La ex primera ministra de Nueva Zelanda Jacinda Ardern ha pronunciado este miércoles su último discurso ante el Parlamento, en el que ha dejado a un lado sus habituales mensajes políticos para reivindicar su bagaje personal, subrayando que se puede ser «sensible» y encabezar un Gobierno.
Ardern, de 42 años, ha repasado su carrera política y cómo han cambiado ella y el país desde que ocupó por primera vez el escaño hace 28 años. En el ámbito político, ha recordado la pandemia de Covid-19 y también el ataque contra dos mezquitas de Christchurch en 2019, que se saldó con medio centenar de fallecidos y sobre el que aún «le cuesta hablar».
También ha marcado tareas de futuro, apelando a la clase política a seguir tomando medidas para afrontar la «crisis» derivada del cambio climático, si bien gran parte de su discurso ha estado dedicado a temas de índole personal, con mensajes a la hija que tuvo cuando ya era primera ministra.
«Puedes ser una madre, o no, una exmormona, o no, una empollona, una llorona, una persona a la que le guste dar abrazos, y no sólo estar aquí (en el Parlamento), sino también ser una líder«, ha dicho Ardern, en unas emocionadas palabras presenciadas en persona por sus familiares más directos.
Ardern anunció a mediados de enero su renuncia al cargo, reconociendo que no tenía la «energía» suficiente para presentarse a la reelección en los comicios de octubre. Como en su discurso final, también cuando proclamó que dejaría el Gobierno apeló a cuestiones de índole personal –dijo que como «humana» había alcanzado su límite–, uno de los principales sellos de su mandato.
El actual primer ministro, Chris Hipkins, le ha encomendado que lidere la Christchurch Call, una iniciativa que ella misma lanzó en 2019 para combatir el auge del extremismo en Internet a raíz de los atentados. Ardern ha renunciado a recibir un sueldo por este nuevo cargo, que comenzará a ejercer el próximo 17 de abril.