La corrupción, la inseguridad y la frágil situación económica son tres de los grandes temas que deberá enfrentar de acá a 2024 el nuevo presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei. Médico de profesión, el político de 63 años llegó al poder en su cuarta candidatura, tras derrotar en la segunda vuelta a la ex primera dama Sandra Torres. Deja el mando, lastrado por la impopularidad y el desencanto de la ciudadanía, el comediante Jimmy Morales, que asumió en 2016 con la promesa de luchar contra la corrupción, impulsado por su imagen de outsider de la política.
En agosto de 2019, Morales contaba con el 16 por ciento de aprobación, según un sondeo de ProDatos. Nueve de los quince millones de habitantes del país vive en la pobreza, lo que ha impulsado una oleada migratoria y ha alimentado a las pandillas que, con la violencia como modo de vida, han impuesto su ritmo a las autoridades políticas. El mismo Giammattei denunció el lunes 13 de enero que los delincuentes han discutido la posibilidad de asesinarl, según audios captados por la fiscalía.
Pero no serán los únicos asuntos con los que deberá bregar el nuevo mandatario, líder del centroderechista partido Vamos. «El presidente Giammattei tiene como principal desafío la reconstrucción de las relaciones entre los actores políticos tras años de polarización. El proceso de lucha contra la corrupción derivado de la intensificación del trabajo de CICIG a partir de 2015 fue motivo de tensiones que la sociedad guatemalteca no ha manejado apropiadamente”, dice a DW Pablo Hurtado, secretario ejecutivo de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES), entidad vinculada con la fundación alemana Konrad Adenauer.
La CICIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala) fue expulsada del país durante el mandato de Morales, parte de cuya familia estaba siendo investigada por esta entidad creada bajo el alero de Naciones Unidas. Esa decisión fue muy criticada en su momento y ciertos sectores de la oposición exigen que la comisión vuelva a operar. El analista político Renzo Rosal lo ve muy difícil, porque «el presidente Giammattei es un actor claramente contrario a la CICIG”. Hurtado, por su parte, piensa que el desgaste que supondría volver a discutir el tema no se justifica. En cambio, sería mejor analizar reformas al sistema judicial.
«El gobierno debe asumir una agenda contra la corrupción y a favor de la transparencia. Es un tema fundamental para el país que ningún gobierno puede pasar por alto, y nos ayudaría a terminar de olvidarnos de la CICIG”, explica Rosal a DW. Esa agenda anticorrupción y proseguridad está directamente vinculada a uno de los problemas más fuertes que aquejan a Guatemala, y contra el que Giammattei ha prometido lucha directa: el de la criminalidad.
«Desde 2010 hay una tendencia sostenida hacia la baja en las tasas de homicidios. Naturalmente, el presidente tiene el desafío de continuar esta tendencia que Guatemala ha logrado a través del fortalecimiento de la Policía y el Ministerio Público, entre otras instituciones. En esto, debería evitar caer en la tentación en que han caído gobiernos vecinos de utilizar políticas de mano dura contra la delincuencia, cuya ineficacia ha quedado demostrada reiteradamente, pero que continúan siendo populares”, advierte Hurtado.
Rosal recuerda que la única experiencia que ha tenido Giammattei en el sector público fue como director del Sistema Penitenciario, entre fines de 2005 y comienzos de 2007. «Yo pienso que el presidente querrá manifestar muy de inicio acciones concretas en temas de seguridad, donde podría manifestarse una línea dura que puede tener resultados al comienzo, pero que son insostenibles en el tiempo, porque la criminalidad compleja que tiene Guatemala no es un asunto solo de sacar policías a la calle o de militarizar el país”, estima.
Más allá de la pobreza, la violencia y la migración, el mandatario entrante tendrá otra enorme cantidad de asuntos que enfrentar. «La desnutrición, la vulnerabilidad al cambio climático, un Estado desfinanciado cuyos ingresos tributarios apenas superan el 10 por ciento del PIB y una compleja relación con Estados Unidos” son los que menciona Pablo Hurtado. A ellos suma también mejorar la infraestructura, acceso a servicios y fortalecer el sistema educativo.
Rosal, que también es columnista en distintos medios guatemaltecos, ve una piedra en el camino, por si faltaran más: «Guatemala es un país que está atomizado, y ese creo yo que es el gran desafío. Ver cómo gobernar un país lleno de rupturas, con un Congreso que tiene 19 partidos y donde el partido oficialista, Vamos, cuenta con solo 16 diputados”. Se trata de la legislatura más fragmentada de la historia, y da cuenta del estado de la política en Guatemala, y del tamaño del desafío que tiene por delante el presidente Alejandro Giammattei.
Fuente: Dw