Mucho se discutió sobre lo que quieren decir los partidarios del oficialismo cuando argumentan que muchos “no la ven”, pero, como para simplificar la idea, puede decirse que se trata de la actitud de un sector de la política y de la sociedad que no percibe el cambio de era. No se trata solo de Javier Milei, sino del hartazgo hacia un modelo fracasado que tuvo en el gobierno de Alberto y Cristina Fernández su clímax.
Finalmente, el senado tratará el Decreto de Necesidad y Urgencia del Poder Ejecutivo que desregula la economía y existe una mayoría deseosa de votarlo en contra, con la finalidad que se incremente la presión en diputados para seguir el mismo camino. Vale destacar que, para que el DNU quede volteado definitivamente, se necesita el rechazo de ambas cámaras. Algo que no había sucedido hasta el momento con otros presidentes. Es más, los decretos ni siquiera se trataban y entraban en vigencia automática por default. Legisladores del oficialismo argumentan, con cierta lógica, que el Congreso debería comenzar por tratar la pila eterna de los DNU pendientes de aprobación o rechazo, que el Poder Legislativo jamás quiso discutir.
Vale destacar que no estamos ante un grupo de representantes que consideran que las ideas en el decreto son malas, sino que no les importa. Quitando la minoría dogmática de la izquierda en diputados, los legisladores kirchneristas y los que responden a los gobernadores van por el boicot al Poder Ejecutivo. Para ellos es indiferente si la iniciativa es buena o mala para los argentinos. Lo peor es que muchos incluso lo reconocen públicamente. Tan alejados de la realidad están que varios han señalado en los medios de comunicación que no desean acompañar por la supuesta actitud del presidente para con los gobernadores. Si Argentina fuese un país medianamente civilizado, estas declaraciones serían castigadas por la opinión pública, pero aquí sigue en su banca del senado un impresentable como José Mayans quien dijo, mientras se violentaban las garantías constitucionales durante la cuarentena, que “en pandemia no hay derechos”. El hecho de que este nefasto personaje siga siendo parlamentario habla pésimo de nosotros como país.
Argentina ya ha probado el camino de la híper-regulación estatista inflacionaria y proteccionista. Ese camino nos llevó adonde estamos ahora. La propuesta del cambio fue avalada en las urnas por una gran mayoría del pueblo argentino. Uno no espera nada de los legisladores kirchneristas, responsables de la tragedia actual, pero resulta indignante la actitud de los diputados y senadores de la Unión Cívica Radical, que se mueven con una indefinición que los castigará en las urnas el año próximo. Vamos hacia un escenario de total polarización y la socialdemocracia ingenua no tiene otra mejor idea que hacerle el juego al kirchnerismo. Aunque logren demorar las reformas necesarias, el año próximo pagarán muy cara esta actitud cuando no vean en el electorado un espacio de identificación con lo que están proponiendo.
Es una pena que los gobernadores peronistas y los que pertenecían a Juntos por el Cambio (que no llegará como espacio político a las próximas elecciones) prefieran el chiquitaje y el supuesto camino fácil de no ajustar las cuentas públicas. La pequeña estructura con la que llegó Milei al gobierno les hubiera permitido ser parte de un fuerte y grande oficialismo, que consiga más fácilmente el músculo para atravesar la tormenta, salir del pozo e implementar en conjunto las reformas que podrían llevar al país al lugar de potencia. Sin embargo, encuentran más atractivo el camino de Axel Kicillof, que no tiene otra mejor idea que subir los impuestos a la hora de afrontar los necesarios ajustes que lleva a cabo el Ejecutivo Nacional. ¿Tendrá alguna idea que es lo que están pensando los bonaerenses de sus permanentes impuestazos? Una de las cosas que no ven es la conexión que termina haciendo la gente con la propuesta de Milei, cuando observa las reacciones de la política tradicional.
Cómo termina esta historia es incierto. La única certeza que tenemos es que el rumbo propuesto por el presidente es el adecuado. Todo el misterio gira alrededor de quién será el triunfador de la pulseada. El gobierno o los intereses prebendarios de siempre.
En dos años hay elecciones legislativas y Milei tiene una buena y una mala noticia. La positiva es que será todo capitalización, ya que se termina el período de solamente dos bancas en su espacio. (Las que obtuvieron con Victoria Villarruel en 2021). Todo lo que saquen es ganancia, a diferencia de los otros espacios políticos, que ponen muchas más bancas en juego. La mala, lógicamente, es que, si la corporación política, judicial y sindical dejan sin efecto el DNU y lo fundamental de la Ley Bases, la reactivación económica tardará en llegar.
Lo que ocurre es que, desde un gobierno, se puede proceder como lo está haciendo Milei: saneamiento monetario, corrección del gasto, limpiar el desastre de los precios relativos y ordenar algunas cuestiones macroeconómicas. Esto, más allá de lo difícil que sea hacerlo en minoría, es compatible con una acción directa. Lo que no se puede hacer mediante una ley, un decreto o una acción gubernamental directamente es reactivar la economía, mejorar el nivel de empleo formal y los salarios. Eso se trata de un fenómeno indirecto, que sucederá solamente cuando la política quite las trabas que detienen los engranajes del funcionamiento económico.
¿Cómo puede actuar el presidente mientras tanto? Explicar con paciencia y dedicación. Magia no puede hacer. Veremos si en poco tiempo, cuando los argentinos tengan que volver a las urnas, si consolidan el camino del cambio o el sentido común o si tiran todo por la borda en la búsqueda de soluciones mágicas, que no harán otra cosa que empeorar la situación.