Esta columna ha planteado lo que considera que es el fondo del momento actual, un conflicto entre visiones distintas acerca del futuro, que entrará en una nueva etapa alrededor de la elección de 2024. Ese proceso puede ser democrático, pero no necesariamente. Por otra parte, hay un claro desbalance en los discursos. Uno, el cardenista, firmemente fijado en el imaginario después de décadas de adoctrinamiento. El otro, el global, que enfrenta el reflujo desatado por la Gran Recesión y alimentado por los propagandistas de los autócratas del mundo entero (y los tontos útiles que los acompañan). Finalmente, la opción que actualmente detenta el poder no tiene limitante alguna para mentir. ¿Es posible derrotarlos en 2024?
Estoy convencido de que sí, con una combinación adecuada de ofertas y de confrontación con la realidad. Puesto que quienes están en el poder se han dedicado a ofrecer utopías, y mienten con todo descaro, sería imposible competir con ellos a ver quién puede mentir más, y ofrecer cosas incumplibles. Al final, la mayor cercanía de su utopía con el imaginario nacional les daría ventaja.
Creo que hay que obligar a la confrontación con la realidad. No en términos generales o abstractos, sino sobre temas específicos que las personas puedan evaluar correctamente. Si bien es cierto que la actual administración ha destruido instituciones y ha mermado seriamente la capacidad de gestión pública, lo que debe ponerse en la discusión son los resultados concretos: la atención a la salud, la seguridad personal, la capacidad de comprar lo de la semana. ¿Tiene usted hoy un mejor servicio en el IMSS? ¿Tiene siquiera acceso a la salud? ¿Hay vacunas para sus hijos? ¿Puede caminar tranquila por la noche? ¿Le alcanza para el gasto semanal?
La confrontación con la realidad puede ampliarse a partir de ahí: si en esto que usted ve diario, le ha mentido Morena y el Presidente, ¿habrá que creerle acerca del AIFA? ¿Dos Bocas o el Tren Maya? La selección de imágenes, narraciones y datos que apoyen la demostración de las falsedades tendrá éxito si, primero, se ha logrado minar la credibilidad con las vivencias de los interlocutores, es decir, el párrafo anterior.
Es entonces cuando deben empezar las ofertas, que no pueden ser otras que detener la destrucción y recuperar lo perdido. A ello podrá sumarse, en su debido momento, ofrecimientos concretos que puedan ser creíbles: más oportunidades basadas en más inversión, hoy detenida por ese gobierno que miente y no cumple; acceso a electricidad más barata y limpia, eliminando a los inútiles que hoy lo impiden; un trabajo serio en términos de seguridad, partiendo de la ciudadanía y lo local.
En la discusión nacional, mucho más abstracta y poco atractiva para el votante promedio, quienes están en el poder y sus apoyadores intentarán descalificar a la oposición repitiendo el discurso de las mañaneras: conservadores, neoliberales, y le sumarán pronto el reflujo de la globalización. Afirmarán que las propuestas de la oposición ya han fracasado, y no sólo en México. Que el mundo se mueve en otra dirección, como ellos ejemplifican, pero también Chile, Colombia, Brasil. La respuesta es simple, creo. Consiste en ampliar el abanico de sus ejemplos, a Trump, Xi, Putin, al tiempo que se evidencia la necesidad del bloque norteamericano, no de una globalización en el vacío. El enfrentamiento con Estados Unidos, que López imagina a su favor, pero que amenaza a millones de mexicanos. Nuevamente, ha cometido un grave error.
En esencia, me parece que la oposición debe trabajar desde lo local, atendiendo las preocupaciones de la población, y haciendo evidente el incumplimiento de las ofertas utópicas de quienes hoy gobiernan. Sería una estrategia más de contraste que de promesas, porque ésas, López Obrador las ha usado todas. Bastará entonces con evidenciar al mentiroso. Lo demás será mucho más sencillo.
Macario Schettino
Fuera De La Caja
Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey.