La coalición peronista del Frente de Todos tiene que atravesar por un merecido karma del que “zafó” desde el retorno a la democracia el justicialismo: hacer el ajuste necesario luego de su propia irresponsabilidad fiscal. Claro que los que pagarán la cuenta serán los argentinos de a pie. Ellos se limitarán a poner la cara por las antipáticas medidas. “La casta”, como le gusta decir a Javier Milei, solamente decretó el “congelamiento” de la planta estatal. Ellos se limitan a seguir creciendo, pero no se recortan. Los que tendrán que recortar sus gastos son los ciudadanos, que pagarán el tarifazo energético a partir del mes que viene.
Pero como el kirchnerismo, por relato, no puede hacer ajustes, el oficialismo readapta la terminología de las palabras impopulares que usaban para describir las políticas adoptadas por el gobierno de Mauricio Macri. Malena Galmarini, esposa del “superministro” Sergio Massa y titular de la empresa estatal de agua, se ofendió cuando un periodista le nombró el evidente aumento de tarifas. Ofuscada, la funcionaria lo corrigió y le dijo que no existe tal cosa, sino que lo que se implementará será una “redistribución del subsidio”.
Pero… ¿alguien pagará menos? ¿qué usuarios seguirán abonando lo mismo? Nadie. Se le aumenta a todo el mundo. A los que se le incrementará menos, se le aumentará considerablemente la tarifa. A los que se les subirá más, directamente se le multiplicará varias veces el valor del consumo. En cualquier país del mundo esto sería un “tarifazo”. Pero si gobierna el peronismo es una “redistribución del subsidio”.
El abrazo de oso del sindicalismo
En la tarde de hoy, el microcentro es un caos. Es que la central sindical de la Confederación General del Trabajo (CGT) marcha hacia el Congreso para protestar por el impacto inflacionario en los sueldos de los asalariados. Ante la disyuntiva de tener que protestar ante un gobierno “propio” (varios de los cabecillas sindicales fueron en las listas del Frente de Todos en 2019), el gremialismo decide marchar y protestar, pero con un discurso bastante particular.
Pablo Moyano, referente del sindicato de Camioneros, apoyó la iniciativa, pero dijo que en realidad era en apoyo al presidente. Durante toda la mañana, el dirigente gremial dijo que marchaban para decirle a Alberto Fernández que lo respaldaban ante los especuladores que suben los precios indiscriminadamente. ¿Creen los jefes sindicales en la estupidez de los “formadores de precios”? Absolutamente no. Salen a la calle para apretar al gobierno, pero disimulan y adaptan el discurso para esta particular coyuntura.
Como dijo Perón, no hay otra verdad que la realidad. Pero a veces el peronismo tiene que adaptarla para que sea compatible con su relato. Aunque todo sea absolutamente evidente ante los ojos del país, Massa todavía tiene una bala de plata para sacar las papas del fuego. Con el reloj de arena casi sin nada en la parte superior, el presidente de facto aguarda el nombramiento de su viceministro. Seguramente sea un “ortodoxo”, sino es Rubinstein será otro similar. No tiene tiempo ni espacio de maniobra para otras cosas. Cuando eso ocurra, será interesante ver como el peronismo lo “vende” a su electorado nacional y popular.
Cuando el populismo se queda sin billetera, lo único que le queda es el discurso. Y si éste no se adapta a lo que tienen que hacer, no queda otra que apelar a la retórica orwelliana.