SONIA SCHOTT,
Cuántas veces Estados Unidos ha enarbolado la bandera de la promoción y defensa de la democracia, como centro de sus políticas internacionales, pero ahora, al menos para La Casa Blanca, la pregunta es ¿sigue siendo la democracia la causa sagrada de Estados Unidos?
Según un escrito de Vanessa Williamson, del Instituto Brookings, de octubre de 2023, hay consenso en cuanto a que “la salud de la democracia estadounidense ha empeorado en los últimos años mostrando al menos, dos formas de erosión institucional: la extralimitación del poder ejecutivo y la manipulación electoral, entendida no como fraude electoral sino como ingeniería electoral como el Gerrymandering: una práctica de cambiar los límites de los distritos electorales para dar ventaja a un partido político sobre otro.
“Desde 2010, las legislaturas estatales han instituido leyes destinadas a reducir el acceso de los votantes a la boleta, politizar la administración electoral y excluir la competencia electoral mediante una manipulación extrema” dice Williamson.
Por su parte, el presidente Joe Biden, en su primer discurso electoral alertó que «La democracia está en las boletas de votación» por la supuesta amenaza que representa el expresidente Donald Trump, recordando el traumático evento del 6 de enero de 2021 cuando el Capitolio fue tomado violentamente por partidarios del republicano.
Y es que las elecciones presidenciales parecen encaminarse hacia una batalla entre Biden y Trump sobre el futuro de la democracia estadounidense.
Suponiendo que Trump gane la nominación republicana, parece inevitable que la democracia y lo que ella representa ocupará un lugar destacado en la contienda.
Para los demócratas, este es el talón de Aquiles de Trump señalándolo de planear convertir la presidencia en una dictadura.
En la orilla opuesta, los críticos de Biden, del Partido Republicano, han acusado al mandatario de débil y timorato.
Es aquí, donde Trump parece ganar gran parte de su apoyo porque promete autoridad y acción, negando que esto signifique un gobierno dictatorial, aunque ha admitido que, en su primer día en el cargo, actuará de forma autocrática cerrando la frontera con México y ampliando la extracción de petróleo.
Sin embargo, Trump enfrenta 92 cargos penales, 17 de los cuales están relacionados con acusaciones de subversión e interferencia en las elecciones de 2020.
Independientemente de que haya o no un juicio antes de noviembre, Trump mantiene su popularidad, pero es posible que eso cambie si es declarado culpable antes de los comicios.
Paralelamente, la Corte Suprema decidirá si el expresidente es elegible para las elecciones primarias republicanas de Colorado, lo que coloca a los magistrados ante una decisión fundamental que podría alterar el curso de las elecciones presidenciales.
El caso se discutirá el 8 de febrero, tomado en cuenta que muchos estados, incluido Colorado, celebrarán primarias desde el 5 de marzo.
Pareciera poco probable que los jueces de la Corte Suprema concluyan que según la Constitución, se debería prohibir al expresidente postularse para cargos públicos.
Por lo pronto, según varias encuestas, cada vez más personas opinan que Trump tenía razón y que las elecciones de 2020 a favor de Biden, fueron injustas.
En una encuesta del Washington Post/Universidad de Maryland publicada el martes pasado, el 62 por ciento considera que Biden fue elegido legítimamente frente al 69 por ciento, cuando se realizó un sondeo equivalente, hace dos años. Entre los republicanos, el 31 por ciento dice que Biden fue elegido legítimamente frente al 39 por ciento, dos años antes.
Si Trump gana la nominación y derrota a Biden en noviembre, significará que los votantes no estaban preocupados por las repercusiones democráticas derivadas del asalto al Capitolio y querían que Trump fuese el próximo presidente, independientemente de poner o no en peligro los valores democráticos.
Será interesante ver si los rivales republicanos de Trump centrarían su campaña en este mismo tema.
Nikki Haley, la exembajadora ante Naciones Unidas durante la administración Trump y segunda en la carrera por la nominación, está siendo cada vez más crítica con su exjefe pero ni ella ni el Partido Republicano han advertido que la elección de Trump supondría una amenaza para la democracia.
Mucho dependerá de cuándo se lleven a cabo los juicios contra Trump y de si la Corte Suprema interviene sobre su elegibilidad para postularse para la Casa Blanca.