Los precios al consumidor en Estados Unidos aumentaron en septiembre por cuarto mes seguido, por la mayor alza del costo de los vehículos desde 1969, pero la inflación se desaceleró por un exceso de capacidad en una economía que se está recuperando gradualmente de la recesión inducida por el COVID-19.
A pesar de que el informe favorable del Departamento del Trabajo del martes no tendrá un impacto directo en la política monetaria, debería permitir a la Reserva Federal mantener las tasas de interés cerca de cero durante un tiempo y continuar con las inyecciones masivas de efectivo mientras cuida de la salud de la economía.
El banco central de Estados Unidos está ahora más preocupado por el mercado laboral y ha adoptado un objetivo de inflación promedio flexible, que en teoría podría tolerar aumentos de precios por encima de su objetivo del 2% durante un período de quizás varios años, para compensar los años en los que la inflación estuvo por debajo de su meta.
“Los aumentos de precios son modestos, ya que las interrupciones de la cadena de suministro han disminuido y la débil demanda y el exceso de capacidad en muchas partes de la economía han limitado el poder de subir precios de las empresas”, dijo Gus Faucher, economista jefe de PNC.
“Mientras la inflación se mantenga por debajo del 2%, la Reserva Federal seguirá proporcionando estímulos a la economía”, agregó.
El Departamento del Trabajo dijo el martes que su Índice de Precios al Consumidor (IPC) ganó un 0,2% el mes pasado tras el alza de 0,4% de agosto. La medición avanzó un 0,6% tanto en junio como en julio tras declinar en los tres meses previos.
En los 12 meses a septiembre, el IPC subió un 1,4% luego de aumentar un 1,3% a agosto.
Economistas consultados por Reuters habían previsto un alza de 0,2% en agosto y un avance interanual de 1,4%.
Un aumento del 6,7% de los precios de los automóviles y camionetas usadas volvió a ser la causa de la mayor parte del aumento del IPC el mes pasado.
Fue la mayor subida desde febrero de 1969 y siguió a un avance del 5,4% en agosto. Los fuertes aumentos probablemente reflejan una escasez de vehículos automotores usados en medio de una aversión al transporte público debido a los temores a contraer el COVID-19.