martes, noviembre 19, 2024
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Justicia entre ladrones

«A lo que Sancho respondió: Según lo que aquí he visto, es tan buena la justicia, que es necesaria que se use aun entre los mesmos ladrones».

Los amables lectores ya lo habrán deducido. El Sancho, que pronunció la anterior frase, no es otro que el celebérrimo escudero.

Me viene a la memoria, con motivo del alboroto que se ha armado, a causa de uno de los áulicos más áulicos, de la RoboLución. Impresentable, el individuo. Mal payaso, peor el circo. Veamos:

“Drácula” como, él, mismo se hace llamar. Afirma sentirse émulo, sosías, poseso o, quizás, presa de algún desdoblamiento de personalidad.

¡Hay que ser demasiado lamebotas! Presentar en unos comics al tal “Superbigotes” como edificador, valeroso, musculoso, alado volador, laborioso, como héroe, en una palabra, cuando el sujeto de carne y hueso, el de la vida real, el oliente y pestilente, se encuentra en las antípodas de esas virtudes.

Se le ha vuelto a pasar la mano al tal “Drácula”. No hay agua, medicinas, comida, gas doméstico. ¡Los apagones campean fueros en esa región centro-occidental de mi amada Patria! Vaya a saber cuántos millones derrochó y se embolsilló, de la Tesorería del estado Carabobo, Venezuela, socapa del video de los “Avengers chavo-maduristas”. Además, no le perdonaremos que ha sido represor feroz de los estudiantes de la Universidad de Carabobo.

En la RoboLución, todo vale para adular. Colocarse, por ejemplo, en decúbito ventral para hacerse perdonar los coqueteos con el Imperio. Lo que al chupasangre tampoco le sirvió para escaparse de la lista de la OFAC, donde está a la diestra de los peores criminales de la Tierra.

Sea como haya sido, la hija de uno de los protagonistas de la comiquita la censuró. La consideró un ultraje al legado de su finado padre. ¿Cuál legado? Si la propia dama sabe y le consta, que el supuesto ultrajado, de quien fue cómplice, se achicharra y se achicharrará, ad eternum, en la Quinta Paila por sus desmanes. Así y todo, la supuesta legataria calificó de “Tontos superhéroes”, a los “Drácula”, “Superbigotes”, “Advengers” y demás monigotes de los referidos dibujos animados.

El cronista hubiese preferido valorarla mejor. No obstante, en la censura de la susodicha señora no percibimos sinceros anhelos éticos. Si hubiese duda de esto último, a ver, díganos, señora: ¿De dónde obtuvo su inmensa fortuna?

Fraccionalismo impuro y duro es lo que mueve ahora a la señorona. Rivalidad a causa de sentirse relegada. Ninguneada. Mientras sus camaradas roban a manos llenas, echada a un lado. Obligada, según ella, a vender “¡Avon llama a tu puerta!” para subsistir. O a posar, por egolatría, como celadora de la moral y el decoro RoboLucionario.

Siglos antes que Sancho Panza, Marco Tulio Cicerón, De Officis, II, 40, nos advertía, en igual sentido: “Su importancia es tan grande, que ni siquiera los que viven de la maldad y el crimen pueden prescindir de algún pequeño elemento de justicia (…) Si un ladrón toma algo por la fuerza o por fraude a otro miembro de la banda -todo o parte del botín- peligra su posición en la pandilla de ladrones y hasta su propio pellejo”.

Y, por hoy, damos por concluida la anterior reseña. Que no será la última, porque mañana, seguro, que estalla un nuevo escándalo.

FuenteL Diario las Américas

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