La mujer, de 64 años, habla de política durante una pausa en el corte de alfalfa en su terreno de la comunidad de Cachi Alto, en las afueras de Pujilí (centro andino).
Para ella, que vive junto a su esposo de la agricultura y la crianza de borregos, las elecciones perdieron interés después de que Pérez quedó fuera de competencia por una diferencia de 0,35 puntos porcentuales frente al exbanquero Lasso.
Los aborígenes, que representan un 7% de los 17,4 millones de habitantes de Ecuador según el último censo, asoman como el factor desequilibrante en una elección que se anticipa reñida, si bien las encuestas dan alguna ventaja a Arauz.
Consuelo protestará votando nulo, que es válido en el país y que como rechazo al proceso electoral es promovido por el partido indígena de Pérez, que se convirtió en la segunda fuerza del Legislativo con 27 de los 137 escaños, detrás de la coalición de Arauz (49).
«Nulo voy a votar porque no me gustan, no han de trabajar. A nosotros (los) pobres engañando nomás (nos) tienen», comenta la mujer, que se protege del sol con un viejo sombrero y del frío viento del páramo con un colorido chal.
Alfredo Baraja, su esposo de 65 años, la secunda. Ofrecen «pan, queso, chupetes, bombones y cuando entran (a la presidencia) se olvidan», enfatiza.
Castigo a la corrupción
En el campo hay muy poca propaganda de los candidatos. Debido a la pandemia, la campaña también sufrió ajustes y los mítines y caravanas quedaron reducidas a un puñado de personas.
En la aldea de Rumipungo, una bandera azul con el rostro de Lasso flamea solitaria, en medio de ropa tendida al sol.
Alfredo Toapanta, quien tiene otro pendón en la puerta de su despensa, también aspiraba a tener un gobernante indígena.
«Nuestros hijos no tienen buenos estudios, son rechazados y los mishus (mestizos) tienen buen puesto y nuestros hijos están abandonados. Por eso votamos por Yaku», indica a la AFP.
Pérez «iba a hacer más por los indígenas», añade este albañil de 38 años, quien por la pobreza fue atraído por la propuesta de Lasso de otorgar préstamos a 1% de interés para reactivar el campo.
En su decisión también pesó la deteriorada imagen del gobierno de Correa por corrupción. El propio exmandatario y excolaboradores están condenados a ocho años de cárcel por recibir sobornos de empresas a cambio de contratos.
«Mucha gente del correísmo está presa, se llevó dinero de Ecuador. Por eso he pensado votar por Lasso», manifiesta Alfredo sentado en la acera fuera de su humilde negocio.
El «agradecimiento» a Correa
Otros indígenas de la provincia de Cotopaxi, en cuya jurisdicción está Pujilí y donde habitan nativos de la nacionalidad kichwa, se dispersaron entre los finalistas.
Roberto Tipantuña empapeló su camión con pancartas de Arauz. Este agricultor, de 53 años, dice con orgullo que hace campaña por simpatía y de manera gratuita.
Muestra recelo ante Lasso por su pasado de banquero. «Una persona de la banca no va a hacer un beneficio por la comunidad», apunta y comenta los sufrimientos de sus vecinos de Cuturiví Grande para obtener créditos.
A pesar del llamado de Pachakutik, el brazo político del movimiento indígena, a votar nulo, Roberto apoya a Arauz, delfín del exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017).
Su respaldo es una suerte de «agradecimiento» a Correa, quien vive en Bélgica desde que dejó el poder y en cuya administración declaró la gratuidad total de las universidades estatales.
«Yo tengo seis hijos. Era difícil hacer estudiar y gracias a Correa mi hijo entró a la politécnica», señala a la AFP.
Aunque Roberto considera que Arauz es la «última esperanza», anticipa que los indígenas se movilizarán «contra cualquier presidente que sea malo».
El movimiento indígena encabezó violentas protestas en 2019 que obligaron a Moreno, cuyo período concluirá el 24 de mayo, a dar marcha atrás en el alza de precios de los combustibles. También participaron en revueltas populares que derrocaron a tres mandatarios entre 1997 y 2005.
Fuente: Diario las Américas