Sin ambages y de manera contundente Hannan Serroukh asegura que el islamismo es una amenaza real y directa a las libertades individuales, así como al principio de igualdad entre hombres y mujeres, el cual se ha asentado en nuestros sistemas educativos, políticos y de gestión de los servicios públicos, por lo que es imprescindible hacerle frente en una forma responsable.
Serrouk es coordinadora del Área de Investigación y Estudios Islámicos del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), institución que actúa como asesora de fuerzas policiales en Europa acerca del riesgo de amenazas terroristas. Es educadora social con experiencia en la Gestión de Recursos en Servicios de atención a jóvenes en situación de exclusión social; ha participado en programas internacionales con el «Meridian International Center», en colaboración con el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en Ámsterdam o Estocolmo con a Asociación Democrática de Mujeres de Marruecos. Trabajó en el Ayuntamiento de Florencia, Italia, como trabajadora social y en la actualidad colabora de forma activa con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles.
El descontrol por parte de las autoridades
La experta, quien es catalana de origen marroquí, advierte, en primer lugar, que sus críticas no van dirigidas a la profesión de fe, al islam, sino a la corriente política, al islamismo surgido en torno a este como un orden social que pretende imponerse y expandirse, imponiéndose como ideología, como un concepto de modelo de sociedad que apela a un ideal de un estado islámico regido por las leyes islámicas.
Refiere que es necesario reconocer la existencia de una amenaza que es real y que actúa con la ventaja que le brinda el negacionismo en torno a su presencia por parte de los gobiernos. Explica que tal indiferencia a la alerta lanzada en torno a su existencia y expansión supone una ventaja para quienes lo promueven y procuran expandirlo mediante el secuestro y adoctrinamiento de la juventud, entre otras formas.
Según indica Hannan Serrouk, en torno a la religión musulmana se han venido gestando grupos que se aprovechan de esta profesión de fe, la tergiversan y, arropados en la religión, avanzan en otra dirección.
Uno de los elementos aprovechados por estos grupos es el de las oleadas de inmigrantes que surcan los suelos europeos exponiendo, principalmente, a los países del sur de ese continente como son España e Italia, a lo que contribuye el descontrol por parte de las autoridades de esta situación.
Es decir, el fenómeno migratorio que opera por diversas causas ha servido para que estos grupos se cuelen en aras de alcanzar su objetivo expansionista y, aprovechándose de causas verdaderamente justificadas como son las personas que huyen de la guerra, por ejemplo, obtienen el camuflaje perfecto.
Las avalanchas que llegan a Europa y especialmente a la frontera sur, especialmente España, Italia y Grecia, no son inmigrantes, sino grupos humanos que se utilizan como presión para condicionar las políticas de relación de Europa con los países limítrofes y como elemento de presión migratorio para intereses comerciales de los países emisores. Y al mismo tiempo son aprovechados estos flujos como vías de circulación tanto de líderes yihadistas como de líderes intelectuales de movimientos políticos islámicos que se asientan en Europa.
Refiere que en Cataluña (España) el islamismo se ha convertido en un foco que opera como una sociedad paralela, un espacio de refugio en el que se esconde, pues su pretensión -y así lo ha logrado- es mantenerse al margen de las leyes. Su objetivo, entre otros, es no estar sujeto a la Ley de Extranjería.
Desestructurar la sociedad occidental
Hannan Serrouk insiste en distinguir entre inmigrantes y estos grupos, pues sostiene que, en la actualidad, no hay un flujo migratorio si se entiende que un inmigrante tiene un proyecto de vida para mejorar, para evolucionar en una sociedad que brinda unas posibilidades que no se las otorga su lugar de origen. Por el contrario, esos flujos de personas se convierten en presiones humanas que no responden a ningún proyecto migratorio, sino que son instrumentos de estas políticas de países que presionan a Europa, a las democracias occidentales, como mecanismo de desestructuración y para generar fisuras en estas sociedades.
Nuestro verdadero drama en España es que Europa no tiene consciencia de que tiene que blindar las fronteras del sur, España, Italia, Grecia, porque son la entrada a cada uno de estos países, pero también son la entrada al continente, lo cual tiene consecuencias. Tal situación va en detrimento de la gestión y atención de aquellos que son realmente inmigrantes, de quienes realmente son refugiados y de quienes necesitan una atención especializada que no reciben por estar el sistema totalmente saturado. Hay una confusión de la gestión del diagnóstico, lo cual lleva a dar respuestas totalmente erróneas y confusas.
La libertad tiene un marco jurídico
Tajantemente, Hannan Serrouk advierte que la «libertad de circulación es un derecho universal de todos, pero esa libertad se ejerce dentro de un marco jurídico en cumplimiento de las leyes, porque son esas leyes las que protegen y avalan nuestros derechos y nuestras libertades y quienes no las cumplen están al margen». «No podemos permitir que el no cumplimiento de estas leyes sea algo normalizado, aceptado, porque entonces se pierde el orden y el sentido de cualquier modelo social y político que pueda apelar a que haya una gestión coherente», agrega.
Este panorama se agrava con el deterioro de cientos de barrios y municipios en donde estos grupos se han instaurado conformando una sociedad paralela, pues el caos se ha apoderado de estos lugares donde se produce un deterioro urbanístico y la salud social se ve afectada con el asentamiento de estos perfiles que son altamente complejos.
Se debe aplicar la ley
Hannan Serrouk es contundente, por tanto, al pronunciarse por la aplicación de la ley. Alerta que el retorno de estos flujos a sus países no es ningún castigo, sino el cumplimiento de la ley y la forma para luchar contra aquellas mafias que trafican con las personas. «Esta es la forma de frenar esos regímenes que quieren atentar y desestabilizar la democracia occidental y los modelos de vida cultural que conocemos todos”.
Indica que Europa no es la única afectada con este fenómeno, sino que esto también sucede en Estados Unidos, nación que está padeciendo el desorden y el impacto negativo de estas presiones.
«Repito, no son flujos migratorios, todos tenemos conocidos que han inmigrado, que han ido a otros países a desarrollar sus trayectorias profesionales sin ningún problema. Tenemos el paradigma que pone mucha gente de ejemplo con Canadá, pero la gente se olvida que este país tiene unos criterios para acceder a él que hacen que la tipología de inmigración que llega sea altamente cualificada, con capacidad de arraigo, con conocimiento, con una preparación y que tiene un espacio. Nosotros en Europa y especialmente en España no tenemos esos mecanismos a nivel de seguridad y de protección que marquen los criterios para entrar a nuestro país y ejecutar las leyes debidamente”.
Dice que en Francia ya se habla de separatismo islámico, pero en España el Gobierno niega sistemáticamente la existencia de esta sociedad dentro de la sociedad, la cual se rige por los códigos islámicos. «Va a llegar un momento el en que va a suponer no solamente la amenaza en el entorno más vulnerable, sino que va a ser una amenaza a la gestión política a nivel global de decisiones importantes que afectan al conjunto de la sociedad», concluye.