Marcelo Duclos,
Las deportaciones masivas de todos los invitados internacionales de la oposición (incluso expresidentes) fue un llamado de atención y de alerta ante lo que seguramente suceda el domingo. ¿Qué sucederá? No lo sabemos concretamente, aunque podemos sospechar algunas posibilidades. Sí sabemos dos cosas al menos con alguna certeza: que en las urnas no habrá una mayoría de votos del oficialismo, bajo ningún punto de vista, y que la dictadura chavista no se retirará como cuando los espacios políticos gobernantes pierden las elecciones en un país democrático.
Claro que las masivas manifestaciones de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia llenan de esperanza, como también las encuestadoras serias, que le otorgan a la coalición opositora una victoria abrumadora. Pero esto no puede convertirse en una trampa. No es lógico hacer una analogía, por ejemplo, con el caso argentino, donde se sabía que Javier Milei competía en clara desventaja, pero que la enorme voluntad de cambio podía revertir la situación.
Eso fue lo que sucedió a finales del año pasado al sur del continente. Seguramente, Milei se impuso por un mayor número de votos que el que indica el resultado oficial, luego de haber peleado con recursos escasos, ante la maquinaria del Estado que llegó hasta a utilizar al mismo banco central para imprimirle a Sergio Massa los billetes para pagar su campaña. En Argentina, el kirchnerismo (afortunadamente) nunca pudo cooptar todos los organismos gubernamentales que ostenta el chavismo, como la justicia electoral o el ejército. Por eso, David pudo contra Goliat en una lucha desigual, pero con posibilidades de batacazo.
Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y los hermanos Rodríguez se adueñaron de Venezuela al punto que, por estas horas, deportan veedores a gusto por decenas e impiden que salgan los vuelos que tienen identificados rumbo a Caracas, si no bajan a los pasajeros que ellos deciden. Después les dicen “fascistas” a los otros.
Esto ya no es una lucha desigual, como lo fue enfrentar al kirchnerismo. Esto es ir a un partido con el referí comprado por el rival. Con este manejo del Estado, la esperanza de que la cuestión se defina por lo abultado de la diferencia, es peligrosa. Es decir, puede que esto no se resuelva con una diferencia de 20 puntos, para que luego la dictadura chavista reconozca una derrota ajustada.
¿Existe alguna alternativa que pueda terminar con la oposición como ganadora este fin de semana? Puede que sí, pero con cuestiones que exceden al ámbito netamente electoral. El factor que podría llegar a hacer esto posible es alguna traición interna dentro del chavismo. Es decir, un grupo dentro del gobierno que, simplemente, decida actuar dentro de la legalidad. Esto podría pasar por cargar en el sistema o informar los verdaderos resultados, o una rebelión que incluya algún segmento de las Fuerzas Armadas y de seguridad, para actuar ante cualquier intento de autogolpe de Estado.
Puede que exista alguna negociación en marcha de sectores del chavismo con la oposición para implementar alguna ley de amnistía, que hasta podría estar ya conversada. Aunque esto causará rechazo en buena parte de la opinión pública, hay que ser realista y reconocer que no hay cosa más urgente que sacar al régimen del poder.
Por lo pronto, todo parece indicar que existen fricciones dentro del chavismo. Diosdado Cabello ya hizo referencia a la existencia de eventuales traidores dentro del seno del gobierno. ¿A quién hizo referencia cuando habló de personas prolijas, peinadas y de camisa blanca? Nada más y nada menos que al hijo de Nicolás Maduro, que seguramente se expresó en representación de su padre. ¿Qué dijo para exasperar tanto a Cabello, como para blanquear una interna a cielo abierto? Que si perdían las elecciones, simplemente entregaban el mando y pasaban a ser oposición.
Las diferencias entre Cabello y Maduro son viejas y públicas, así también como de pública es la cuestión de que el “presidente” no es el mandamás (al menos único) del régimen. ¿Quiénes son los otros dueños del poder detrás de bambalinas? ¿Cómo se posiciona cada uno ante una eventual catástrofe electoral el domingo?
Estas preguntas no tienen respuesta para nosotros hoy, pero al menos sí es necesario advertir sobre una cuestión relevante. Lo que no puede pasar bajo ningún punto de vista el domingo en la noche.
Eso es que el régimen (o una parte del mismo) tenga posibilidades de mantener el poder a cambio de quedar en evidencia como la dictadura que es. El chavismo ya pasó de ser una especie de kirchnerismo en el gobierno, para ser una “democracia” al estilo nicaragüense. Claro que esa mutación de gobierno autoritario a dictadura disfrazada le costó críticas internacionales a la cúpula chavista. Sin embargo, pagaron el precio para mantener el poder.
Ante la evidente imposibilidad de ganar la elección por las buenas (hasta manejando los organismos de control electoral), en estos últimos comicios comenzó a transitarse otro paso más, que podría terminar con la mutación de la democracia a lo Daniel Ortega a la dictadura de partido único como en Cuba. Ya se degradaron al punto de ser repudiados por personajes como Pepe Mujica o Lula da Silva. Nada hace esperar que existan algunos reparos para el blanqueo de lo que verdaderamente son, sobre todo con tantos personajes que podrían llegar a pasar el resto de sus vidas tras las rejas. Ellos ya están jugados y van a hacer cualquier cosa para quedarse, aunque gobiernen una nación paria en el mundo con un pueblo hambreado. Esos son los intransigentes que querrán aferrarse al poder a cualquier precio. Lamentablemente, puede que el destino de Venezuela esté tanto en manos de un sector del chavismo que tenga otros incentivos, como de la misma oposición.
Lo que no puede suceder, bajo ningún punto de vista, es que se mantengan en el poder los delincuentes, aunque sea a cambio de blanquear ante todo el planeta de la forma más explícita que son un grupo de dictadores. Algo que muchos sabemos muy bien desde el primer día que Hugo Chávez llegó al gobierno. Lamentablemente hizo falta llegar hasta acá para que nadie en el mundo democrático defienda la dictadura chavista.
Pase lo que pase, si existe una posibilidad de que esto no termine con un cambio de mando, los venezolanos deben saber muy bien que la noche del domingo será la única oportunidad que tendrán en la vida para cambiar las cosas. Irse a dormir es lo único que no pueden hacer. Haber ido a votar para exponer al régimen, puede que sea solamente la primera actividad de un día largo, y difícil, que tendrá mucho más de 24 horas.