La foto policial que los agentes tomaron tras la detención de Donald Trump y que los medios publicaron con regocijo para intentar humillar al expresidente de Estados Unidos se ha convertido en su mejor banderín de enganche.
Trump tiene una habilidad espectacular para convertir en un triunfo lo que sus enemigos diseminan como un ataque a su campaña. Los trumpistas vieron inmediatamente en la foto de la ficha policial un símbolo perfecto de su movimiento que tiene mucho de rebelión contra el sistema. Han dado, sin quererlo, a Trump el codiciado status de gangsta, la versión americana, un tanto cutre, de Robin Hood. El caso es que una hora después de que le sacaran la foto ya estaba su campaña vendiendo camisetas con ella.
Lo cuenta el portal de información política americana Politico, asombrado de que el líder populista haya recaudado 7,1 millones de dólares desde la foto policial, de los cuales 4,18 dólares llegaron el viernes: «La recaudación de fondos de la campaña ha sido impulsada por el merchandising que ha estado vendiendo a través de su tienda en línea. Después de que Trump fuera detenido, la campaña comenzó a vender camisetas, carteles, calcomanías para coches y neveras con la foto policial de Trump con el ceño fruncido. Los artículos llevan el lema «¡NUNCA TE RINDAS!» y su precio oscila entre doce y treintaicuatro dólares».
Según fuentes de la campaña, en las últimas tres semanas ya han recaudado casi veinte millones de dólares, más de la mitad de lo que Trump recaudó durante sus primeros siete meses en la carrera de 2024.
Lo ha vuelto a hacer. En la campaña de las elecciones que le dieron la victoria, su contrincante, Hillary Clinton, lanzó una vitriólica diatriba en la que calificó a sus partidarios como «una manga de deplorables». Inmediatamente, todas las miradas se volvieron a Trump, ya sobradamente conocido por devolver todos los golpes por duplicado, esperando que el magnate denunciara el insulto a una parte significativa del electorado, e incluso en la prensa de izquierdas se vio la descripción insultante de Clinton como un paso en falso, ya que los candidatos se insultan mutuamente, pero nunca insultan a los votantes.
Pero Trump calló inicialmente. Se esperaba su respuesta en un gigantesco mitin celebrado en Florida. La tensión informativa se podía cortar con un cuchillo. En la espera del líder, empezó a sonar una de las canciones de la banda sonora de Los Miserables, Do you hear the people sing?. En la pantalla, una versión trucada del cartel de la película, con banderas americanas y banderas MAGA en lugar de la tricolor francesa. Llega Trump al atril, espera a que amaine el entusiasmo de la gente y dice las primeras palabras: «Bienvenidos todos vosotros, deplorables«. La respuesta fue atronadora.
Y desde ese momento así calificó Trump a sus tropas, «deplorables», con el mismo insulto que les había dedicado Hillary con rabia.