João Lemos Esteves, abogado con maestría en Derecho Constitucional y cursante de doctorado en la Universidad de Lisboa de la que también es profesor e investigador, además de columnista y experto en temas de geopolítica, analiza en este segundo capítulo la alianza de China con Rusia y el objetivo de destronar a EEUU.
Hoy, es Rusia quien requiere apoyo constante por parte de quien presenta como su socio estratégico en todas las alianzas que se hacen contra Occidente. ¿Cuál es a su juicio el papel que está jugando Rusia? Ya nos dijo [ver en el primer capítulo] que el paso que dio en Ucrania sirve como preludio para que Xi Jinping entre a Taiwán.
«Sin duda ese punto es muy importante. Cabe mencionar la guerra de contra información en la que Rusia es especialista, experta. Información y contra información: esta es una nueva realidad de la guerra que estamos viviendo y vamos a vivir en los próximos tiempos. Yo creo que van a ser años. Vivimos una guerra hibrida y una guerra global. Guerra híbrida significa que no es un asunto solamente bélico, de artillería, operacional en los campos de batalla. No. La guerra hoy es mucho más que eso, pues también la guerra es hecha en los medios de comunicación, en internet, en las redes sociales. Es una guerra psicológica. Por ejemplo, la cuestión de que Putin estaba enfermo muy probablemente era para intentar dar fuerza a los ucranianos y, después, destronarlos, aplastarlos psicológicamente cuando al final vean que Putin no está nada enfermo. Esta guerra híbrida va a afectar todas las dimensiones de nuestra vida, no se limita únicamente a los soldados, a los combatientes profesionales, por así decirlo, sino que es vivida por nosotros, por todos», manifiesta.
«Luego tenemos la guerra global, porque la verdad, la alianza entre China y Rusia existe desde hace mucho tiempo, como lo que hay por ejemplo, en América hispana. En Venezuela, en Cuba y hasta en Brasil, donde hay una elección planteada para octubre y en la cual, claramente, hay una interferencia de Rusia y China en los comicios brasileños. No hay duda de que Putin y Xi Jinping están interfiriendo en el proceso electoral brasileño», subraya.
Lemos Esteves al analizar esta alianza China-Rusia refiere que se trata de una relación de ganancias mutuas. Indica que Rusia tiene el conocimiento histórico, cultural, incluso la tecnología militar, que China no tiene. Por su parte, China tiene capacidad económica y financiera, porque los excedentes de capital de sus negocios por todo el mundo han sido exportados, transferidos a su territorio. “Muchas veces lo que pasa es que China y Rusia se combinan, acuerdan, para conquistar ciertos territorios, bien por vía militar, o bien por vía económica y financiera. Por ejemplo, muchas inversiones de China en África, son aprobadas previamente por el Kremlin, pues Rusia es la potencia que domina el continente africano. En Venezuela ocurre lo mismo, pues Rusia ha atraído capital de China para sus inversiones. La realidad es que la alianza Rusia-China es una verdad. A esto podríamos añadir a Irán, la zona geopolítica de Persia, el Golfo Pérsico, que es muy importante y como un puente para el mundo islámico, entre sunitas y chiitas. Esta troika, esta unión Rusia-China y después con Irán, es una realidad», afirma.
Explica que el objetivo común y básico de la alianza China-Rusia —aunque se miran recíprocamente como adversarios— es destronar a Estados Unidos. El resto de los objetivos comunes se define conforme se avanza.
¿Cómo destronar a EEUU?
João Lemos Esteves dice que para cumplir con el objetivo de destronar a EEUU, China y Rusia han formulado una teoría académica, doctrinaria, que es muy popular en Europa, en África, en América Latina e incluso, en lugares de EEUU (como ciertas universidades), a saber: la teoría de la multipolaridad. De acuerdo a esta teoría, el mundo es más democrático si es multipolar, si los centros de decisión son compartidos por varias zonas del mundo.
Así, tendríamos a Rusia como uno de estos polos, mientras que China es otro polo.
«Cuando decimos Rusia, estamos hablando de la propia Rusia y la parte de Europa que afecta a ese país, su área de influencia que, para algunos, va desde Moscú hasta Lisboa. Así lo cree, por ejemplo, Aleksandr Guélievich Duguin, el hombre más peligroso del mundo, quien sostiene que los intereses de Rusia se extienden hasta Portugal”, asevera. «China sería otro polo de esta nueva realidad multipolar, al que nosotros le decimos Asia. Turquía es otro polo, Irán es otro polo, así como las Naciones Unidas que serían el árbitro entre todos estos polos. La estrategia es dividir a los Estados Unidos», precisa.
“Nosotros podemos leer claramente los artículos, la obra, de los profesores, de los teóricos de China, los teóricos de Rusia, y todos concuerdan en un punto: es preciso quebrar a los Estados Unidos, dividirlo. ¿Cómo? Por la creación del caos, de ahí que se propongan dividir el norte del sur de EE. UU., a las minorías étnicas de ese país, para que la potencia americana se quiebre como otros imperios, porque es preciso mirar que China y Rusia tratan a los Estados Unidos como un imperio y, por tanto, hay que aplicar la misma estrategia que en el pasado se ha aplicado para quebrarlos: la doctrina del caos», añade.
Nuevamente cita a Aleksandr Guélievich Duguin, el ideólogo de Vladimir Putin, cuyo pensamiento es este que se ha descrito: “Usted también ha mencionado con acierto a Boaventura Sosa Santos, un seguidor de Dugin, una de sus voces, quien sostiene la misma doctrina: un mundo multipolar para quebrar a los Estados Unidos y el brazo de este imperio que es la CIA. No hay que olvidar que en China está una universidad que, en realidad, es un centro de inteligencia y de formación de élites del Partido Comunista Chino: la Universidad de Fudan, donde a Aleksandr Dugin tiene un centro para estudiar las relaciones Rusia-China. Ahí hay profesores de toda Europa, occidental y del este, de Irán, de todo el mundo, donde se teoriza y se divulga toda una doctrina destinada a reforzar esta alianza China-Rusia para quebrar los EEUU«.
En razón de esto, João Lemos Esteves se pronuncia por la necesidad imperiosa de que en Estados Unidos se avance de manera unida para enfrentar la alianza China-Rusia-Irán: “Esto no se puede ver con ojos del Partido Demócrata o del Partido Republicano, porque esto es una cuestión de seguridad de la nación norteamericana. Hay que mantener la fuerza de la seguridad de los EEUU como la conocemos hasta ahora. ¿Por qué? Porque el objetivo común es destronar a los Estados Unidos. Esta visita de Pelosi es muy importante porque muestra al mundo que los EEUU están para defender la libertad y la democracia”.
¿Qué hacer?
Es muy importante lo que ha dicho, pues si nos volvemos a China con el proyecto de Xi Jinping de convertirse en el imperio que va a sustituir a los Estados Unidos, observamos que esa teoría es una vuelta a lo que se conoce como la Tianxia: ‘Bajo el cielo’. La creencia de que, entre el cielo y la tierra, está China, una nación grande que se expande no solamente a través de infraestructura sino también de la ideología.
Cuando nos vamos hacia Rusia, vemos que también tiene un proyecto expansionista que se mantiene estacionario a raíz de la alianza con China. En América Latina, cuando China entra al escenario, comienza a utilizar el elemento clave que es la corrupción no solamente para financiar campañas electorales, sino también para comprar voluntades de políticos, de congresistas de presidentes, etc., para obtener esos contratos que también extienden y ceden a China la soberanía.
Es el caso de la base de Neuquén en Argentina, los puertos y aeropuertos de muchos países de Centroamérica y de América del Sur muestra que ellos van avanzando y el elemento clave, como ya dijimos es la corrupción. Estados Unidos, tristemente, no ha quedado ajeno a ese escenario. China ha invertido dinero para quebrar voluntades políticas en EEUU para que los dejen expandirse. Esas cercanías que hay, inclusive, tocan al mismo hijo del presidente de los Estados Unidos.
¿Es tan efectivo este mecanismo de compra de voluntades que le permiten a China avanzar en su proyecto y cómo imagina usted que se puede paralizar eso? ¿Cómo se puede eliminar o por lo menos equilibrar esto?
«Ha hecho la pregunta más importante que nosotros debemos formularnos y analizar cuando se trata de cuestionar el papel de la China comunista en nuestras vidas, porque esa es la verdadera cuestión. China no se ha expandido por vía militar, por la guerra, por una influencia directa. Lo ha hecho, no solamente por vía de la diplomacia económica —porque de lo que estamos hablando es diplomacia económica— sino por la vía de una colonización de los procesos políticos internos, domésticos de varios países, incluso, de los Estados Unidos».
Sólo que en EEUU, aun con todos sus problemas, es más fuerte que el resto de los países cuyos sistemas de control son débiles. No vemos eso en África, ni América hispana, ni Europa, la cual tiene un gran problema de interferencia del Partido Comunista Chino en sus estructuras políticas. Por ejemplo, puedo decir por experiencia propia, que en Europa es muy complejo hablar de China -y mira que no he dicho “criticar a China”, sino “hablar de China”- si no se repite la propaganda. Es muy complejo hablar abiertamente de China. Y si se critica a China es casi un crimen. Es impresionante, pero es la realidad».
«¿Cómo hacer para evitar esto? Primero tienen que tener servicios de inteligencia muy fuertes, servicios de inteligencia supervisados para evitar desvíos y fuga de información; hay que tener una prensa libre, verdaderamente libre; y una sociedad civil fuerte. Yo creo que esto es una cuestión que solamente se puede cambiar dentro de una democracia y libertad. Es algo que tiene que ir de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo. Tienen que ser los ciudadanos, la sociedad libre, la prensa que denuncie y responsabilizar a los electos por sus conexiones con China».
João Lemos Esteves subraya que, sin embargo, hay una tendencia al cambio, la cual se visualizó a partir de la Administración de Donald Trump, quien cambió el discurso que insistía en presentar a China como un amigo, «una potencia que sólo quería ayudarnos a alcanzar el desarrollo económico y social, en armonía, en paz. Ese era el consenso”.
Recuerda que el expresidente Bill Clinton abrió los mercados a China y… «se pensaba que, con el crecimiento económico de China, con la formación de una clase media mas próspera y con más dinero, el pueblo destronaría el PCCh, pero lo que pasó fue exactamente lo contrario. El error de Bill Clinton no fue la idea, sino las consecuencias que esto trajo contrarias a las ideas iniciales. Criticamos el tiempo que se ha demorado en reconocer el error, porque lo que ha pasado con el PCCh ha mantenido su estructura hegemónica y opresora, represora, violenta, al mismo tiempo que se beneficiaba de la exportación de los capitales de Occidente para la China. El capitalismo, al contrario de quebrar al PCCh, lo ha ayudado a ser más fuerte, mas terrible, más infernal», sentencia.
«Donald Trump quebró ese concepto respecto a China y ahora el Partido Demócrata y Joe Biden están cambiando su visión del mundo y para ello ha contribuido la gestión de Vladimir Putin y la invasión de Rusia a Ucrania. Estamos por ver nacer un nuevo mundo y, pese a que la China ha influenciado a muchos políticos en el mundo, Estados Unidos —pese a algunos casos— es una sociedad más libre, más fuerte y menos dependiente del Estado, que está dispuesta a enfrentar a China, mientras que Europa no es capaz de eso», afirma.
Destaca la importancia de que, de cara a las elecciones de Estados Unidos en noviembre, China no se convierta en un factor de división de los estadounidenses, no solo entre los políticos, sino en la sociedad entera, porque hoy EEUU tiene que mostrar fuerza dentro de la democracia y la libertad y reconocer que el PCCh es una amenaza.
“Xi Jinping va a explorar las elecciones de EEUU y va a intentar ayudar a los extremistas de la izquierda y a los extremistas de la derecha, porque ambos son aislacionistas. No se quieren mezclar con asuntos internacionales. Sólo quieren proteger su territorio. Para Xi Jinping los extremistas son vitales en el Congreso de los Estados Unidos”, finaliza.