martes, noviembre 12, 2024
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Intimidación y consignas mientras la isla se vacía

LA HABANA. – En el otoño de 2019, Rainier y Yordanka emprendieron el camino a La Habana cargando tres rústicas maletas de madera, una jaba de café sin tostar y un viejo ventilador chino que acomodaron en una carreta halada por un caballo. Los vientos furiosos de un huracán habían destrozado su rancho con piso de tierra y techo de yaguas, ubicado en un paraje rural limítrofe a la Sierra Maestra, en la provincia de Santiago de Cuba.

El viaje fue toda una aventura. Tuvieron que cruzar ríos crecidos, carreteras destrozadas y evadir a la policía cuando al filo de la medianoche desembarcaron en la terminal habanera de trenes. Con el dinero ahorrado, Rainier compró un bicitaxi y durante doce horas pedaleaba por las estrechas callejuelas de La Habana Vieja. Su esposa montó un negocio de manicure y peluquería.

A los tres años de vivir en la capital, era dueño de media docena de bicitaxis y aprovechando los precios a la baja provocados por la estampida migratoria de más de 700.000 cubanos, se compró un apartamento interior en La Victoria, barriada de Centro Habana. Cuando se instauraron las MIPYMES, junto a un socio abrió un bodegón en un lugar céntrico de la ciudad. “El dinero que ahorré no me lo envió ningún pariente de Miami ni se lo robé al Estado. Fue un patrimonio que reuní trabajando como una bestia”, dice Rainier, molesto por el acoso de inspectores estatales a los negocios privados.

La pasada semana, las autoridades aprobaron una normativa para regular el precio de seis productos que consideran esenciales: leche en polvo, pollo troceado, aceite, salchichas, espaguetis y detergente. “No fue una medida consensuada del gobierno con los emprendedores. Los dueños de MIPYMES que se reunieron con algunos funcionarios ya habían alertado que esa regulación era un disparate, porque los precios en el mercado internacional fluctúan, igual que el costo de los fletes. Un ejemplo: por traerte un contenedor desde la zona del Mariel te cobran entre 300 y 400.000 pesos», explica Rainier.

Arbitrariedades
“Hablaron con dueños de negocios que, por lo general, venden por cantidades y a precios mayoristas. Pero no conversaron con los que tenemos una bodeguita en el barrio y vendemos a precios minoristas. Nosotros no tenemos cientos de miles de dólares ni compramos varios contenedores de comida. La ganancia en cada producto, en el caso de una libra de pollo, es de 40 pesos. En un mes puedo vender quizás 100 cajas de pollo de 15 kilogramos. Eso representa 3.300 libras. Cuando lo multiplicas por 40 pesos, la ganancia es de 132.000 pesos, unos 420 dólares en el mercado informal. Si sumas otros productos como refrescos, cervezas y confituras, en un mes puedo tener una ganancia promedio de 700.000 pesos”, detalla Rainier.

“Pero esa plata no es utilidad bruta. Tengo que pagar 100.000 pesos de electricidad, 150.000 pesos en salarios de siete empleados, 120.000 en arrendamiento del local, transporte y otros gastos mensuales. En ‘mordidas’ (sobornos) a funcionarios e inspectores corruptos se me van 80.000 pesos al mes. Y en impuestos, que son varios, más asistencia social casi 200.000 pesos. Al final, limpio, te quedan, 90.000 o 100.000 pesos. Que suena como si fuera una gran cantidad de dinero, pero son menos de 400 dólares al cambio en la calle. Debido a la inflación, ese dinero te da para comer y comprarles alguna ropa a mi esposa y mi hijo. Poco más. No somos ricos. El gobierno nos quiere tirar al pueblo encima. Si acepto vender a precios topados tendría pérdidas”, concluye Rainier.

Daniel, dueño de un mercado de alimentos y artículos de aseo en el sur de La Habana, coincide en que la cruzada del régimen contra el sector privado afecta «principalmente a los dueños de negocios pequeños con poco dinero que suelen revender productos que compran a los verdaderos tiburones que importan varios contenedores y están enchufados con jerarcas del gobierno o son sus parientes. Los que venden pollo y aceite por contenedores mantienen el mismo precio. El que tiene un chiringuito en el barrio es el que se jode. Si nos dejamos meter el pie por el gobierno, nos morimos de hambre”.

‘La unanimidad’
En las recientes reuniones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), donde los diputados votan siempre unánimemente, el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, al intervenir el lunes 15 de julio describió el sombrío panorama de la economía cubana. “Tenemos insuficientes ingresos en divisas, créditos externos y baja recuperación de la producción nacional. Hay limitaciones con el combustible y la energía; elevada y persistente inflación y alto endeudamiento externo”, reconoció Alonso Vázquez.

Según el ministro, al cierre de 2023 la economía se contrajo en un 1,9 y en el primer semestre de este año “se mantiene el complejo escenario, marcado por un alto déficit fiscal y emisiones monetarias por encima de lo recomendable”. Las cosechas agrícolas han caído entre un 30 y 60 por ciento. Las frutas y vegetales están cada vez más caros. Una libra de limón ronda los 400 pesos. Una ristra de cebolla cuesta 4.000 pesos, el salario mensual de un profesional. Muchos niños en Cuba nunca han comido un bistec de res o probado una naranja. Comprar un alimento básico como el pan es una odisea para los cubanos de a pie.

La pobreza extrema en la Isla roza el 90%, acaba de revelar un estudio del Observatorio Cubano de Derechos Humanos. En el último año, siete de cada diez cubanos dejaron de desayunar, almorzar o cenar debido a la falta de dinero o la escasez de alimentos. La desaprobación de la gestión económica y social alcanza una cifra récord del 91% de la población. Desde 2019 no ha habido un rubro económico o social que haya crecido en el país.

Llueven quejas
La gente se queja en voz alta en cualquier esquina, en las colas o en los viejos taxis colectivos, pero las autoridades no escuchan. Al contrario. Intimidan a la población y repiten una narrativa anacrónica cargada de consignas, manipulaciones y falsas promesas.

Saúl, desempleado, señala que últimamente, cuando Díaz-Canel habla, lo hace en un tono «cada vez más amenazante y con más desprecio hacia el pueblo. Ni una autocrítica por parte de él ni del resto de mandamases, quienes nunca piden disculpas por todos los disparates que han cometido y siguen cometiendo. Nos tienen pasando mil necesidades. Ahora quieren obligar a que la gente trabaje por un salario miserable y topar el precio de algunos alimentos”.

Rolando, estudiante universitario, considera que “los dirigentes tratan a la ciudadanía con modales de matones. No proponen, no dialogan, solo imponen sus criterios. Cuando hablan parece que ladran. Ponen el piloto automático y repiten discursos trillados. Nadie cree en ellos. Gobiernan abusando de su poder”.

La soberbia del régimen y el manicomio ideológico que sufren los cubanos ha provocado una estampida histórica. El economista y demógrafo Juan Carlos Albizu-Campos, dijo a la agencia EFE que la población actual de Cuba sería de 8 millones 620 mil habitantes, pues cayó un 18% entre 2022 y 2023. Posteriormente un estudio de la ONU calculó que en 2100 la población cubana podría ser inferior a los seis millones de habitantes. De esa cifra, 2,5 millones serían personas mayores de 60 años.

En ese hipotético escenario los cubanos estaríamos en proceso de extinción. Sería el mayor logro del castrismo.

Fuente: Diario Las Américas

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