Genaro Mosquera,
A esta altura del tiempo, un hecho incontrovertible es que las elecciones presidenciales demostraron el inobjetable triunfo de la oposición al régimen, expresión integral de un cambio político deseado por una mayoría casi total de la sociedad venezolana. El régimen fraudulentamente intenta cambiar los resultados utilizando a las instituciones públicas secuestradas, apoyadas en ellas, desconoce los resultados, patea la mesa, saca sus paramilitares a la calle y a sus sabuesos, riegan de cadáveres las calles del país, detienen a miles de venezolanos especialmente, jóvenes, llenan los campos de concentración, y despliegan medidas de control, eliminan pasaportes, restringen la libertad pública e intentan convertir a un país en una cárcel de súbditos y, el que proteste, lo someterá la represión incluyendo a familiares y amigos. El control comunicacional se despliega y la propaganda no tiene límites, incluso desprecia a la comunidad internacional, pelea con viejos camaradas, los expulsa, reprime y comienza a reinar la dictadura franca y abierta.
Diseccionando todas estas acciones e, interpretando geopolíticamente este entorno entramos de ella con argumentos conceptuales muy claros, se ha dado un Golpe de Estado. El régimen se sustenta entonces en un golpe de estado para preservar el poder y gobernar a la cabeza de un estado mayor donde el extremo superior visible manda más que la cabeza, y recibe instrucciones directas de la Habana donde se formó como viejo militante comunista. Hemos caído en las garras del comunismo internacional, del progre y del Foro de Sao Pablo, incluso parcialmente de jerarcas de la iglesia. Comenzamos otra etapa de control a cargo de los países del Este, apropiándose de la soberanía de Venezuela que como país ya no existe sino como, provincia cubana bajo la directriz rusa y china.
Ese golpe de Estado ha sido incruento, sangriento y se ha erigido con personal armado, con el asesinato de ciudadanos opuestos al régimen, es un golpe con matices teatrales, bufos, sustentado en un macabro fraude electoral El último de los escenarios nos devuelve a los clásicos tiempos de las repúblicas gobernadas por dictadores que antes eran militares y. hoy. los mismos han mutado como militares- políticos, empresarios y titiriteros de un payaso bailarín e ignorante manipulable y que, con expresión gritona expresa hasta el cansancio que todo es culpa del imperialismo y del ciberataque.
El régimen Ignora deliberadamente a los organismos internacionales que incluso están parcialmente contaminados, sin embargo, se han pronunciado, tal es el caso de los informes del Panel de Expertos de la ONU y del Centro Carter, invitados internacionales del CNE que resultaron respondones, criticones y han confirmado entre muchas organizaciones la falta de transparencia en los resultados anunciados donde la veracidad de las actas publicadas, demuestran un triunfo indiscutible,
El régimen recurre a sus magistrados judiciales para que certifiquen la elección regalado por los magistrados disfrazados con togas en una expresión de grotesca verdad montada en un supuesto estado de derecho para validar el invento del CNE de cambiar los resultados e intentar dar apariencia de legitimidad la cual es expresada a viva voz por un coro al cual se van incorporando viejos caimacanes de la política llamados alacranes, que se van sumando cuidadosa y oportunamente a un nuevo esquema ilícito, pero que los mantiene en el poder corrompido de tal manera que es garantía de preservar sus intereses y corruptelas.
En Venezuela, se está lejos de un Estado de derecho, lo que hay es una dictadura desarrollada sobre un golpe de Estado y que desde hace tiempo decidió no dejar arrebatarse el poder, amenazando con un baño de sangre, aunque el voto popular así lo decidiera. Un régimen que nació bajo una concepción de una tal revolución bolivariana y que juega a elecciones mientras puedan ganarlas fraudulentamente con apariencia democrática mientras puedan hacerlo con alevosía y ventaja.
El respeto de la voluntad popular se inscribe dentro de la defensa de los derechos humanos fundamentales más allá de doctrinas que violan la autodeterminación de los pueblos. ¿Cómo hacer valer la voluntad soberana de los venezolanos?, volvemos al principio, enfrentar a un dictador que tiene el poder armado y los recursos del narcotráfico, de la corrupción y la delincuencia internacional y los lineamientos chino-rusos-iranies y operación cubana, en primera instancia, con la protesta sostenida a consta de lo que sea, porque la libertad se conquista y tiene costos sociales justificados si se logra el objetivo de echar a la dictadura, Incluso estimulando la contradicción en el comportamiento militar.
Estas acciones populares y democráticas si no tienen éxito se profundizará la debacle y el costo civil será mayor conducente a un enfrentamiento sistemático y fragmentario. ¿Se podrá de esta manera desplazar al régimen?, difícilmente, a menos que se eche mano a la desestabilización a la cual el venezolano común no esta acostumbrado, pero no le quedará otro camino a menos que, tome la vía más expedita de acostumbrarse a ser mandado, humillado, sin educación, salud e ingresos, y se concrete y complemente la migración pavorosa de los doce millones de adultos que aún están en el país los cuales se irán en proporciones inimaginables cercanas a los tres millones de almas, despoblando al país, debilitando su participación ciudadana y, deformando la estructura demográfica del nuestro y de otros países que sentirán el hierro de una invasión marginal que cambiará sus políticas internas y, en consecuencia deberán poner en una balanza involucrase en la solución del problema, aplicar el derecho internacional, contribuir con la intervención soportada en la carta democrática, y en otras acciones de ayuda a contingentes de lucha local, o simplemente, sentir y agravar sus problemas sociales y de inmigración ilegal tan de moda en los argumentos debatidos en los países democráticos.
El escenario tiene demasiados decorados, el dictador es presa del pánico, y de su implícita desesperación, apela a caminos obscuros para tratar de impedir su inevitable final, subestima el peso específico de la rebelión popular que nos consagra la Constitución, huye hacia adelante intentando la consolidación del descomunal fraude electoral para perpetuarse de facto en el golpe de estado.
El venezolano ha pasado del desengaño a la indignación frente a los poderes cuya autonomía y separación no existen y no da crédito a la falsa institucionalidad, de tal forma que la transición tiene la obligación de desmontar todos los poderes públicos. Para tal fin, hay que darle el empujón final, y hacer nuevas elecciones, claro, no como la sugieren los camaradas vecinos de repetir las presidenciales que no tienen vuelta atrás, sino desmontar el golpe y apresurar la elección de alcaldes, gobernadores e integrantes a la Asamblea Nacional, lo cual contribuirá a lograr uno de los objetivos prioritarios del gobierno de transición de emprender el camino a la libertad plena.