El Gobierno de Gustavo Petro en Colombia atraviesa una crisis sin precedentes. No es la primera, es cierto, pero sí es la que podría tener más consecuencias: Petro se quedó sin sus dos aliados más cercanos, en apenas una semana, y uno de ellos, el exembajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, amenaza con revelar información que tendría un impacto atómico en el Gobierno.
Este es un pequeño resumen de qué sucede en Colombia:
Los personajes que protagonizan el escándalo
Gustavo Petro: primer presidente explícitamente socialista de Colombia, que asumió el poder en agosto del año pasado.
Laura Sarabia: la exjefa de gabinete de Gustavo Petro y la funcionaria más cercana al presidente. Llegó al Gobierno de Petro gracias a Armando Benedetti, quien fue su jefe hace años. Sarabia se convirtió en una mujer muy influyente y poderosa en Colombia, bajo el Gobierno de Petro.
Armando Benedetti: astuto y explosivo político de carrera. Proviene del uribismo, migró a la campaña del expresidente Juan Manuel Santos y su olfato político lo llevó a convertirse en la mano derecha de Gustavo Petro. Fue el jefe de campaña del socialista y muchos le atribuyen a Benedetti el triunfo en las elecciones del año pasado. Fue senador y, sorprendentemente, una vez Petro ganó no lo integró al gabinete, sino que lo envió como embajador a Caracas. Aunque es un cargo importante, por la sensibilidad y la responsabilidad de restablecer las relaciones con la dictadura de Maduro, Benedetti se sintió marginado.
Marelbys Meza: fue niñera de los hijos de Benedetti y, luego, trabajó para la familia de Laura Sarabia. Conoce a Gustavo Petro e, incluso, aparece en un spot publicitario de la campaña de Petro. Laura Sarabia la despidió hace unas semanas, acusándola de haberse robado 7 mil dólares.
Los hechos que dinamitaron la crisis
El 29 de mayo la revista Semana despertó a los colombianos con Marelbys Meza en su portada. «Me sentí secuestrada», se leía en el encabezado. La niñera denunciaba acoso por parte de su antigua jefa, Laura Sarabia, y por parte del Gobierno de Gustavo Petro. Según cuenta Meza, Sarabia la obligó a someterse al polígrafo.
El 31 de mayo el periodista Daniel Coronell, que poseía alguna información, arrastra a Armando Benedetti a la polémica, quien hasta entonces se había mantenido al margen. Benedetti revela, en una entrevista con Coronell, que Marelbys Meza había trabajado antes para él y que, justo antes de hablar con la revista Semana, la niñera viajó a Caracas a cuidar a sus hijos. Según Benedetti, no hay relación entre el viaje de Meza y la publicación de Semana.
Diferentes medios empiezan a reportar al respecto y a revelar: Benedetti, quien quería a Sarabia como a una hija, está enfrentado. El embajador de Petro en Caracas está molesto con el Gobierno porque se siente marginado, mientras que su antigua secretaria, Sarabia, es ahora la jefa de gabinete y tiene más poder que él. Los medios empiezan a revelar chats, donde se ven discusiones de ambos. Es claro que todo el escándalo parte de la enemistad entre el embajador y la jefa de gabinete.
En su cuenta de Twitter, y haciendo precisiones sobre la entrevista que acababa de dar a Coronell, Benedetti suelta una información incendiaria: Sarabia le pidió a él que le ayudara a retener la publicación de Semana, le dijo que temía que se supiera lo del dinero en efectivo y, finalmente, dice que la jefa de gabinete intervino el teléfono de la niñera.
1ro de junio. El fiscal general Francisco Barbosa, como un tiburón que olió sangre, salta a morder. En una rueda de prensa sobre el escándalo de la niñera, reveló que, efectivamente, las comunicaciones de Marelbys Meza habían sido interceptados por orden de Laura Sarabia. Peor aún: para justificar el abuso, la Dirección de Inteligencia hizo pasar a la niñera como un objetivo narcotraficante. Barbosa dijo, además, que el exceso contra la niñera significaba la “peor violación contra los derechos humanos” en años, en Colombia.
El escándalo, de esa manera, tomó otro color. Ya no era únicamente sobre la disposición del peso del Estado contra una niñera, sino un caso de escuchas ilegales, que alborotó a toda la oposición de Gustavo Petro.
El presidente colombiano, que hasta el momento había estado en silencio, cita a una reunión tanto a Laura Sarabia como a Armando Benedetti. Medios como Semana reportaron que la reunión fue tensa. Que hubo gritos y llanto. Y que, durante el encuentro, Petro dejó en claro su preferencia por Sarabia. Benedetti, ahora, estaba en la otra acera. Al final, todo indicaba que el embajador había planeado el misil contra el Gobierno, al preparar la denuncia de la niñera, aunque él lo negara.
El 2 de junio, durante un evento de ascensos del Ejército, Gustavo Petro anunció: «Y mientras se investiga, mi funcionaria querida y estimada y el embajador de Venezuela se retiran del cargo, para que desde el poder que implican esos cargos no se pueda tener la desconfianza de que se van a alterar las investigaciones».
Esa misma tarde, Benedetti publicó un extraño comunicado, en el que le agradecía a Petro la oportunidad de haberlo elegido para el cargo. Sarabia hizo lo propio. Pero todo escaló dramáticamente la noche del domingo.
4 de junio en la noche. La revista Semana publica más de veinte minutos de audios en los que se escucha a Armando Benedetti insultado y amenazando, no solo a Laura Sarabia, sino al propio Gustavo Petro.
«¡Lo que te voy a decir no es una amenaza… Si veo que esto me puede emputar, pateo hijueputa, y ahí nos caemos todos hijueputa!»
«Prepárense porque yo en cualquier momento reclamo mi espacio y no lo hagan para que vean. Y si creen que es una amenaza, es una amenaza. Y si quieres grábalo, grábalo, porque ayer ustedes me maltrataron como una mierda y eso no se le hace a Benedetti«
Los audios son devastadores para el Gobierno. En ellos Benedetti insulta y amenaza. Le advierte que él puede acabar con el Gobierno de Petro y le recuerda que es gracias a él que ella ascendió en la política.
«Todo me lo debes a mí. Por yo haber nacido, además, porque yo soy el que te llevo a donde Petro. Soy el que te doy a conocer. ¿O alguien te hubiera pasado al teléfono si tú hubieras llegado sola a donde Petro? Ni una sola persona», le dice.
En los audios, la información que más ruido ha generado es la del financiamiento de la campaña de Gustavo Petro. Benedetti asegura que él pagó más de 3 millones de dólares para «conseguir los votos de la costa», gracias a los que Petro ganó la presidencia. Benedetti dice que puede revelar «quien puso la plata», y que los mandaría a todos para la cárcel.
«No es mamando gallo. No es amenaza, porque tú me conoces. Yo no me voy a dejar mamar gallo, Laura, te lo juro por la vida de mis hijos, que no pasará nunca. Nos hundimos todos. Nos acabamos todos. Nos vamos presos y acabamos toda la hijueputa verga».
Benedetti, sin mucho contexto, también menciona «al de Prisa», haciendo referencia al conglomerado español que también es dueño de varios medios en Colombia.
El escándalo ha sido tremendo. Los audios pararon al país, literalmente (los congresistas acordaron no continuar la discusión legislativa de las reformas hasta que no se aclare el ruido). Y la tensión no baja. El mismo Benedetti, de hecho, se encarga de lo contrario.
Aliados del presidente lo empezaron a atacar. Incluso su antiguo jefe, el canciller Álvaro Leyva, lo llamó drogadicto y aseveró que nadie le puede creer. Benedetti respondió, diciendo que lo tratan de descalificar para neutralizar la información que él puede develar. Después, este 5 de junio, dio una entrevista a Vicky Dávila, la directora de Semana, en la que dijo que quienes dieron la plata de la campaña «no son emprendedores», sin especificar si eran narcotraficantes. En la misma entrevista, de hecho, Benedetti asomó que Petro consume cocaína.
Es un viaje surrealista por una crisis que ya ha sido comparada con el denominado Proceso 8.000, cuando al expresidente Ernesto Samper lo acusaron de recibir financiamiento del narcotráfico. Una crisis que apenas arranca y que promete seguir escalando.