Miquel Giménez,
El vídeo lo descubrí casualmente el otro día, puesto que aparecía Pablo Iglesias y por prescripción facultativa intento no ver ni escuchar a este individuo. Uno ya tiene una edad y hay que cuidarse. En el podcast Carne cruda del periodista Javier Gallego, que no pertenece precisamente a la fachosfera, la también periodista Marta Nebot, que tampoco está en la onda derechil, se hablaba de Venezuela con Pablo Iglesias, el redentor de la clase obrera con chalé piscinero de lujo. Iglesias, encaramado en sus alzas políticas comunistas, convencido de que le otorgan una altura intelectual superior a cualquier persona, le preguntó a Nebot qué sabía ella de Venezuela, retándola a mencionar cinco ciudades del país. Marta Nebot le respondió francamente que no se las sabía y que las dijera Iglesias, a lo que Gallego se apuntó. Iglesias empezó a marear la perdiz venezolana facilitando datos acerca el país donde reina el dictador narco comunista Maduro, y que si esto y que si aquello. Pero Gallego y Nebot insistían: «Ya, pero ¿y las cinco ciudades?». El de Galapagar sûr Mer tras una pausa dramática puso cara de bonico —es un decir— y, en viendo que había metido la pata hasta el corvejón, plegó velas.
Uno se pregunta que si trata así a los suyos, a la gente de izquierda, a los que le han dado apoyo mediático, cómo nos trataría a los demás si tuviera la más mínima posibilidad de ejercitar su poder sobre los medios. De hecho, anda por ahí una propuesta acerca de hacer listas negras con carácter oficial excusándose en una directiva europea que nada tiene que ver con la censura gubernamental, que no otra cosa es lo que les place a los socio comunistas. Recuerden los olvidadizos que en cuanto llegó la República, ese régimen idílico dónde los ángeles sobrevolaban a diario España, lo primero que se hizo fue cerrar medios, encarcelar directores, poner multas y, bajo la excusa de la Ley de Protección de la República, ejercer la más despótica de las censuras. Repasen los diarios de aquellos años y verán en ellos dos cosas que se compadecen poco o nada con la libertad que nos promete el socio-comunismo: una, el letrero «Visado por la censura»; otra, numerosos espacios en blanco, a veces exagerados pues abarcan toda una página, que originalmente contenían artículos o noticias que el gobierno no quería que se conociesen.
Todo gira alrededor de lo que diga el líder y nada ni nadie puede contradecirle so pena de exponerse a graves disgustos. El periodista ha de saber lo que le pregunta el político, pero jamás al revés como sucede en todo el mundo civilizado. Por cierto, majo, ahí tienes lo que ignoras pero exiges que sepan los demás: Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Valencia y Maturín. Son las más pobladas, Caracas, la capital, con casi cuatro millones de almas, seguida por Maracaibo con tres millones doscientos y pico mil habitantes. Y preséntate a Saber y ganar o a Cifras y letras. Con tu erudición seguro que nos apabullas.