HUGHES,
(Escrito antes de la emisión de la entrevista)
El anuncio de la entrevista de Tucker Carlson a Putin y la «grande polvareda» levantada ha hecho recordar aquella vez en que preguntaron a Bertín Osborne a qué personaje de la historia le gustaría entrevistar y, pudiendo decir Adolfo Suárez o Lorca, contestó que Hitler. Fue criticado, pero demostró instinto periodístico.
Putin tiene la gran entrevista actual. Alguien tiene que hacerle la gran inevitable universal pregunta, la que, un poco intrigados, nos hacemos todos, a saber: ¿cómo es posible que usted, señor Putin, invasor de Ucrania, lleve meses, años ya, perdiendo sin perderla nunca una guerra, con un ejército ruinoso, del que la gente huye o deserta; lleve meses y años muriéndose usted mismo con enfermedades terminales que claramente se reflejan en su rostro; viva en la más absoluta impopularidad, rodeado de generales y prohombres que planean motines en su contra; soporte, a su vez, el descrédito mundial más irreparable; tenga una economía atrasada y ridícula, a punto del hundimiento, en la que malviven sus compatriotas; esté dominado por los oligarcas y la vez vaya acabando con ellos minuciosamente; soporte un proceso irrefrenable de absorción y sometimiento a China, y junto a todo lo anterior, y algunas cosas más, con todo eso encima, sea usted capaz de amenazar a todo el continente europeo, de norte a sur, cuan largo es, de dominar África, de acaudillar al neocomunismo hispanoamericano y a la vez la extrema derecha europea; de estar detrás del Brexit, de Alternativa para Alemania y de Puigdemont, de las revueltas de los tractores, de los chalecos amarillos, de los negacionistas de las vacunas y del Covid, de casi todos los hackeos que en el mundo han sido; que planeara usted e incluso ofreciera organizar un desembarco en Cadaqués con el mismo ejército ruinoso que lleva meses, años ya, perdiendo la Guerra en Ucrania; que usted esté detrás de Trump y consiguiera, sin haber convencido nunca a sus propios ciudadanos que le sufren, odian y temen, convencer a los norteamericanos, y además, siendo tan cuestionado en su país y teniendo tan exiguos medios, conseguir producir algo llamado desinformación tan poderoso como para vencer a la inmensa, colosal, maquinaria mediática occidental; insisto, señor Putin, Vladimir Vladimirovich, cómo?
Esta sería la pregunta que le haría cualquiera. Ya vemos que es una. Bastaría con una.
La que podríamos hacernos a nosotros mismos, o lanzarla al éter, es cómo es posible que estando al mundo en un riesgo real de conflagración nuclear, más cerca de una Guerra Mundial de lo que ha estado en décadas, sea recibido así el anuncio de un diálogo entre el dueño de uno de esos apocalípticos botones y el llamado mundo occidental a través de un periodista, bueno o malo (diríamos que más bien bueno), que formulará preguntas y recibirá respuestas.