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Las tres grandes oportunidades de México

Mi trabajo me lleva a muchas regiones del mundo que muestran realidades distintas a las de nuestro país, y los largos trayectos de regreso a México me dan el espacio para pensar en nuestro futuro como país. Me gustaría compartir con ustedes algunas de esas reflexiones.
Las conversaciones y la lectura de los medios se centran habitualmente en los problemas de violencia, Estado de Derecho, polarización, estancamiento económico y otros asuntos que no dejan espacio para el aliento. Sin embargo, la realidad es que los mexicanos estamos frente a tres enormes oportunidades para acelerar nuestro desarrollo y bienestar y hacerlos auténticamente incluyentes, si trabajamos juntos y sin estridencias para capitalizarlas.

La primera y más evidente es que, ante los cambios geopolíticos y comerciales -como los de la relación entre Estados Unidos y China- se está produciendo una relocalización de las cadenas productivas mundiales. México es, por mucho, el país más conveniente para invertir en nuevas plantas industriales. A esto hay que añadir que, debido a la pandemia, ha cambiado el modelo y la oferta de trabajo en América del Norte. En el caso de nuestra empresa, tenemos cientos de puestos sin cubrir desde hace meses en nuestras plantas del otro lado de la frontera. Sin embargo, esto también es una oportunidad ya que podemos atender a parte del mercado estadounidense desde aquí, con condiciones que hagan factibles nuevas inversiones. Nosotros y muchas otras empresas estamos decidiendo invertir a largo plazo con esta lógica.

La segunda oportunidad es exportar a la Costa Este de Estados Unidos. La participación de mercado de los productos mexicanos en Texas es de alrededor del 30%, pero en algunos estados de la Costa Este es de apenas 5%. Si aprovechamos el potencial del sureste mexicano, dotándolo de buena infraestructura energética, carreteras, vías férreas, parques industriales, educación técnica, así como mejoras en los puertos para fortalecer la distribución por la vía marítima, podemos atender competitivamente en costo y tiempos a la Costa Este. El sureste de nuestro país es un corredor que puede conectarse muy bien con la región que va desde Florida hasta Nueva York, e incluso Canadá. No olvidemos además que esa región concentra más de la mitad del PIB del país más rico del planeta.

Y, finalmente, la tercera y más importante oportunidad: demografía es destino. Recientemente, mi amigo Luis de La Calle me compartía una gráfica que mostraba la entrada neta a la fuerza laboral en México de 1950 a 2050 (personas de 15 años menos personas de 70 años). Alcanzamos un pico en nuestra fuerza laboral en los noventa, con la entrada neta de 1.84 millones de personas por año. La cifra se estabilizó por más de veinte años, pero a partir de 2012, el número comenzó a bajar gradualmente. Actualmente, entran 1.59 millones al año. Para 2038, comenzarán a entrar menos de 1 millón y, para 2050, la entrada neta anual a la fuerza laboral será de 572,000 personas. Este acelerado declive es estructural e inevitable, porque la población mexicana está envejeciendo. Por lo mismo, veremos -desde ya- una creciente formalización del empleo, un aumento consistente y de largo plazo en el ingreso real de nuestra población, primero en el norte y centro del país, así como una migración acelerada a diversos polos industriales. No obstante, para que este descenso sea una oportunidad y no se convierta en una estructura demográfica insostenible, es imprescindible acompañarlo con fuertes incrementos en la productividad promedio, que está sucediendo en muchos sectores y en empresas de todos tamaños, pero todavía de manera insuficiente.Estas tres oportunidades van a darle un fuerte impulso a la economía, traerán un crecimiento muy importante en el poder adquisitivo de los mexicanos y, desde luego, nos impondrán nuevos retos, con una población que va a envejecer aceleradamente.Al mismo tiempo, es fundamental entender que, si trabajamos todos juntos en capitalizar estas tres oportunidades, en avanzar frontalmente en materia de seguridad, en hacer valer el Estado de Derecho con instituciones eficaces, en resolver nuestras apremiantes necesidades de gas, energía renovable e infraestructura, México podrá ser finalmente una economía desarrollada con bienestar compartido. Esto no es un sueño. Esto es una posibilidad real que ojalá no desperdiciemos.¡Hay que creérnosla y trabajar desde ahora juntos para lograrlo! El autor es Director Generaly Presidente del Consejode Administración de Grupo Bimbo.

Fuente:

Daniel Servitje

en REFORMA
(23 Oct. 2022).-

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