Nicolás Maduro viajó más de 10000 kilómetros para terminar con las manos vacías y fuera de la foto oficial de la XVI Cumbre del grupo de economías emergentes BRICS, que se celebra en la ciudad rusa de Kazán. El fracaso de su primer viaje al exterior luego de las elecciones fraudulentas del 28 de julio es tan evidente como su súplica para ser aceptado en el bloque. Ni el lobby previo de su vicepresidente Delcy Rodríguez, ni el viaje sin previo aviso del propio Maduro fueron suficientes para lograr el objetivo.
Aunque el heredero del chavismo se reunió por separado con el anfitrión, Vladímir Putin, y con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, lo que se pretendió mostrar como un espaldarazo de ambos, la decisión de aceptar la adhesión de nuevos miembros es colectiva, y Brasil fue el principal obstáculo para el apremiante interés de Maduro por entrar en los BRICS.
“Si esta gente de allá del norte y sus asociados en el mundo cometen el error de su vida, entonces, esos bloques de petróleo y esos bloques de gas que ya estaban firmados pasarán a nuestros aliados de los BRICS”, dijo Maduro el pasado 2 de agosto, cinco días después del fraude electoral, como una manera de presionar a Estados Unidos para que reconozca su supuesta victoria proclamada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) sin totalización, sin actas y sin auditorias, mientras a su vez coqueteaba con el bloque de economías emergentes e intentaba posicionar entre sus escasos seguidores el discurso de que no necesita de EE. UU. para sobrevivir.
Sin nada que aportar
El bloque de los BRICS, conformado inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, incorporó desde el 1 de enero de este año a Irán, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos, tras aprobarse esta expansión en la cumbre celebrada en agosto de 2023 en Sudáfrica. El foro político y económico que surgió en 2010 como alternativa al G7 –integrado por las siete principales economías del mundo (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos)– no descarta seguir expandiéndose ahora como BRICS+. Sin embargo, la unanimidad es necesaria para aceptar la incorporación de nuevos miembros. Incluso Cuba y Bolivia entraron en la “lista preliminar” que se someterá a evaluación en esta edición, mientras que Venezuela y Nicaragua no pasaron el filtro para continuar en esta carrera.
El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, quien no pudo viajar a Rusia por motivos de salud, ordenó a sus delegados bloquear el ingreso de Maduro a los BRICS, tal como lo había adelantado su asesor especial para Asuntos Internacionales, Celso Amorim, quien señaló en una reciente entrevista con CNN que el grupo “necesita países que puedan contribuir”, en una clara alusión a las cuestionadas capacidades comerciales de Venezuela. Pero este no es el único factor que influye en la decisión del fundador del Foro de Sao Paulo. Hay por lo menos tres razones por las cuales Lula decidió bloquear a su aliado histórico:
Falta de legitimidad. Haber asumido junto con Colombia un rol de mediador, tras la crisis electoral en Venezuela luego de las elecciones del 28 de julio, pone a Lula da Silva en una posición complicada. Para nadie es un secreto que el mandatario brasileño ha maniobrado junto con Gustavo Petro para darle a Maduro el baño de legitimidad que buscaba con los pasados comicios, pero la publicación de las actas que certifiquen el resultado electoral es una condición innegociable para ambos. Más aún cuando el propio Celso Amorim participó como observador del proceso electoral en Caracas y sabe lo que realmente ocurrió en esa elección. Apoyar el ingreso de Venezuela en los BRICS con Nicolás Maduro al frente no solo desacreditaría el papel de mediador de Lula sino que además debería calcular el costo político interno para su gobierno, considerando que en este periodo no llegó al poder únicamente con su partido, el PT (Partido de los Trabajadores), y la gobernabilidad depende de una amplia coalición de distintas corrientes.
Fracaso en Mercosur. Luiz Inácio Lula da Silva fue el principal promotor de la incorporación de Venezuela al Mercosur, que se concretó en 2012, cuando aún gobernaba Hugo Chávez. Sin embargo, entre 2016 y 2017, con Michel Temer en la Presidencia de Brasil, los países miembros del Mercosur aprobaron por unanimidad sancionar a Venezuela con la suspensión indefinida, invocando el Protocolo de Ushuaia por la “ruptura del orden democrático”. Con la crisis económica que se ha sentido en todas las áreas, incluyendo la industria petrolera, así como el quiebre de empresas en manos del Estado que fueron expropiadas a sus dueño, no es mucho lo que Venezuela estaba aportando tampoco en materia económica. Tal vez a esto se refería Amorim cuando dijo que los BRICS “necesita países que puedan contribuir”, y Venezuela en manos de Maduro es poco o nada lo que aportaría a cualquier bloque comercial. Esto lo sabe Lula desde su regreso al poder en enero de 2023, pues no ha hecho nada para lograr el retorno de su vecino del norte al Mercado Común del Sur, que busca alianzas con la Unión Europea, donde el dictador venezolano no es bienvenido.
Chantaje con el MST. El Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) está siendo usado por Nicolás Maduro para presionar a Lula da Silva para que reconozca su supuesto triunfo y deje de pedir la publicación de las actas electorales. El MST acompañó al chavismo durante la jornada electoral del 28 de julio y posteriormente se prestó para apoyar a Maduro en un video luego de comprobado el fraude en los comicios, contradiciendo así la posición oficial del gobierno brasileño, que se ha rehusado a reconocer a Maduro mientras no se publiquen las actas. A cambio, el régimen chavista les ha otorgado financiamiento y tierras en el estado Bolívar, fronterizo con Brasil. Pero esto solo es un chantaje de Miraflores a Lula, quien necesita más del apoyo del Frente Parlamentario Agropecuario (FPA) en el Congreso que del MST para gobernar, y el FPA rechaza la hostilidad del MST contra el agro en Brasil, que destruye sus propiedades e invade tierras. En este escenario, Maduro ha pretendido lanzar al gobierno brasileño el mensaje de que el chavismo estará más tiempo en el poder que Lula, y por esto lo hace a un lado y busca alianzas con un movimiento de extrema izquierda que no forma parte del Estado. Frenar el ingreso de Venezuela en los BRICS fue sin duda la respuesta de Lula a esta jugada de Maduro para dejarle claro que las cosas se hacen a su manera y sin chantajes.