sábado, noviembre 23, 2024
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La disyuntiva petrina

RICARDO TORRES CASTRO,

Algunos, al ver este título, pensarán que me voy a referir a algún tema eclesial referente al papa y el Estado Vaticano. ¡No! Se trata del presidente Petro, quien, en este tiempo de Presidencia, ha debilitado, por cuenta de las redes sociales, la gobernanza del poder Ejecutivo.

Mucho cuidado.

Estamos ante la disyuntiva de una sólida gobernabilidad que se ve expuesta ante la débil gobernanza.

Antonio Camou nos da una definición de gobernabilidad entendida como “un estado de equilibrio dinámico entre el nivel de las demandas societales y la capacidad del sistema político Estado/Gobierno) para responderlas de manera legítima y eficaz”.

Me gusta esta definición porque permite diseñar acuerdos en tres ámbitos principales: el nivel de la cultura política, el nivel de las reglas e instituciones del juego político y acuerdos en torno al papel del Estado y sus políticas públicas estratégicas.

Hasta acá, el plan de gobierno presentado por el presidente Petro, unido a las reformas sociales, resultan ser atractivas y necesarias, en mi opinión. De hecho, respaldo toda su propuesta reformista.

Lo que resulta ser una preocupación legítima es el nivel de cultura política y el discurso que se ha venido gestando en algunos sectores de la sociedad que, anclados al pasado, en algunos casos; desinformados, en otros, también con críticas sensatas, desarrollan una narrativa mediada por el odio.

Este hecho, además comprobado por algunos investigadores, nos lleva preguntarnos por la diferencia que hay entre gobernabilidad y gobernanza, ya que en el pensamiento latinoamericano se prestó más atención a los temas de la primera que a los de la segunda.

Demos of the Americas, organización sin ánimo de lucro que trabaja de la mano de la escuela de Gobierno Benjamin Franklin, en Estados Unidos, comparte el boletín Demos Insight, en el que hace unas semanas analizaba como la ciencia política latinoamericana ha estudiado prácticamente casi todo, menos la manera como el Gobierno construye y desarrolla sus decisiones.

En el caso del Gobierno Petro —o Petrino, para el caso de esta columna—, se privilegia la elaboración de una estrategia de poder y no se plantea una estrategia de orden, que es el rol propio de la gobernanza.

Como no se logra ver un orden, dado que no se percibe una agenda temática de Gobierno, el presidente usa sus redes sociales como un instrumento de agendamiento de temas que, de manera muy irresponsable, va generando un impacto negativo. Muchos opinadores le han pedido que use menos su Twitter, hoy X, y concentre más al equipo de comunicaciones de la Presidencia en hacer su trabajo; es decir, que genere las condiciones necesarias de gobernanza, entendida por Camou como “la acción y el efecto de gobernar-comunicar y gobernarse”.

En un almuerzo, uno de mis hermanos de comunidad me pedía que escribiera sobre los discursos de odio que existen hoy en el país. Del tema se ha escrito mucho, inclusive en el buscador de Scopus aparecen investigaciones, la mayoría, ligadas a convenciones internacionales sobre libre expresión y jurisprudencia de países donde la prensa se ha visto amenazada.

Hice la tarea de empezar a revisar de donde viene la mayoría de discursos de odio en Colombia y, casi todo surge de las redes sociales de Petro. Puede que se vea muy simplista esta posición, pero los invito a revisar cuáles de los temas de odio en la política nacional no vienen de dicha fuente.

De esta manera, lo que uno puede colegir es que la gobernabilidad de la silla Presidencial está sólida, pero la gobernanza es muy débil. Ahí la disyuntiva.

Paulatinamente, el interés se desplazó hacia las acciones y los efectos de gobernar bajo el concepto del mandato popular y la movilización hacia la plaza pública, y se produjo una relativa incertidumbre por lo que el mismo presidente ha denominado un acuerdo nacional que ha descuidado a los actores estratégicos. Al tema habría que dedicarle una columna para analizarlo, con ejemplos prácticos.

Lo cierto es que, independientemente del discurso de odio, cosa que no es menor, el país hoy percibe que las políticas e iniciativas del Gobierno no han sido bien comunicadas y que la ligereza digital de Petro no ayuda en hacer la pedagogía.

Finalmente, quiero dejarles esta esquirla: las facultades de comunicación social tienen una responsabilidad en la gobernanza de las instituciones y los Estados. Ojo, queridos decanos y docentes de estas facultades, algo están haciendo mal o no lo están haciendo: los comunicadores no saben comunicar, los comunicadores sociales no entienden los temas de la sociedad y, lo peor, nos estamos viendo enfrentados a discursos de odio y poco rigor investigativo a la hora de comunicar.

Fuente: Diario Criterio

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