La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó su más reciente actualización de sus previsiones económicas en las que analiza las perspectivas para el futuro inmediato de la economía global. El estudio que mejoró las previsiones de actividad, desde las posiciones más pesimistas que había reflejado en septiembre pasado, ubica a la recesión de la Argentina como la más profunda que espera entre los 46 países que analiza. Según el informe dado a conocer hoy, la economía argentina caerá 12,9%, seguida de cerca por España con el 11,6% y el Reino Unido con el 11,2%.
La OCDE espera que la economía mundial cobre impulso en los próximos dos años y se prevé que el crecimiento real del producto interno bruto (PIB) alcance los niveles prepandemia a finales de 2021.
“Por primera vez desde que comenzó la pandemia, hay ahora esperanza de un futuro más brillante”, dijo el martes la OCDE, citando el progreso con las vacunas contra el coronavirus y la acción sin precedentes de los gobiernos y bancos mundiales para mitigar el impacto económico de la crisis.
“Lo peor se ha evitado, la mayor parte del tejido económico se ha preservado y podría revivir rápidamente, pero la situación sigue siendo precaria para muchas personas, empresas y países vulnerables”.
En sus últimas perspectivas económicas, la OCDE dijo que espera que la economía mundial se contraiga un 4,2% este año. Esto refleja una revisión al alza de una estimación hecha en septiembre que apuntaba a una caída del 4,5% del PBI. Mirando hacia el futuro, el grupo dijo que el crecimiento económico mundial promediará el 4% en los próximos dos años. Espera que el crecimiento del PBI real alcance el 4,2% en 2021 – recortado de una previsión de septiembre del 5% – y el 3,7% en 2022.
Argentina
Pero más allá de la perspectiva global, el informe se detiene a analizar caso por caso el impacto de la pandemia en la economía de los países relevados. Y en el de la Argentina, hizo hincapié sobre el efecto negativo que tuvieron las largas medidas de confinamiento y los crecientes desequilibrios macroeconómicos. También valoró la protección a los ingresos de hogares y empresas emprendida por el Estado, pero advirtió sobre el costo fiscal de esas medidas.
Se prevé que el PBI caerá algo menos del 13% en 2020, antes de empezar a recuperarse en un 3,7% y un 4,6% en 2021 y 2022, respectivamente
“El largo encierro ha afectado gravemente a los servicios turísticos, de ocio, sanitarios, sociales y personales de gran intensidad de mano de obra. El empleo ha disminuido notablemente, en particular entre los trabajadores poco calificados y los trabajadores informales. Esto pesa sobre los ingresos de los hogares y frena el consumo privado, a pesar de algunas mejoras recientes, entre ellas el gasto en bienes duraderos. La limitada reapertura que comenzó a finales de abril permitió un repunte de la actividad manufacturera y de la construcción”, afirmó el reporte.
“La política fiscal ha apoyado a los hogares pobres y vulnerables mediante primas únicas, pagos en especie y el refuerzo de las prestaciones de desempleo (1,5% del PBI), los subsidios salariales y la reducción de las obligaciones fiscales de la nómina han ayudado a algunas empresas, compensando parcialmente los costos de una prohibición generalizada de los despidos durante 240 días. La respuesta a la crisis ha exacerbado el elevado déficit fiscal, que se ha financiado mediante transferencias del banco central, y la oferta monetaria ha aumentado considerablemente. Los recientes anuncios de políticas sugieren que se están haciendo más esfuerzos para aprovechar los mercados de capital nacionales y que se depende menos de la financiación monetaria en el futuro”, señaló el reporte.
En cuanto a las perspectivas hacia adelante, la OCDE considera que los desequilibrios macroeconómicos de la Argentina harán más lenta la recuperación.
“Se prevé que el PBI caerá algo menos del 13% en 2020, antes de empezar a recuperarse en un 3,7% y un 4,6% en 2021 y 2022, respectivamente”, estimó el análisis.
Esto es porque “es poco probable que la inversión y la confianza de los consumidores repunten antes de que se resuelvan las incertidumbres macroeconómicas y la pandemia disminuya. La reciente flexibilización de las medidas de confinamiento apoyará la recuperación de algunos sectores de servicios, pero las medidas de distanciamiento físico y los brotes locales esporádicos amortiguarán las perspectivas de una rápida recuperación”.
También, las previsiones de una recuperación lenta se sustentan en que “las quiebras y las pérdidas de puestos de trabajo aumentarán una vez que expiren los actuales subsidios salariales para los trabajadores del sector estructurado y la prohibición de los despidos. Esto se sumará a la elevada tasa de desempleo y debilitará la demanda interna. Las presiones inflacionarias se intensificarán una vez que se relajen los estrictos controles de precios y la demanda interna se recupere”.
Como riesgos a esas previsiones, que podrían hacer que el panorama empeore, la investigación enumeró un repunte de la inflación, el riesgo de una devaluación desordenada y un aumento en las infecciones que den pie a una nueva cuarentena. A la inversa, algunos factores podrían mejorar el desempeño económico: “una recuperación más rápida en el vecino Brasil, una mayor demanda de productos básicos y un tipo de cambio más competitivo podrían apoyar las exportaciones”.
Una estrategia fiscal creíble a mediano plazo centrada en la mejora de la eficiencia del gasto público y en la reducción de las exenciones fiscales regresivas y los regímenes especiales podría allanar el camino para reducir los desequilibrios macroeconómicos
A la hora de sugerir recetas, la OCDE señaló cambios en la estrategia sanitaria, en la política económica y hasta en la situación institucional del país.
“Una estrategia de rastreo, ensayo y aislamiento en todo el país debería acompañar el levantamiento gradual de las medidas de confinamiento para evitar retrocesos en la lucha contra covid-19″, recetó el texto.
“Una estrategia fiscal creíble a mediano plazo centrada en la mejora de la eficiencia del gasto público y en la reducción de las exenciones fiscales regresivas y los regímenes especiales podría allanar el camino para reducir los desequilibrios macroeconómicos. La protección social podría reforzarse aprovechando los planes de transferencia de efectivo existentes y reduciendo al mismo tiempo el costo de la creación de puestos de trabajo (…). Esto también apoyaría el necesario ajuste estructural posterior a la crisis”, agregó.
“El fortalecimiento de la confianza en las instituciones públicas, incluidos un poder judicial y un banco central independientes, ayudaría a reconstruir la tan necesaria confianza”, concluyó por último.