sábado, noviembre 23, 2024
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Jabones, pasta, café y hasta condones. Miami se prepara para auxiliar a una Cuba en crisis

Los cubanos en Miami siguen con preocupación las noticias provenientes de la isla que anuncian un recrudecimiento de la crisis económica que vive el país desde hace décadas.
Con la reducción de los subsidios venezolanos, más sanciones del gobierno de EEUU por su apoyo a Nicolás Maduro y una abultada deuda externa, Cuba pasa por una crisis de liquidez que ha obligado a su gobierno a comprar en el mercado internacional el combustible que Venezuela antes daba a precios subsidiados.
El aseo “nos ha estado faltando en el mes de enero. No vamos a tener todavía satisfecha la demanda ni en febrero ni en marzo pero esperamos que con varias medidas que se están adoptando a partir del mes de abril podamos ir estabilizando la producción de aseo por la industria y con ello la oferta a la población”, dijo la ministra de Comercio Interior de Cuba, Betsy Díaz Velázquez, a los medios estatales.
En Miami, la ciudad donde más cubanos residen después de La Habana, la noticia de un nuevo período de escasez se sigue con preocupación.

“Tengo a toda mi familia en Cienfuegos. Hace una semana tuve que enviarles un paquete con café, lentejas, garbanzos y otras cosas porque la situación cada vez está más mala”, dijo Lázaro Alberto Domínguez, un cubano que reside en Hialeah.
Domínguez relata que además de enviar $100 mensuales a su anciana madre en Cuba, tiene que preparar “de vez en cuando” paquetes con alimentos, medicinas y ropa.
“En Cuba no hay nada. Tú puedes tener dinero, pero las cosas no aparecen en las tiendas. El gobierno le echa la culpa de todo al bloqueo [embargo] pero en los hoteles no falta nada”, lamenta. Por cada libra enviada a Cuba, Domínguez paga en agencias de envío $10 y la paquetería se recibe en menos de 15 días.
El hombre, de 34 años, llegó a Estados Unidos a través de la frontera sur de México hace dos años tras pedir asilo político. Según dice ha llegado a mandar “hasta condones” con amigos que viajan a Cuba.
“No pienso regresar a Cuba, yo le descargo [simpatizo con] a Otaola, pero tengo que mandarle cosas a mi familia. No me queda más remedio que ayudarlos”, agrega.
Alex Otaola es un influencer cubano que tiene un programa diario en YouTube visto por más de 10,000 personas y ha encabezado campañas contra las remesas, viajes y envíos a la isla.
Las remesas constituyen la segunda entrada de divisas para la economía cubana. Según The Havana Consulting Group, Cuba recibió en 2018 unos $6,600 millones en forma de remesas en efectivo y mercancías. El 90 por ciento de las remesas fue enviado desde Estados Unidos.
En la maltrecha economía cubana, los ingresos por las remesas solo son superado por las exportaciones de servicios, que promedian en los últimos años cerca de $10,000 millones.
La Administración de Donald Trump ha regulado las remesas a $1,000 por trimestre y sólo se pueden enviar a familiares, en un intento por forzar a Cuba a abandonar a su aliado y benefactor, el gobierno de Nicolás Maduro.
El gobierno cubano ha dicho que debido a las sanciones estadounidenses ha tenido que escoger entre “mantener la alimentación estable” o pagar los productos de aseo. Y es que la economía cubana es altamente dependiente de las importaciones.
Entre los productos que escasean en la isla se encuentra el café, los granos, el combustible, gas, detergente, jabón, pasta dental, medicinas y condones. En los últimos meses también se ha reportado la ausencia de aceite vegetal, el pollo, la carne, la harina de trigo y todos sus derivados, entre otros.

Con un conglomerado de ineficientes empresas estatales, Cuba tiene que gastar más de $1,000 millones en productos alimenticios que pudieran producirse en el país. El gobierno, sin embargo, persiste en privilegiar la ideología sobre el mercado, a pesar de las recomendaciones de sus propios economistas.
Belkis Veitía vive en la Pequeña Habana hace más de 15 años. En Cuba le quedan algunos primos porque ella y sus dos hermanos varones llegaron a las costas del sur de la Florida a bordo de una lancha rápida en 2005. La travesía les costó casi $30,000 y la sufragaron con la venta de todas sus pertenencias en Cuba y los ahorros familiares.
“Yo no me puedo olvidar de la gente de Cuba. Los que hemos vivido esa tragedia sabemos que los que quedaron detrás necesitan nuestra ayuda”, dice.
Veitía ayuda en la Iglesia Católica local para recoger donaciones que luego son enviadas a Cáritas Cuba y otras ONG que trabajan en la isla.
“Mandamos muchos medicamentos, ropa, comida. La situación más difícil la tienen los ancianos. Gracias a la Iglesia Católica muchos de ellos tienen garantizado el almuerzo o la comida. Del gobierno reciben pensiones que apenas superan los $10”, cuenta.
Fuente: El Nuevo Herald

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