WASHINGTON- Empantanado o con niveles ínfimos de aprobación en las encuestas, cuestionado por su edad, sacudido por el incidente de los globos espías de China, Joe Biden intentará en su discurso sobre el estado de la Unión quitarse la extensa lista de desaciertos que ha cosechado en sus dos primeros años de mandato.
Para el presidente demócrata de 80 años, que hasta ahora no ha formalizado su candidatura para las elecciones de 2024, este discurso de política general ante el Congreso le permitirá esbozar cuáles serán sus temas de campaña, cuando su agenda de promesas permanece casi inamovible.
Biden, el mandatario de mayor edad en la historia de Estados Unidos, deberá convencer a sus compatriotas de que aún necesita cuatro años más para completar proyectos a un costo económico, político y social sin precedentes en la historia del país. La factura final será para los contribuyentes.
El inquilino de la Casa Blanca prometió relanzar la maquinaria industrial estadounidense en beneficio de la clase media; sanar a un país atormentado; y asegurar la autoridad de Estados Unidos frente a regímenes cada vez más inmorales y acérrimos, con China a la cabeza. Nada de esto ha cumplido y algunas de sus intenciones han sido catastróficas para Estados Unidos como la salida de Afganistán, una economía en recesión con la peor inflación en cinco décadas; sin el famoso acuerdo con Irán que prometió, con una guerra en Ucrania – motivada por Washington- que le ha costado ya a los contribuyentes estadounidenses casi 120.000 millones de dólares, entre otros fracasos.
Biden cosecha decepciones: según una encuesta del diario de izquierda The Washington Post y del canal, de igual tendencia, ABC, el 62% de los estadounidenses cree que «no ha hecho mucho» o «casi nada» desde que asumió en enero de 2021.
Los problemas se le suman a Biden
La agenda de Biden, marcada por premisas de la extrema izquierda, han empeorado la falta de carisma, escasez de oratoria y su visible incapacidad física y mental para desempeñar el puesto que ocupa. Casi de forma irónica el jefe de la Casa Blanca sólo apela a su trayectoria, cuando en realidad su trayectoria es opaca y con escasos elementos para destacar.
A pesar de que Biden tiene muy poco a su favor, los antitrumpistas y anticonservadores volverían a votar por él, aunque en ello se defina el futuro y el rumbo inmediato de la nación, bajo total incertidumbre ahora y con una brújula descompuesta.
Las encuestas de opinión muestran que ni las grandes apuestas de Biden no impresionan al electorado, mucho menos con una economía en declive y políticas desacertadas, con un demostrado exceso de abuso de poder. También le persiguen y le salpican el escándalo de su hijo Hunter Biden y las decenas de documentos secretos y ultrasecretos hallados o «revelados» en sus residencias y oficinas privadas de la época cuando era vicepresidente en el gobierno de Barack Obama. Un vicepresidente no tiene autoridad legal para guardar ningún documento confidencial y mucho menos desclasificarlo, a diferencia de los presidentes.
Sin embargo, los asesores de Biden no se dan por vencidos y prevén una serie de viajes para «mostrar cómo el programa del presidente «crea» empleos y es beneficioso, cuando ha disparado el costo de vida para los estadounidenses a niveles no vistos en varias décadas (9,1% de inflación en junio de 2022), sin entrar en detalles en el caos durante dos años de la frontera sur del país, ni en su cadena de récords negativos en indicadores económicos.
La apuesta de sus asesores es que, dado que Biden no despierta fervor y mucho menos resultados, se puede apelar al sentido anticonservador de los votantes.
De hecho, el principal asesor económico de Biden renunció a su cargo en la Casa Blanca a medio mandato, tal vez con el ánimo de no ser parte hasta el final de la incongruente gestión del mandatario y sus nefastos resultados.
Tantas o más divisiones que antes
Frente a los republicanos, Biden debió mostrarse como un presidente pragmático, abierto al diálogo político. Pero no ha sido así. Se ha mostrado desafiante y arrogante, incluso ahora que los republicanos controlan la Cámara de Representantes. Ya, finalmente, cuando no ha tenido otra alternativa estonces acude a la negociación como en el caso sobre la deuda de EEUU con el líder de la Cámara Baja Kevin McCarthy.
Según la encuesta del Post y ABC, el 62% de los estadounidenses estaría «decepcionado» o «infeliz» si Biden fuera reelegido en 2024.
Una de las estrategias que han hundido la gestión de Biden es la prioridad a temas internacionales, sin relevancia directa para los estadounidenses. Lo mismo que hizo en 2022.
El año pasado, Biden se dirigió al Congreso unos días después de la invasión de Ucrania, prometiendo a los estadounidenses que «todo estaría bien». Sin embargo, no hay nadie bien ni en la guerra de Ucrania, ni en las sanciones de Washington contra Rusia cuando Europa vive una de sus peores encerronas económicas como consecuencia del conflicto bélico.
Se espera ahora lo que Biden dirá sobre China, luego de permitir que globos espías se posaran y se trasladaran sobre bases militares con misiles nucleares en Montana y sobre otros muchos puestos de mando del ejército estadounidense.
Los republicanos lo acusan directamente de falta de firmeza en el caso del espionaje de China en sentido general y de actuar con demasiada pasividad y mano blanda contra los enemigos jurados de EEUU.
Nikki Haley, exembajadora de la ONU durante el gobierno de Trump tuiteó: «Biden dejó que China nos pisoteara. Es hora de que Estados Unidos vuelva a ser fuerte».