martes, noviembre 19, 2024
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La oferta universitaria y el mercado de trabajo

Genaro Mosquera,

La universidad contemporánea frente al globalismo, la complejidad de vida y la
comprensión del mundo debe apuntar en este tiempo a que le permita al estudiante
desarrollar una filosofía de vida en lugar de la inmediatez y la formación rápida para el
trabajo, esta última versión se ha convertido en una acción de mercadeo el cual ha
atrapado a la universidad en franca desviación con la versión corporativa con quienes han
dotado de cursos instrumentales a las personas, potenciales estudiantes universitarios de
programas de corta duración, muchos de ellos gratis, avales y certificaciones para trabajar
y anclarse en una actividad funcional empresarial. Pero eso no es lo que busca la
universidad, ni un genuino estudiante universitario tal como lo revela una encuesta
publicada muy recientemente por la Universidad de California, (UCLA)

Sabemos que como consecuencia de los tiempos contemporáneos el título universitario
está en entredicho, y la situación económica no es tan favorable como antes para ingresar
al sistema universitario frente a la circunstancia de la formación aspirada para trabajar ya
que de esa manera se logra el mejoramiento coyuntural económico, pero ello limita la
acción de su poseedor y seguramente ingresará al club de los incompetentes a mediano
plazo por la dinámica de la actualización de los conocimientos, obviamente están en su
derecho de hacer lo que consideren frente al poder de atracción que tiene esta opción de
lograr certificados de corto plazo entre los jóvenes. Esta realidad está presente a gusto del
consumidor que pasará a formar parte del mercado de trabajo generalmente controlado
por un tercero quien mantendrá los elementos para usar la formación puntual la cual se
hace minusválida ante los objetivos de la formación universitaria.


La universidad por su parte, ante la merma de la matricula y el disparo de los costos apela
desde el punto de vista del mercadeo de su gestión promocionando carreras de mayor
expectativa laboral y han entrado en franca competencia con las corporaciones, y en ese
sentido, tienen la pelea perdida. Las universidades se han enzarzado en una suerte de
competición al respecto y centran su atención en la educación virtual para optimizar los
costos de carreras orientadas al trabajo. Es muy claro, que la universidad no puede
asumir esa responsabilidad, mas bien debe centrarse en su misión y visión de desarrollar
una misión de vida para las personas de forma significativa, científica y cultural, es decir
ayudar a formar personas integrales, criticas, analíticas y, de gran proyección en la
sociedad.


En esa dirección la universidad debe ser consistente, no solo de mejorar la realidad de la
sociedad, incrementar los aportes a la ciencia y la tecnología, sino también contribuir a
mejorar a los individuos en su visión humanística incluida una profesión. En otras
palabras, parafraseando a Platón, “ desarrollar la comprensión de las cosas con mucho
amor de quien intenta acercarse a la realidad”, en otras palabras, dedicarse intensamente
y con pasión a comprender la ciencia y a partir de allí crear más desarrollo que no solo los
complazca como individuo critico e innovador, sino que haga el debido aporte a la
humanidad y fortalezca una profesión mucho más allá del automatismo, y comprender,
analizar, crear los algoritmos necesarios y expresarlos en bien de los demás para su
desarrollo.


Esta ventaja de la universidad como oferta compromete a ser mejores universidades, no
entrar en la carrera del “ranking” para atraer estudiantes y cobrar matricula y llenar el
ego de sus administradores más allá de sus aspiraciones institucionales o personales, sino
sentirse útiles, protagonistas del avance científico y probablemente sentirse más felices
frente a los que no comprenden, pero aplican no más allá de un pequeño entorno,
Llegamos al punto que la universidad ante la avasallante realidad y complejidad laboral
tiene que usar el desarrollo de las nuevas tecnologías, enseñarlas, apoyarse en el
desarrollo corporativo pero darle continuidad fractal, no escurrir el bulto y el doble
discurso de universidad sector productivo de manera narrativa, es decir debe vincularse,
desarrollar conjuntamente, pero dentro de un esquema curricular profesional respetando
a quien solo digiere un tramo de la formación e ir a la búsqueda de vinculo curricular que
diseñan, y comprenden para desarrollar nuevos esquemas al más alto nivel.


Obviamente, el esquema de mercadeo debería centrarse en la búsqueda de la formación
para lograr los niveles científicos frente a la realidad pragmática del trabajo. En
consecuencia, no se puede dentro de un proceso de transformación universitaria trabajar
para el autoconocimiento limitado de una función laboral, sino para la comprensión del
mundo y diferenciarse de las universidades que hacen un mercadeo ajustándose
estrechamente a las cuestiones laborales, de explotación productiva y comercial en la
búsqueda de recursos económicos.

Debemos entender mediante la investigación que vale la pena recordar que la gran
mayoría de los empleadores en países con amplitud democrática y desarrollo entienden
que prefieren a egresados universitarios y emprendedores que dispongan de
pensamiento crítico y elevado y, que además, tengan habilidades comunicacionales,
importantes, conocimientos de las nuevas tecnologías y estén bien preparados para
entender los intríngulis de una actividad profesional que permitan apoyar a las
actividades de los especialistas que tienen conocimientos enmarcados en una actividad y
guiarlos hacia otras de superación y desarrollo personal, asociadas conjuntamente con el
tratamiento de las culturas diferenciadas con visión humanística como parte de la
profesión, e iluminar los emprendimientos inacabados o especulativos de mano de la
cultura y del espíritu,

Todos sabemos que la formación universitaria necesita su espacio, tiene su ritmo y una
condición de incertidumbre, y no importa que merme su matrícula en función de la
supervivencia, pero unos tantos calificados estudiantes, profesores e investigadores
permitan disponer de una educación de excelencia lo cual hará la diferencia en el país y
ayuden a la comprensión del mundo en el cual vivimos en estos tiempos de tensión,
separatismo, y vida fácil producto de la corrupción. La formación universitaria concebida
dentro de un proceso de transformación universitaria debe entender la interacción libre
entre el sector privado y el publico centrado en el desarrollo tecnológico y la investigación
buscando soluciones dentro de una economía verde y limpia en un entorno de la
sostenibilidad económica, promoviendo la productividad y competitividad con modelos
gerenciales de gran complejidad, aprovechando la diversidad de los esquemas digitales
como la inteligencia artificial, la digitalización monetaria y modelos estadísticos, ajustando los esquemas al ritmo de los cambios de contexto lo cual requerirá competencia universitaria eficiente con principios éticos adecuados en un clima legal idóneo de libertad personal para el desarrollo del emprendimiento, acompañados de la mejora de la infraestructura y dentro de prioridades socio económicas claras de un sistema liberal adecuado focalizado en la innovación y el esfuerzo de manera continua que favorezcan la movilización de la inversión y de las finanzas sustentadas en proyectos formulados en centros de investigación y de tecnología apoyados por los mejores científicos y tecnólogos dispuestos al desarrollo de las innovaciones modernas y, tener menor dependencia de los commodities, tales como el petróleo y otros, incentivando la diversificación de la economía, claro está, es vital que haya un modelo de cambio, no solamente en las universidades, sino del modelo político nacional y de la filosofía macroeconómica. Falta mucho por andar en estos tiempos de complejidad política.

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