José Gregorio Martínez,
A Colombia y Venezuela los unen mucho más que la extensa frontera de más de 2.200 kilómetros. La historia de ambos países, que tuvo su origen tras la independencia liderada por Simón Bolívar, ha transitado caminos paralelos –con sus diferencias y particularidades– que hoy parecen converger en uno solo. Desde el ascenso al poder del izquierdista Gustavo Petro, los símbolos del bolivarianismo ganan terreno en la nación neogranadina con el mismo tono fetichista que le permitió al chavismo apropiarse de la figura del libertador con fines políticos, al punto de cambiar la denominación oficial del país para marcar una nueva etapa histórica con sello partidista. ¿Será la República Bolivariana de Colombia el próximo proyecto de la llamada «integración de los pueblos latinoamericanos» que promovió Hugo Chávez y que Gustavo Petro parece querer asumir hoy el rol de sucesor?
Más allá del restablecimiento de relaciones y la reanudación del intercambio comercial, los cuatro encuentros que ha sostenido Petro con el dictador Nicolás Maduro en menos de siete meses dan cuenta de una alianza estrecha de carácter político e ideológico. Y las similitudes simbólicas tampoco son casualidad.
El bolivariano Gustavo Petro
Del último viaje a Caracas, hace apenas un par de días, el presidente colombiano volvió con un pasajero más. Se trata de un busto de Simón Bolívar que se encontraba desde hace varios años en la embajada de Colombia en Venezuela, y Petro, deslumbrado con la estructura, ordenó trasladarla de inmediato a Bogotá para colocarla en la Casa de Nariño.
Esto no habría tenido tanta relevancia si no fuera por el hecho de que en la toma de posesión, el pasado 7 de agosto, la primera orden del nuevo presidente fue que estuviera presente la espada del libertador Simón Bolívar que robó en 1974 el M-19 –el grupo narcoguerrillero al que perteneció Petro– como requisito para iniciar su discurso en el que no faltaron las menciones al prócer de la independencia nacido en Caracas, así como a otros de la región.
«Hagamos realidad esa unidad con la que soñaron nuestros héroes, Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre y O’Higgins». El nombre que jamás mencionó fue el del colombiano Francisco de Paula Santander, quien según la versión de la historia difundida por el chavismo no solo traicionó a Bolívar sino que pudo haber estado detrás de su muerte.
De la admiración a la adoración
Ambos eventos evidencian la admiración de Gustavo Petro por Simón Bolívar, incluso por encima de próceres colombianos. Se trata de la misma adoración que tenía Hugo Chávez por el libertador, lo que lo llevó no solo a rebautizar el país en la nueva constitución como «República Bolivariana de Venezuela» sino incluso a ordenar la exhumación de los restos de Bolívar con el supuesto propósito de determinar la causa de su muerte, que según los libros de historia se atribuye a una tuberculosis que contrajo en Colombia, versión que no convencía al fallecido dictador venezolano. Pero la intención real parecía ser darle un nuevo rostro a Bolívar, adaptado al relato del chavismo, para usarlo como bandera política.
«¡Alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina!», cantó Chávez en reiteradas oportunidades como anuncio de la intención de propagar su proyecto ideológico por la región, citando al guerrillero argentino Ernesto ‘Che’ Guevara en un discurso que dio en La Habana, Cuba, en 1966.
El delirio de revivir la Gran Colombia
Es importante recordar que el nombre de Colombia tuvo su origen en la integración de naciones que impulsó Bolívar –denominada en los libros de historia como la Gran Colombia– que agrupaba a Venezuela, Ecuador, la actual Colombia y Panamá, de la cual fue presidente, pero no duró más de una década; y Chávez, como fiel seguidor del bolivarianismo, tenía entre sus tantos delirios la idea de revivir.
Durante la primera ola socialista del siglo XXI, Chávez logró tener aliados en casi toda Sudamérica, destacando Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Néstor Kirchner en Argentina y Rafael Correa en Ecuador. Sin embargo, Colombia era el único país que el chavismo no había logrado penetrar con su discurso, hasta la llegada de Gustavo Petro al poder el año pasado.
No se puede olvidar que el anfitrión de Chávez durante su primera visita a Bogotá en 1994 fue el entonces representante a la Cámara, Gustavo Petro. Sobran la razones para suponer que el proyecto de una República Bolivariana de Colombia pueda estar en los planes a largo plazo de hoy mandatario colombiano.