En los 17 meses en los que fue consejero de Seguridad Nacional de Donald Trump, John Bolton (Baltimore, 1948) dice que se fijó un objetivo: forzar la caída de Nicolás Maduro con una campaña de presión máxima. En ejercicio del cargo, repitió hasta la saciedad las palabras «todas las opciones están sobre la mesa», en referencia a una intervención militar. Participó, junto a otros altos funcionarios y diplomáticos en Washington, en los planes para apoyar un pronunciamiento militar el 30 de abril de 2019, que, según él, fracasó por la mínima. Maduro sigue hoy en el poder. Tras varios desencuentros con el presidente, Bolton dimitió -o según Trump fue despedido- el 10 de septiembre del año pasado. Ahora ha publicado unas memorias sobre su paso por la Casa Blanca, tituladas «La sala en la que sucedió» (Simon & Schuster) que el Gobierno ha intentado secuestrar, sin éxito. Dedica buena parte de ellas a revelar los entresijos de la política de la Casa Blanca con respecto a Venezuela y el resto de Iberoamérica. Habla con ABC este jueves.
Usted trabajó estrechamente con diplomáticos españoles cuando fue embajador en Naciones Unidas. Conoce España. ¿Por qué cree que el actual Gobierno español no ha tenido un mayor liderazgo para resolver la crisis en Venezuela?
Tanto el Gobierno actual en España como el Gobierno que estuvo en el poder en 2019, desde enero hasta que me fui en septiembre, fue un gobierno de izquierda. Y Maduro, el heredero de Chávez, se presenta a sí mismo como un héroe de la izquierda, aunque de hecho es un autoritario que se impone por la fuerza militar. El Gobierno de izquierda en España fue reacio a asumir un papel más destacado. Y ciertamente trabajamos con ellos muy ampliamente para que asumieran un papel más importante dentro de la UE, precisamente para llevar a la UE a una posición mucho más fuerte. Y en cambio, nos encontramos con que otros gobiernos, como el de Gran Bretaña, que todavía estaba en la UE en ese momento, Italia, Alemania, e incluso Francia, estaban tomando un papel más destacado. Así que creo que la causa fue la ideología del Gobierno español. Me sorprendió y decepcionó, porque para mí hubiera sido de gran ayuda si España hubiera ayudado en el continente americano con algunos de los otros Gobiernos que no eran tan amigos de la oposición venezolana, como el de México. Pero no sucedió así.
Entonces no fueron de ayuda.
Diría que no es que no fueran de ayuda. No quiero dar una impresión errónea de lo que hicieron, pero lo cierto es que no querían tomar la iniciativa para ayudarnos a expulsar a Maduro.
Con el poder diplomático y militar que EE.UU. tiene, con las sanciones, con la implantación de las agencias de inteligencia, ¿cómo es que la presión de este país no ha sido suficiente para culminar la caída de Maduro?
Creo que estuvimos muy cerca el 30 de abril del año pasado. Si algunas cosas hubieran ido de forma diferente en las primeras horas de la mañana, Guaidó ya no sería presidente interino. Aun así, diría que hay dos factores principales. Uno, los ingresos del tráfico ilegal de drogas con ayuda de las guerrillas de las FARC y el ELN. Hemos sometido al régimen a mucha presión, pero no hemos tenido tanto éxito como quisiéramos en la lucha contra el narcotráfico en Colombia, México y otros lugares. Luego está la enorme ayuda financiera que el régimen obtiene de Rusia y China, además de la presencia de las tropas y la inteligencia de Cuba. Esto es importante, porque los cubanos penetraron el ejército venezolano y aunque nosotros y la oposición pensamos que las tropas de base y los militares acabarían apoyando a la oposición, al final no pudieron romper filas con sus generales. La lucha continúa y EE.UU. y otros tienen que aplicar más presión.
¿Qué efecto cree que tuvo la visita de Juan Guaidó a Washington en febrero?
Fue buena para Juan Guaidó y para la oposición. Creo que quedó claro en la recepción que recibió de los miembros de la Cámara y el Senado, que fue bipartidista. Todos lo aplaudieron, tanto republicanos como demócratas. Usted lo sabe por su trabajo sobre la Casa Blanca, la política en EE.UU. es muy partidista. Esta fue una excepción. Y, por lo tanto, creo y espero que le haya otorgado mayor legitimidad a Juan Guaidó para seguir ayudando al pueblo en Venezuela en estos tiempos tan difíciles, y para continuar tratando de derrocar a Maduro.