Uno siempre tiene que aplicar cierto coeficiente de reducción a las ‘lealtades inquebrantables’ y a las ayudas indefinidas y eternas que prometen los gobernantes, y la Casa Blanca nos acaba de dar un buen ejemplo: si hasta ayer el mensaje era que Estados Unidos ayudaría a Kiev en su lucha contra la invasión rusa «hasta el infinito y más allá», hoy han cambiado la copla y admiten que no hay más cera que la que arde.
Ha pasado lo que hace solo unos días se consideraría impensable: el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Biden, John Kirby, ha admitido sin muchos paños calientes que la financiación para Ucrania «está en las últimas» y que, en cualquier caso, «no va a ser indefinida».
Lo dijo en una conferencia de prensa en la que dio a conocer un nuevo paquete de armas de 200 millones de dólares para Ucrania, que proviene de fondos previamente aprobados por el Congreso. Kirby detalló que este último paquete incluye municiones HIMARS, proyectiles de artillería, armas antitanques y otros equipos.
Kirby aseguró: «A corto plazo, tenemos asignaciones y autoridades… para Ucrania y para Israel , pero no se puede pretender apoyo a largo plazo cuando estás en las últimas». ¿En las últimas? ¿No estaba Ucrania venciendo a Rusia, no era Rusia la que estaba «en las últimas»?
Como curiosidad, estos nuevos 200 millones de dólares aparentemente fueron un excedente del infame «error contable». Según el Pentágono, el paquete de 200 millones de dólares para Ucrania utilizó fondos puestos a disposición por un «error de contabilidad» del Pentágono que sobrevaloró las armas anteriores enviadas al conflicto.
Mientras la Casa Blanca ha estado luchando para lograr que el Congreso autorice un mayor gasto en Ucrania, el Pentágono ha dicho que tiene alrededor de 5.000 millones de dólares en la Autoridad de Reducción Presidencial, que permite a Estados Unidos enviar armas directamente desde sus propios arsenales militares.