Milagros Boyer,
La oposición venezolana, que se ha ganado el apodo de «socialismo azul», hoy se pliega a las tácticas burdas del chavismo para alcanzar a una ciudadanía que le perdió el respeto y el interés a la situación política, luego de haber creído en narrativas que terminaron detonando la frustración de quienes en su momento clamaron por un nuevo liderazgo.
Ver las campañas políticas en Venezuela es una experiencia insalubre. Los discursos huecos ya no sólo le pertenecen al chavismo, sino que la oposición —aprovechándose de las elecciones primarias el próximo 22 de octubre— también ha hecho lo propio. Con un evento comicial en puertas, la facción que se ha ganado el apodo de “socialismo azul” ha desplegado una narrativa que, emulando en forma a los referentes de la dictadura de Nicolás Maduro, raya en lo lastimero, lo populista, lo guarachero… Tácticas que terminan por ridiculizar su imagen frente a la ciudadanía que hasta ahora solo tiene escepticismo, críticas y una total decepción para con una dirigencia que ha generado un resentimiento tan grande como los años que tienen sus principales caras en la política tradicional.
Presentar planes de gobierno, al parecer, no tiene cabida en el grueso de los candidatos de la oposición. Para ellos es más sencillo optar por hacer titulares con declaraciones tibias y rebuscadas que ofrecen más de lo mismo: la cohabitación con el chavismo, en mayor o menor instancia. Desde los partidos prácticamente nadie se esmera en enseñar a la militancia —para que a su vez haga eco en la calle— sobre propuestas concretas para el país, que puedan liberarlo de la deblace económica que se cierne desde hace más de dos décadas. Lo que se escucha en los discursos es demagogia sin disimulo, es paternalismo disfrazado con adjetivos rimbombantes.
Y es que, a pesar de esas incontables ocasiones en las que el chavismo hace un uso exagerado, excesivo y deportivo del término “derecha” para describir a cualquier partido que tenga alguna discrepancia en mayor o menor escala con lo que prolifera la dictadura roja, lo cierto es que desde el bipartidismo que fueron AD y Copei, hasta la serie de toldas políticas que conviven actualmente en el país, todas estas facciones comulgan con la izquierda, ya sea en mayor o menor escala. Ellos orbitan en torno a la centroizquierda y al estatismo como método para gobernar el país. Solo basta leer los pilares de formación de cada uno de ellos para darse cuenta o… ver cuáles de ellos forman parte de la Internacional Socialista (AD, UNT y VP). Por eso nunca ha habido una oposición como tal, en realidad, o un ángulo diametralmente opuesto al chavismo en la práctica, en términos de decisiones sobre cambios e incluso en lo que concierne a la ideología política.
En el camino sueles encontrarte pruebas vivas de ello. Carlos Prosperi es uno de los precandidatos a las primarias que más polémicas ha causado por dichos realmente fuera de lugar, quien también pone en evidencia de la peor manera su aceptación a la convivencia con el régimen, pero insulta a otros llamándolos de “derecha republicana”, cuando él mismo se rehusó a llamar “tirano” o “dictador” a Nicolás Maduro, porque a su juicio, un dictador llega al poder a través de asaltarlo mediante armas, y quererse quedar ahí por la fuerza. Entonces, ¿es esto lo mejor que tiene Acción Democrática para competir en unos comicios?
La campaña Pokemón de Capriles Radonski: el límite de lo absurdo
No muy lejos de izquierdismo blando que Prosperi no esconde está la demagogia de Henrique Capriles, quien este lunes sorprendió con una deplorable “campaña de intriga” al estilo de Pokemón: el perfecto ejemplo de todo lo que representa hacer polítiquería en Venezuela. Twitter e Instagram, entre otras plataformas, fueron el escenario donde se proliferaron las críticas y comentarios a la manera que tiene el candidato a las primarias del 22 de octubre, de recordar retazos de sus gestión como gobernador de Miranda hace más de una década.
Capriles, al parecer, optó por la onda caricaturesca en su campaña, emulando con esta técnica el grotesco modo que tiene Nicolás Maduro de proliferar su imagen en este ámbito, con el impresentable personaje denominado “Súper Bigotes”, un dibujo animado que también ha sido repartido como juguete de carácter ideologizante entre los niños, aprovechando la vulnerabilidad y la falta de recursos para obtener elementos didácticos. Una situación que se hizo palpable en diciembre de 2022, luego de que el régimen de Nicolás Maduro entregara “regalos” de Navidad en Aragua, una zona afectada por un trágico deslave.
Capriles anda buscando ítems con los que la gente pueda identificarse, en eso es experto. Así como en sus campañas pasadas logró hacerse del símbolo de la gorra tricolor como un emblema personal, ahora explora la idea de posicionar su apodo de “el Flaco” caricaturizándose, a la par de hablar de propuestas que solo llevan a vicios marcados por el estatismo. Un ejemplo de ello estuvo en sus alocuciones recientes, en las que hace alusión al manejo de PDVSA, en caso de que gane las presidenciales. En dicha oportunidad, el dirigente de Primero Justicia dijo que el petróleo es del pueblo, emulando las típicas falacias propias de Diosdado Cabello y Nicolás Maduro. Es que bien lo explicó el periodista Marcelo Duclos:
“La creencia de que una empresa estatal pertenece “al pueblo” de un país ya ha sido refutada en infinidad de veces. Con el petróleo en manos ‘del pueblo’, PDVSA es un desastre, además de un nido de corrupción. En lugar de ser propiedad de la ciudadanía, las compañías que manejan los gobiernos se convierten en estructuras burocráticas, bolsa de trabajo de la militancia partidaria y garantía de ineficiencia total. Al no perseguir ganancias y no importar las pérdidas, los incentivos para que estos proyectos fracasen siempre serán mucho más altos que las posibilidades de éxito. Mucho más, cuando una petrolera se encuentra bajo el control de un régimen dictatorial como el chavismo”.
Ser tibio y ser turbio: dos constantes del “socialismo azul”
Existen otras caras que también tienen esta particular costumbre de insultar el intelecto del venezolano. Este caso es el de Freddy Superlano, cuyo partido es Voluntad Popular (VP) y quien ha estado envuelto en polémicas que lo vinculan con el chavismo. Allí resalta su firma en la carta de buena conducta a favor de Álex Saab –señalado por EE. UU. como testaferro de Maduro– cuando presidía la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional.
A ello, se le suma la candidatura de Benjamín Rausseo, conocido por su personaje humorístico de ‘Er conde del Guacharo’, quien en una reciente entrevista evadió responder si en Cuba hay o no democracia. Un país que ha sido gobernado más de seis décadas por el Partido Comunista y que no se escoja otro candidato que no venga de esa facción para gobernar.
Al ver esta serie de patrones de comportamientos, las declaraciones, los argumentos… a esta misma gente que ha estado atornillada por años en la acera del frente cohabitando con el enemigo, solo surge preguntarse: ¿En qué momento el político venezolano pensó que la mejor manera de hablarle a un país es a través de caricaturas, burlas y chabacanería? ¿Cuándo se convirtió en la norma a seguir insultar el intelecto de una sociedad que espera propuestas eficaces para salir de un problema? ¿Cómo permitimos que esto pasara? Las respuestas no serán fáciles.
Sin embargo, en este mar de ineficiencia, María Corina Machado ha sido la única que se ha mantenido incólume, con un discurso que no ha cambiado desde su época de diputada hasta estos días. Sus propuestas sobre privatizar empresas ineficaces que han sido los parásitos del Estado sigue en la mesa, así como otras formas de atraer inversión extranjera. Las apuestas de quienes aún creen que hay salida en el país todas van a ella.
Aunque también es menester mencionar que para la dirigente el panorama también pinta difuso, porque realmente en las calles nadie habla de política venezolana. A la gente lo que le preocupa es vivir en el día a día, cómo conseguir un dólar aquí, una oferta allá, algo que dé de comer para hoy, lo micro. Nadie comenta sobre candidatos y eso es lo más peligroso. Hay solo espíritus derrotados en cada esquina que tristemente evidencian que Venezuela está sin ganas de luchar por un cambio, debido a que no hay un liderazgo o una competencia sana que motive a que ese fenómeno se produzca y exceptuando a la antigua diputada opositora, la ciudadanía hoy solo escucha propuestas de socialistas rojos y socialistas azules.