Cuando apenas quedan dos semanas para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, las razones de Kamala Harris para convencer a los votantes van quedando confirmadas mitin tras mitin, intervención televisiva tras intervención televisiva.
La actual vicepresidente y candidata del Partido Demócrata se ha ido prodigando de manera cada vez más frecuente en actos públicos, con especial atención a los votantes negros, y en los medios de comunicación, con su ya histórica entrevista en FOX News como epítome.
Tras una vicepresidencia caracterizada por una lejanía de los focos llevada al extremo, la presencia creciente de la candidata en la escena pública se da al tiempo del descenso paulatino de sus opciones, según las encuestas. Una caída que marca una tendencia inversamente proporcional a su grado de conocimiento y al de sus dos razones principales para pedir el voto de los estadounidenses: «No soy Trump» y «no soy Biden».
«No soy Trump»
La principal baza de Harris, de la inmensa mayoría del Partido Demócrata y de buena parte de toda la izquierda y parte de la derecha mundial es «yo no soy Donald Trump». Una negación que, además de ser evidente, supone una identificación negativa que puede ser rentable entre una parte del electorado en el corto plazo, muy costosa con otra y difícil de mantener si no va acompañada de propuestas reales.
Es en el terreno de las medidas políticas donde Harris encuentra mayores reticencias entre sus votantes a priori potenciales y entre quienes algún día optaron por Obama o incluso por Biden. Las calificaciones a Trump como «no apto», «inestable» o «peligroso» pueden servir, y de hecho funcionan, con millones de estadounidenses, pero ante la posibilidad de gobernar el país resultan del todo insuficientes como programa político.
El problema se hace más acusado cuando los insultos personales degeneran en falsedades flagrantes como aquello de que Trump «ha hablado de poner al ejército en contra del pueblo estadounidense», repetido por Harris en entrevistas recientes.
«No soy Biden»
A pesar de que hasta hace pocos días, la número dos de Biden ha aseverado en varias entrevistas que no se le ocurría nada que hubiera hecho de manera diferente que el actual inquilino de la Casa Blanca, Harris repite ahora que su presidencia no sería «una continuación» de la actual.
Aunque se trata de un argumento que cualquier asesor sin la más mínima experiencia propondría a un candidato demócrata, Harris ha comenzado a utilizarlo hace apenas unos días, después de que Trump comenzase a insistir en que una administración encabezada por ella no diferería en nada de la actual.