Antes que nada, vale aclarar que la cuestión del “tartamudo”, no se trata de un comentario peyorativo ni mucho menos. Esta cuestión, que no debería ser un asunto de relevancia, lo es y lo será seguramente por los que se subirán al tema desde el gobierno, buscando que los demás “pisen el palito” para señalarlos como discriminadores y emisores de discursos de odio.
Hasta la semana pasada, el kirchnerismo tenía que instalar al candidato. Todo parecía indicar que se trataría de Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior del desastroso Frente de Todos. Aunque es un hombre conocido para el mundillo político, no lo era tanto para todo el país hasta hace tan solo unas horas. De perfil tranquilo y moderado, el delfín de Cristina Kirchner debía salir a la cancha con el objetivo de retener el tercio duro del espacio y ver si podía crecer desde allí para buscar una complicadísima victoria.
Para los que lo escucharon en alguna entrevista, o lo vieron haciendo los anuncios de las últimas jornadas electorales, el dato que de Pedro sea tartamudo no es nuevo. Lo cierto es que no debería ser un dato relevante para la carrera política de un hombre. Ni como un factor a utilizar para descalificarlo, pero tampoco como para hacerlo acreedor de una simpatía extraordinaria particular. Sin embargo, el kirchnerismo ya consiguió la excusa ideal para ir por lo segundo, de la mano de una campaña de victimización que sale en búsqueda de una empatía que deje de lado el plan de gobierno de una eventual presidencia de “Wado”.
Si uno se pone en los zapatos de Cristina, la elección del ministro del interior parece ser adecuada. Es alguien de su riñón, por lo que no pasaría por los cortocircuitos que pasó con Alberto Fernández los últimos cuatro años y además tiene un perfil tranquilo, que esconde perfectamente su “kirchnerismo en sangre”. Por ahora, el oficialismo en lo único que piensa es en ingresar en el balotaje, ya sea contra Juntos por el Cambio o La Libertad Avanza. La misma Kirchner ya advirtió que no es momento para planes más ambiciosos.
De confirmarse la candidatura de de Pedro, lo peor que puede hacer la Argentina es hacer de su condición un tema de campaña. Claro que el kirchnerismo va a llevar el debate a esta cuestión, pero el periodismo independiente, los analistas y los candidatos de la oposición tienen que salir de ahí a como de lugar. Levinas ya cayó en la trampa, no por un comentario discriminador que no hizo, sino por un análisis equivocado de una Argentina que afortunadamente no existe. Ahora el tema ya está planteado y todo el aparato mediático habla del caso de superación personal del eventual candidato de la “generación diezmada”. Sin embargo, a de Pedro, que no se le escuchó jamás una definición trascendente en materia de políticas públicas, hay que llevarlo justamente a eso: a la plataforma del peronismo, a su relación con CFK y a que explique qué es lo que haría distinto a lo que hizo el Frente de Todos.