¿Puede la guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamás dividir al Partido Demócrata estadounidense? La respuesta parece ser afirmativa. El ataque de los extremistas palestinos logró trastocar el sistema político del país norteamericano debido a que las filas de la colectividad que lidera el presidente Joe Biden se hunden en contradicciones ideológicas.
Como han dejado ver varios gobiernos latinoamericanos de izquierda, con su defensa de la causa palestina que en muchos casos raya en la complicidad con Hamás, en Estados Unidos hay congresistas y grupos ideológicos afectos a los demócratas que coinciden con esta agenda progresista que está dividiendo al partido en facciones pro Israel y pro Palestina, según el Wall Street Journal, asomando, como consecuencia, un quiebre notable.
El artículo del WSJ, titulado La izquierda se está desgarrando por Israel, deja en evidencia las posiciones encontradas entre los demócratas. Los republicanos están más cohesionados en torno al tema y no dudan de su respaldo a Israel. Hay que tomar en cuenta que en Estados Unidos reside la mayor cantidad de judíos fuera de territorio israelí, alrededor de seis millones de personas, de acuerdo con el balance del Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado hebreo. Esto pone a Biden y a su partido en una posición complicada.
Riesgo de perder poderosos donantes
Hay un factor determinante en esta tormenta que el ataque de Hamás contra Israel desató no solo en el Medio Oriente con una guerra que ya casi cumple un mes, sino también en la política estadounidense: si el Partido Demócrata respaldara en pleno a Israel, se pondría de espaldas a los grupos progresistas de la izquierda internacional que apoyan incondicionalmente a Palestina. Pero inclinarse a favor de la causa palestina sería contraproducente en el país con la mayor población judía en el extranjero. Esto no solo se traduciría en una pérdida de votantes sino también de donantes, considerando el poder económico de esta comunidad en EE. UU.
Solo hace falta revisar el historial de donaciones. Por ejemplo, para las elecciones de 2020, cuando Biden resultó electo presidente, el portal Open Secrets precisó quiénes eran los principales donantes políticos judíos en ese ciclo electoral. En primer lugar aparecía Tom Steyer por su donación de 54 millones de dólares al Partido Demócrata. Aunque también donó al Partido Republicano, este aporte fue menor al entregar 35 millones de dólares a los conservadores. El empresario y filántropo llamó abiertamente a votar por Biden y hasta hizo de coanfitrión de una recaudación virtual de fondos a su favor.
Otro donante fue Donald Sussman, quien otorgó 22,3 millones de dólares. Es conocido como uno de los principales patrocinadores de la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016. La lista sigue. Pero cabe preguntarse si en la Casa Blanca sopesan este factor para darle la razón a la agenda izquierdista, más aún cuando se acercan las próximas elecciones presidenciales.
Aumenta la disidencia interna
Volviendo al reporte del WSJ, la palabra que sale a relucir en ambas facciones demócratas a medida que las relaciones se fracturan por el conflicto en el Medio Oriente es “desilusión”. Muchos predicen, según el texto, que el resultado “podría ser una brecha que divida a los demócratas durante una generación con consecuencias políticas incalculables”.
Por lo pronto, simpatizantes de Black Lives Matter y los Socialistas Democráticos de América (Democratic Socialists of America), justifican y celebran los ataques terroristas de Hamás. En paralelo, el representante Josh Gottheimer llamó “despreciables” a 15 demócratas en la Cámara baja que votaron “presente” o “en contra” de una resolución que condenó los ataques del grupo extremista palestino, y que fue aprobada con 412 votos a favor.
Los ánimos se caldean aún más tras la renuncia el pasado 18 de octubre de un alto funcionario del Departamento de Estado, molesto por el enfoque de la Administración. La cereza del pastel la pone Pramila Jayapal, congresista e integrante del “escuadrón”, el ala más izquierdista de la que también forma parte Alexandria Ocasio-Cortez, que incluso emitió una carta justificando su voto “presente” a dicha resolución.
El senador socialista Bernie Sanders aparece en escena para respaldar protestas en contra de Israel, al mismo tiempo que demócratas judíos se quejan ante el líder de la minoría de la Cámara baja, Hakeem Jeffries, por los comentarios hechos por las representantes Ilhan Omar y Rashida Tlaib, otras integrantes del “escuadrón”.
El dilema de Biden frente al voto “progresista”
Otra historia se desarrolla entre jóvenes que, en consecuencia con la ideología progresista, rechazan la defensa de Israel y abogan por la creación de un Estado palestino. “Me siento muy traicionada por Biden”, fueron las palabras de Angela Balya, de 28 años, al The New York Times, cuando asistía a una protesta pro Palestina en Manhattan. “Definitivamente no volveré a votar por él”, sentenció.
Ella es solo una de tantos votantes atraídos por la agenda verde, la ideología de género y un sinfín de promesas enmarcadas en la agenda progresista. Pero el conflicto en el Medio Oriente aleja a los activistas ideologizados que prometen pasarle factura al presidente Joe Biden por mantener la histórica posición institucional estadounidense de respaldo y protección al Estado de Israel.