimen de Nicolás Maduro. Y es que sobre el asunto de la estrategia para lograr un cambio de gobierno en Venezuela, el director de WOLA lanza una poderosa advertencia: el mensaje de la comunidad internacional a la oposición es que no contará por mucho tiempo con más apoyo mientras persistan las divisiones internas y no haya intenciones de conseguir una solución pactada, palabras que aunque generan ruido en las redes sociales, son las más próximas a un escenario en el que debe imperar el pragmatismo.
Ramsey sugiere a la dirigencia opositora pensar fríamente sobre el tema electoral. Hay que medir «los costos de no participar», a propósito de las elecciones regionales previstas para 2021.
Hay un contexto para Venezuela bastante difícil porque las sanciones de Washington hacia Caracas se multiplicaron durante la gestión de Donald Trump. Una de las más polémicas, criticada por varios sectores de la sociedad venezolana, fue la de la importación de diésel. ¿Por qué la Administración de Biden debería revisar este esquema de sanciones?
En mi opinión, las sanciones al diésel no perjudican al régimen. Ni siquiera están afectando las finanzas porque Maduro no recibe efectivo a cambio de las exportaciones de diésel. Lo que sí podría complicar es el tema logístico para las Fuerzas Armadas, pero al final del día sabemos que las Fuerzas Armadas van a ser la prioridad del régimen. El transporte público, las ambulancias y plantas eléctricas para hospitales van a sufrir antes que las tanquetas de las Fuerzas Armadas por la escasez del diésel. Francamente creo que está iniciativa fue poco estratégica. Por eso hemos visto a varias organizaciones de la sociedad civil diciendo en público que se oponen a esta medida. Incluso en septiembre del año pasado nosotros colaboramos con más de cien organizaciones de la sociedad civil venezolana, para mandar una carta conjunta a la ex administración de Trump pidiendo que revisaran esta medida. Lamentablemente nunca recibimos una respuesta oficial, pero creo que la nueva Administración de Biden está interesada en revisar estás medidas porque sabe muy bien que tiene un costo humanitario bastante alto y no está muy claro cómo beneficia a la estrategia de presión a favor del retorno a la democracia en Venezuela.
Pero un sector de la oposición venezolana alega que las sanciones impiden que el gobierno siga utilizando recursos para beneficiarse y mantener su estructura criminal del poder. ¿Cuáles son las sanciones que deberían revisarse en particular?
Hay que revisar todas las sanciones sectoriales, es decir, todas las sanciones que afectan la economía. Sabemos muy bien por la literatura y al estudiar el impacto de las sanciones que fueron impuestas en 2017 que no lograron sus objetivos porque no ha habido una transición democrática: Maduro sigue en el poder. De hecho algunos analistas dicen que Maduro está más fortalecido hoy que hace tres años y además, la literatura demuestra que las sanciones demuestran que pueden tener efectos contraproducentes; es decir, podrían ayudar a los regímenes autoritarios a atornillarse en el poder. Eso ha sido por ejemplo, el caso de Cuba, que ha sido blanco de un embargo total de parte de Estados Unidos por más de 60 años sin lograr una transición. Lo hemos visto también en Corea del Norte, Irán, Siria y otros países más .
Es decir, la literatura demuestra que para ser eficaces, las sanciones tienen que ser más calculadas y más vinculadas a objetivos claramente obtenibles. La estrategia de la administración Trump fracasó porque ellos en vez de evaluar el impacto de las sanciones bajo un análisis realista de lo que podrían lograr, más bien optaron por una estrategia de máxima presión pensando que el régimen caería y eso no pasó. Hay que evaluar bien qué sanciones realmente han impactado en el entorno de Maduro.
La verdad es que yo diría que las sanciones sectoriales, especialmente las que limitan la importación del combustible, han tenido un impacto mayor para el público venezolano que para el régimen. Es decir, yo no veo a funcionarios del gobierno de Maduro teniendo problemas en términos de acceso a gasolina y diésel, más bien es la población en general la que está sufriendo la escasez y además creo que esto ha sido reconocido por varios actores de la misma oposición venezolana. El representante de Guaidó ante las Naciones Unidas, Miguel Pizarro se ha expresado claramente en contra de las sanciones que afectan a la población.
Donald Trump se embarcó en la apuesta por el cese de la usurpación de Nicolás Maduro, de la presión de la fuerza interna, del quiebre militar. ¿La palabra negociación se asoma como un objetivo de Biden?
La negociación no es el objetivo sino una herramienta de la Administración Biden. Para la Administración Trump y para gran parte de la oposición que ha tenido impacto aquí en Washington, la negociación se ha convertido en una mala palabra, pero yo creo que en esta administración hay un reconocimiento de que la salida ideal es una transición pactada.
Hay que buscar hablar o con Maduro o con varios actores en su entorno para ver qué tipos de incentivos les puedes dar, para apoyar el retorno a la democracia pacífica. Eso no implica abandonar la estrategia de presión, y no veo a Biden levantando todas las sanciones y diciendo que ahora que va a normalizar las relaciones con Caracas. Más bien lo que creo que vamos a ver es una estrategia más balanceada con un enfoque claro de utilizar zanahorias. Zanahorias y garrotes también, así que a mi juicio esa es la estrategia más eficaz. Creo que la administración Trump lo que hizo fue enfocarse mucho en la presión sin buscar cualquier oportunidad de negociación con actores claves del gobierno venezolano.
Digamos mucho garrote y poca zanahoria
Exacto. Sí.
Recientemente Jorge Rodríguez ha llamado a los actores políticos a un diálogo nacional, incluso hizo algún llamado a Estados Unidos en una entrevista que concedió a la agencia AP. ¿Cómo evalúa esa propuesta?
Lo veo como muy poco probable porque los asesores de Biden han dicho que no tienen mucho que decirle a Maduro directamente y que de hecho le corresponde a Maduro negociar con la propia oposición Venezolana, no con Washington. Creo que las últimas declaraciones de la Unión Europea demuestran cierto escepticismo del liderazgo actual o más que nada de la estrategia del liderazgo actual de la oposición. No es casualidad que la Unión Europea haya dicho explícitamente que los actores de la oposición tienen que lograr más unidad con respecto a la posibilidad de un proceso de negociación. Eso es un mensaje clave y creo que no fue muy bien visto por parte de Guaidó y varios miembros de su equipo, pero la verdad es que vemos un consenso más amplio en la comunidad internacional a que hay que ser un poco más pragmáticos y realistas sobre lo que se puede lograr en estos momentos y el consenso de volver a buscar una salida pactada.
¿Hay un ánimo de la comunidad internacional en rectificar lo que se ha hecho hasta ahora?
Sí, sin duda. Yo no veo a Washington y a Bruselas buscando la normalización de las relaciones con Maduro, más bien lo que van a decir es que Maduro debe negociar con la oposición, pero todo el mundo sabe que la oposición en este momento no está en condiciones de negociar. Vemos factores como Henry Ramos Allup diciendo que hay que evaluar la oportunidad de ir a elecciones regionales; tenemos a Leopoldo y a Guaidó más bien en el camino de seguir con la presión y evaluar todas las opciones; tenemos a Capriles y otros actores, hablando de la posibilidad de acuerdos parciales. Los actores internacionales están muy conscientes de las divisiones actuales dentro de la oposición en este momento y eso no les genera mucha confianza. Es un peligro para la propia oposición en este momento.
Usted ha viajado a Venezuela constantemente desde el año 2014, en ese año se produjeron episodios de protestas para intentar desplazar a Maduro del poder. ¿Cómo evalúa a la oposición de este momento en comparación a la de 2014? Porque parece que está en un ritornello…
Estamos en otro mundo en comparación a la primera vez que visité Venezuela en el 2014. En esa época había una oposición muchísimo más fuerte, organizada, una coalición que permitió el éxito más grande que ha tenido la oposición en los últimos veinte años, como fue ganar los dos tercios de la AN en diciembre de 2015. Ahora veo a la oposición y pienso que están a miles de kilómetros de esa época. No hay ni parece haber los índices mínimos de que están logrando organizar una coalición amplia como fue la MUD, ni parece haber índices de que tienen una estrategia clara y única en este momento. Más bien lo que parecen es estar esperando lo que diga Washington. Pero, para no ser pesimista, lo único que me da esperanza es que el poder de la sociedad civil ha aumentado. Creo que estamos viendo una sociedad civil que tradicionalmente fue atomizada, pero ahora está empoderada.
Hay varios sectores de la oposición que aseguran que el gobierno no tiene ningún incentivo para conducir el proceso hacia una transición porque su objetivo es permanecer en el poder por siempre. ¿Qué interés podría tener el chávismo gobernante en una transición pactada?
Hasta ahora no hay ningún indicio de que a Maduro o a su entorno le interesen una transición pactada, pero creo que es un error apelar a la buena voluntad de Maduro. Si vas a esperar negociar hasta que Maduro demuestre alguna buena voluntad vas a estar esperando por siempre, porque la verdad es que así no funciona el mundo real, lo que hay que hacer es ir construyendo esos incentivos, porque ni Maduro ni su entorno tienen una intención clara de dejar el poder, pero eso no significa que no se puedan construir esos incentivos. Hay que elevar el costo de mantenerse en el poder de Maduro y su entorno y eso ha sido el enfoque de la Administración previa y varios actores, pero hay que bajar los costos de una transición.
También fue un error tratar a todos los militares de Venezuela como unos criminales, porque si bien hay corrupción y participación en tráfico ilícito en muchos rincones de las Fuerzas Armadas, la mayoría de los militares no son narcotraficantes. La oposición construyó una estrategia basados en que podían convencer a los militares de apoyar a una transición pero nunca hemos visto pruebas de que nunca intentaron convencerlos, sino que más bien los trataron en público y en privado como unos criminales y yo creo que estamos viendo los resultados de esa estrategia porque los militares se han quedado bastante quietos y explícitamente se han quedado del lado del gobierno.
A propósito de la mención a Ramos Allup. ¿Cómo valora el hecho de acudir a algún proceso electoral siempre y cuando haya garantías? Por ejemplo, devolución de tarjetas de partidos y habilitaciones a candidatos.
Yo creo que se necesita evaluar la posibilidad de participar en las elecciones, pero siempre entendiendo de que es muy probable de que no lograrán las condiciones perfectas porque si las condiciones fueran ideales Venezuela sería una democracia y no lo es. El desafío para la oposición es identificar cuáles son las condiciones mínimas que pueden aceptar y que es lo que ganan al no participar. Hasta ahora, la decisión de no participar en las elecciones del 6 de diciembre, es entendible. Pero al mismo tiempo creo que fue una subestimación de los costos el no participar. Estamos viendo las consecuencias de esos costos hoy en día. Así que para cualquier proceso electoral en el futuro yo creo que debemos recordar los costos de no participar y medirlos muy fríamente con los costos que podrían surgir de participar.
El canciller de República Dominicana dijo que Maduro es el interlocutor y que para negociar se necesitan dos partes…
La cita representa una muestra clara del escepticismo actual que tiene la comunidad internacional hacia el liderazgo actual de oposición, yo creo que eso lo que hace es mandar un mensaje muy claro a Guaidó y a los demás de que si siguen con ese camino, divisiones y sin una estrategia clara y sin buscar una solución pactada no van a poder contar con el apoyo internacional mucho tiempo más.