sábado, septiembre 7, 2024
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Kamala Harris: política de cuota, bajos índices de popularidad y una desastrosa gestión como vicepresidenta

«[Kamala Harris] será la primera mujer negra y de ascendencia asiática en aspirar a la presidencia de EEUU», manifestó desde su cuenta de X (antes Twitter) la magistrada Victoria Rosell, concluyendo su comentario con ‘emojis’ de aplausos de una mano negra. Y, lo buscara o no, la exdelegada del Gobierno contra la violencia de género sector Podemos resumió todos los méritos de la que, tras la intrigante nota de Joe Biden de anoche (sin comparecencia inmediata) y pese a las declaraciones de seguir adelante con la campaña de esa misma mañana, parece quedar como la elegida para enfrentarse con Donald Trump.

Hace no mucho calificar de «cargo de cuota» a una mujer o una «persona racializada» era la versión laica del pecado contra el Espíritu Santo, imperdonable, y aún lo es si lo declara alguien ajeno a la tribu. Pero, entre ellos, cada vez es más común presuponer mérito en rasgos inmutables que convierten a ciertos individuos en «minorías» selectas.

Es el caso explícito de Kamala Harris. De hecho, tras obtener una victoria aplastante en las primarias demócratas de Carolina del Sur de 2020, el entonces candidato demócrata Joe Biden anunció que aún estaba estudiando candidatos para acompañarle en el tándem electoral, pero que ya podía anunciar que sería mujer y negra. Nadie denunció la discriminación.

La elección se vio en su momento como algo transcendental, sobre todo porque ya entonces —pese a las ocultaciones posteriores— ya se consideraba improbable que Biden completara su mandato sin morir o ser incapacitado antes de tiempo. Así, en esos días no faltaban comentarios en prensa y redes que saludaban entusiasmados a la «primera presidenta negra de Estados Unidos».

Y, de confirmarse su nombramiento como candidata demócrata en la próxima convención, no tengan la menor duda de que usarán su doble condición minoritaria para acusar a Trump de racista y machista cada vez que critique a Harris.

Sin embargo, va a ser una venta difícil, pese a los «puntos woke» que le vienen de nacimiento. Durante las primarias demócratas que le enfrentaron a su posterior jefe Biden, Harris tuvo que retirarse de la carrera tras haber obtenido sólo un mísero 2% del voto. Eso no impidió que, una vez convertida en vicepresidente, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre (ella misma elegida por doble cuota como negra y lesbiana), declarase a Harris heredera política de Biden, y en un momento se refiriera a ella como «presidenta» cuando se le preguntó sobre su comentario de campaña de 2020 de que sería un candidato «de transición». «Una de las razones por las que eligió a la vicepresidenta, la presidente [sic] Kamala Harris, es porque representa de hecho el futuro del partido», dijo Jean-Pierre en su conferencia de prensa habitual.

Aún hoy, Kamala tiene una puntuación de popularidad aún peor que Biden en su enfrentamiento contra Trump, 46% frente a 48% en la encuesta de RealClear Pollings.

De todos los candidatos a sustituir a Biden en las presidenciales de noviembre, Kamala, a pesar de figurar como la elección obvia, siempre ha figurado entre los primeros en descartar. Como vicepresidenta, Harris ha sido un completo desastre: ha fracasado estrepitosamente como «zar» para la frontera, permitiendo la afluencia de decenas de millones de inmigrantes ilegales que inundaron Estados Unidos. También ha fracasado en la reforma de la justicia penal, la legislación sobre el derecho al voto y la gestión de la pandemia por parte de la administración.

Todo en Kamala es ‘fake’. No es una niña negra crecida en los suburbios, es la hija de un profesor de Economía de Stanford jamaicano y una india de la casta más alta, con importantes contactos en la clase rectora de su país de origen; se conocieron mientras obtenían sus doctorados en la Universidad de Berkeley, en California. La carrera política empezó de la mano del mujeriego y todo poderoso alcalde negro de San Francisco y ex presidente de la Asamblea del estado, Willie Brown, a quien le unieron sentimentalmente los rumores a pesar de que Brown era un hombre casado.

Pero no está todo el pescado vendido. Aunque ya han saltado las declaraciones de respaldo de numerosos personajes de primera línea, incluyendo al heredero Alexander Soros, la presidenta del Comité Nacional Demócrata, Jaime Harrison, prometió un proceso «transparente y ordenado» para elegir al próximo candidato del partido.

«El pueblo estadounidense tiene una enorme deuda de gratitud con el presidente Biden por el progreso incomparable que ha logrado en los últimos cuatro años, y honraremos ese legado y la decisión que ha tomado hoy mediante un firme compromiso de nominar y elegir a un presidente demócrata este noviembre que llevará esa antorcha en los próximos cuatro años», dijo Harrison en un comunicado, y agregó que el proceso seguirá las reglas establecidas para el partido y que los delegados «están preparados para tomar en serio su responsabilidad de entregar rápidamente un candidato al pueblo estadounidense».

Barack Obama, para empezar, no ha dado su respaldo. Todavía el Partido Demócrata nos puede dar un episodio gratuito de Juego de Tronos antes de las presidenciales de noviembre.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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