Además de los ocho conocidos, otros tres norteamericanos se encuentran detenidos desde marzo en Venezuela, informó la agencia Associated Press. Las nuevas aprehensiones se materializaron luego que dos presos estadounidenses fueron devueltos a su país. Así, el régimen repite la política de puerta giratoria, solo que esta vez se la aplica a Estados Unidos.
Una de esas detenciones ya había sido revelada sin detalles por Diosdado Cabello el pasado 13 de junio en lo que algunos perciben que podría ser parte de su iniciativa “antiyanqui” con la que gusta sabotear decisiones a Nicolás Maduro.
La situación aún puede ser más preocupante si tomamos como cierto el testimonio del especialista en seguridad y geopolítica John Sweeney quien afirma que la cifra de estadounidenses detenidos podría ser bastante superior a 11. En todo caso, Venezuela es el país del hemisferio con más ciudadanos de ese país en su poder.
No está claro cuál es el modus operandi aplicado para la captura de estadounidenses. Según Sweeney, la mayoría de las detenciones se ha materializado a través de agentes femeninas pagadas por el régimen que seducen a sus víctimas en Colombia, Panamá y otros países cercanos.
Lo seguro, es que a Maduro le interesa que sus rehenes estén vivos, por eso entregó secretamente a un preso norteamericano con una salud muy comprometida. Eso ocurrió hace tres semanas, aseguró una fuente: “lo sacaron por Colombia, eludiendo Maiquetía para evitar que la noticia trascendiera”. Se sabe que no se trata de Matthew Heath el exmilitar preso que el pasado 18 de junio tuvo que ser recluido en el Hospital Militar en un intento de suicido.
La política de rehenes es un tema delicado. Por una parte, los familiares angustiados tienen la certeza de que sus seres queridos son sometidos a crueles maltratos por violadores de derechos humanos, mientras las autoridades tratan de garantizar la vida de las víctimas sin alentar su utilización como armas disuasorias. Intentan trabajar para llevarlos de vuelta, pero sin estimular la consumación de un grave delito llevado a cabo por regímenes hostiles, enemigos de la libertad. Un dilema frecuente para el Estado es sobre lo que se puede informar, mientras las familias lógicamente tienen que presionar y hacerlo sin poner en riesgo la vida de los suyos.
Maduro tiene asesores experimentados en materia de rehenes. Irán, uno de los países visitados en su gira iniciada el pasado 7 de junio, “ha sido un maestro manipulador en el escenario geopolítico utilizando rehenes europeos y estadounidenses como peones durante más de 40 años con lo que ha logrado apalancamiento en pagos financieros e intercambios de prisioneros”, explicaron en un ensayo los académicos australianos John Anderson y Susan Morgan, en investigación publicada por ItemNews.
Maduro pretende sacar el máximo provecho a los aspectos mencionados. Sin que hasta el momento haya tenido que entregar nada significativo a cambio, sin asegurar que se sentará en la mesa de negociación en México, ya logró la suspensión del castigo a Carlos Erik Malpica Flores, sobrino de Cilia, y comienza a celebrar la progresiva suspensión efectiva de las sanciones.
Pero Maduro quiere más y que nadie se sorprenda si lo logra. Maduro aspira volver a abrazar en libertad a su socio Alex Saab, preso en Estados Unidos. Ya en diciembre pasado, Mark Denman hermano de Luke, uno de los rehenes estadounidenses, asomó al Diario la Opinión de México que sería posible un intercambio de Luke y otro detenido, Airan Berry, a cambio de Alex Saab.
Hay antecedentes en este tipo de acciones, como el canje materializado en la administración Trump con el veterano de la Armada Michael White quien regresó con la entrega de un médico iraní-estadounidense. También está el intercambio de prisioneros que significó el retiro de cargos contra siete iraníes por parte de Barack Obama en un caso vinculado al acuerdo nuclear con Teherán.
No solo Maduro presiona por los suyos. Rusia quiere que Estados Unidos le devuelva al narcotraficante Konstantin Yaroshenko y al traficante internacional de armas Viktor Brout, a cambio del marine Trevor Reed sentenciado en Rusia a 9 años de prisión y del empresario ejecutivo Paul Whelan. Ambos acusados de espionaje por el Kremlin.
El prontuario de los requeridos coloca en el tablero pesimista la posibilidad de que Maduro también aspire que le sean devueltos los sobrinos de su esposa, presos por narcotráfico.
No es una decisión que el gobierno Joe Biden pueda tomar sin que eso signifique el encendido de una mecha que incluso en el partido Demócrata pueda llevarlo a explotar.