Brasil atraviesa horas tensas en el escenario político y social. No solo Luiz Inácio Lula da Silva decretó la intervención del Distrito Federal y anunció investigaciones contra quienes hicieron la convocatoria este 8 de enero. Ahora los dardos apuntan nuevamente al expresidente conservador Jair Bolsonaro, ya que el nuevo gobierno izquierdista lo responsabiliza por las manifestaciones que se salieron de control en las sedes del Congreso, el Palacio del Planalto (sede de Gobierno) y el Supremo Tribunal de Federal (STF).
La izquierda brasileña decidió replicar el pedido hecho apenas Lula da Silva fue juramentado el 1 de enero: la cárcel pasa Bolsonaro. Pero debido a que el expresidente se encuentra en Estados Unidos desde el 30 de diciembre, la nueva exigencia es que sea extraditado. El senador Renan Calheiros, por el partido Movimiento Democrático Brasileño, es quien lidera esta solicitud.
Su excusa es que Bolsonaro debe «responder por todos los delitos que cometió». A su juicio, por sus acciones durante la pandemia del COVID-19, y por acciones como “pedir el cierre del STF”, dijo en entrevista al medio UOL. Además, a este nuevo episodio de persecución también se suman legisladores demócratas de Estados Unidos. El objetivo de ambos grupos parece ser el mismo: terminar con el liderazgo del expresidente brasileño poniéndolo en manos de la justicia dominada por el oficialista Partido de los Trabajadores (PT).
Presión de demócratas en EEUU
Una de las primeras en fijar posición fue la congresista de extrema izquierda Alexandria Ocasio-Cortez. Recordando el ataque al Capitolio de EE. UU. en enero de 2021 y usando imágenes de las recientes manifestaciones, instó a que se «debe dejar de otorgar refugio a Bolsonaro en Florida».
Ilhan Omar, otra congresista integrante de la misma facción, transmitió su «solidaridad con Lula» y escribió que Bolsonaro «no debería recibir refugio en Florida». Declaraciones similares vinieron de otros legisladores como Joaquín Castro (Texas) y Mark Takano (California).
Lo que ocurrió con las sedes de gobierno en Brasil convenientemente ahora le sirve a la izquierda brasileña y a los demócratas en EE. UU. para reivindicar la figura del nuevo presidente socialista y que este extienda su poder, ya que tras el episodio, el magistrado Alexandre de Moraes apartó de su cargo al gobernador del Distrito Federal de Brasilia, Ibaneis Rocha, y ordenó desocupar por la fuerza edificios públicos donde hayan seguidores del expresidente Bolsonaro.
Sin embargo, tanta insistencia de los demócratas podría ser infructífera. El consejero de Seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan, declaró a la prensa que no hay «contacto directo» de la Administración Biden con Bolsonaro y que el gobierno de Lula da Silva tampoco ha pedido el regreso del expresidente. La posición de la Casa Blanca es que «están a la espera de cualquier solicitud de ayuda». Pero no hay mayores novedades desde el Palacio del Planalto.
Bolsonaro hospitalizado
Mientras todo esto ocurre, el exmandatario habría ingresado a un hospital de Orlando, Florida, por un dolor abdominal, reportó O Globo. La información también fue difundida por la agencia AFP al citar a su esposa, Michelle Bolsonaro. Aún así, desde el AdventHealth Celebration Hospital niegan la información. De ser cierto, esta se suma a otras emergencias que ha padecido a partir de la puñalada en 2018 con un arma blanca durante un acto de campaña en Minas Gerais, al sureste de Brasil.
Horas antes, el expresidente se pronunció sobre el asalto a los poderes en Brasil por parte de manifestantes que rechazan la elección de Lula. Y con sus palabras mantuvo la misma posición desde que iniciaron las protestas frente a los cuarteles militares luego de que el fundador del Foro de Sao Paulo ganara las elecciones por un estrecho margen. Recordó que las manifestaciones pacíficas, en forma de ley, «son parte de la democracia». «Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla», escribió en Twitter el exmandatario brasileño. De esta manera continuó su mensaje:
«A lo largo de mi mandato siempre he estado dentro de las cuatro líneas de la Constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad».
«Además, repudio las acusaciones, sin pruebas, que me atribuyó el actual jefe del ejecutivo de Brasil».