Pbro Juan Lázaro Vélez González,
“Ninguna opresión puede durar para siempre. La primavera llegará.” Víctor Frankl
que no han podido optar y desarrollar un proyecto de vida por causa de un camino de despersonalización que es fruto del paternalismo”.
“Le presento, además, a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido las últimas décadas, y la cultura con una ideología. Son cuQuisiera empezar este artículo haciendo una precisión oportuna: el punto de vista de la Iglesia, dígase desde la Doctrina Social de la Iglesia, (DSI) siempre parte de dos pilares indisolubles entre sí e indispensables para toda sociedad sean cuales fueren sus particularidades: la primacía de la persona humana y la búsqueda del bien común. Es decir, la visión de la Iglesia es siempre humanista, como lo ratificó el Concilio Vaticano II: “Nada humano nos es ajeno.” Por tanto, todos los Derechos Humanos y en este caso los que son brutalmente violados en Cuba, son el interés, la vocación sacerdotal y la misión social de este hijo de Dios, que anhela y desea urgentemente la libertad para todos los hijos de la Isla cárcel y en especial los que sufren torturas en las mazmorras de las cárceles castristas por sus pensamientos políticos y de conciencia.
El sistema comunista que asesina, desangra y lacera el alma de la Nación cubana por más de seis largas y penosas décadas fue bien examinada por aquellos heraldos prelados: Mons. Pedro Meurice, antiguo arzobispo de Santiago de Cuba, ya difunto; Mons. José Siro González Bacallao, obispo de la Diócesis de Pinar del Río, también difunto, en paz descansen. Ellos supieron mantenerse firmes ante la presión de las autoridades del régimen y supieron trasmitir la valentía y el coraje a sus demás hermanos obispos y sacerdotes. Ojalá que ese mismo valor siga creciendo en el corazón de los prelados de la Cuba de hoy.
En las palabras de Mons. Pedro Meurice al recibir al Papa San Juan Pablo II el 24 de enero del año 1998 son un claro diagnóstico pertinente ayer y vigente hoy en una Cuba que sufre la metástasis del comunismo irracional y violento en todas sus formas. En sus palabras profundas me atrevo a señalar en este artículo sobre todo tres de los párrafos, que creo a mi juicio son de mucha luz para los que dentro y fuera de la Isla queremos la inmediata liberación de todos los cubanos y cito:
“Deseo presentar en esta Eucaristía a todos aquellos cubanos y santiagueros que no encuentran sentido a sus vidas,banos que al rechazar todo de una vez, sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo”.
“Hay otra realidad que debo presentarle: la nación vive aquí y vive en la diáspora. El cubano sufre, vive y espera aquí, y también sufre, vive y espera allá fuera. Somos un pueblo único que, navegando a trancos sobre todos los mares, seguimos buscando la unidad que no será nunca fruto de la uniformidad, sino de una alma común y compartida a partir de la diversidad”.
Este diagnóstico de la realidad social del pueblo cubano de a pie es impresionante, y a la vez doloroso, su plena vigencia y urgencia. Esto nos debe inspirar de manera inmediata a encontrar una solución a la crisis profunda en la que se encuentra la Casa Cuba.
La descomposición del comunismo es inminente en su esencia, porque cuando observamos las guerras internas del poder, las destituciones de los lacayos, las olas de manifestaciones libres y espontáneas en las diferentes provincias y pueblos dentro de Cuba es una señal vital de que evidentemente el diablo se quedó sin reinado y sin cabeza, porque la justicia Divina es inaplazable y nunca falla.
No podemos permitirnos una vez más queridos hermanos de la isla y de los que estamos en la diáspora, que nos roben la esperanza de una vida digna y en libertad. La vida no se puede reinventar cada año. Porque es una y muy valiosa. Como dice en ocasiones mi amigo Dagoberto Valdés Hernández: “Es importante no adivinar el futuro de Cuba, sino preverlo.” Este momento crucial de la historia cubana nos recuerda que el cambio es inevitable y que nuestros hermanos de la Isla merecen un futuro de libertad, prosperidad y dignidad.
Que la luz de la democracia ilumine la mente, el corazón y el camino de sus hijos para renovar la Patria. Santísima Virgen María de la Caridad del Cobre protege de las insidias del maligno a todo tu pueblo cubano y hazle partícipe de la libertad anhelada, esperada y deseada. Cuba se lo merece ya.