JORGE BUXADÉ,
La Comisión de Derechos Humanos, creada en 1946 como un órgano del Consejo Económico y Social al calor de la Declaración Universal de Derechos Humanos, fue eliminada y reconvertida en 2006 en un Consejo, un organismo intergubernamental autónomo con su propio mandato, y sede en Ginebra.
En 2001, la Comisión de Derechos Humanos decidió nombrar un Relator Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas, como parte del sistema de Procedimientos Especiales temáticos, cuyo mandato se ha renovado y ampliado sistemáticamente, la última vez en 2019, que la aceleración de la Agenda 2030 no puede detenerse.
El Consejo de Derechos Humanos para el 17º ciclo, esto es, del 1 de enero al 31 de diciembre de 2023, está formado por países tan caracterizados por el respeto de los derechos fundamentales (por ejemplo, el derecho a la vida y la libertad religiosa de los católicos) como Argelia, Bolivia, China, Cuba, Marruecos, Pakistán, Sudán, Emiratos Árabes Unidos o Qatar, por poner solo unos ejemplos, nada exhaustivo.
Leo en un boletín de noticias uno de esos titulares que cada vez están más bajo sospecha: «Experto de la ONU aplaude la repudia vaticana a la doctrina del descubrimiento«. Cómo no leerla y profundizar. El dichoso experto no es más que un activista de extrema izquierda nombrado Relator Especial: José Francisco Calí Tzay.
El tal José Francisco se define como un maya cachiuquel oriundo de Guatemala pero tiene nombre de jesuita proselitista autor del Fray Gerundio. El tal José Francisco se dedica a dar lecciones a las potencias colonizadoras sobre violación de pueblos indígenas, pero como su prejuicio es más notable que su amor por la verdad, no sabe ni quiere saber y hacer saber que España jamás fue potencia colonizadora y que su tez y rasgos son más bien caucásicos, por mucho que maya se defina, porque España jamás pretendió aniquilar sistemáticamente a la población autóctona del continente americano; básicamente porque los descubridores y conquistadores estaban persuadidos de que el hijo del Hombre había venido al mundo para salvar a todos, sin acepción de sexo, raza o color.
El tal José Francisco es otro ejemplo máximo de élite globalista. Empezó de activista en su país, y de ahí saltó a una embajada, donde fue reclutado para presidir – ¡dieciséis años, prorrogando cuatro veces su mandato!- el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial.
El tal José Francisco, bien remunerado, ha dedicado su vida, por tanto, como Relator Especial, y burócrata de la ONU, a propagar la leyenda negra antiespañola; y a defender unos inexistentes derechos de los pueblos indígenas; pueblos que, gracias a la Hispanidad, se mezclaron y dispersaron por las provincias y virreinatos del Imperio español. El tal José Francisco es un español de América, aunque siervo del globalismo y – no es difícil aventurar – de la última estrategia de propagación de la subversión comunista que es el Foro de Sao Paulo. Su nombramiento de burócrata a sueldo coincide en el tiempo.
Pues bien, que sepa el señor Relator, el Consejo de Derechos Humanos y cuantos burócratas se nos pongan por delante, que estamos muy orgullosos del Descubrimiento y de la magna obra que España hizo en América, con la ayuda y cooperación inestimable de los pueblos – aquellos sí – que se coaligaron con nuestros héroes Cortés o Pizarro para liberarse de la opresión maya o azteca, de la antropofagia, de los rituales sangrientos, del esclavismo, la incultura y la superstición; para construir provincias y gobernanzas, diócesis y virreinatos prósperos y fuertes, hospitales, universidades, o catedrales; que si han venido a menos lo ha sido precisamente por la opresión de unas clases dirigentes en México, Guatemala, Venezuela, Cuba, o Argentina, que se han vendido y con ello a sus naciones y ciudadanos a cualquier potencia extranjera que quisiera socavar la magna obra española: ya Inglaterra, Francia, los useños o luego la Rusia de Stalin y la China de Xi Jinping. Lean Madre Patria, de Marcelo Gullo, ad exemplum.
Que sepa el señor Relator que estamos orgullosos de nuestros Reyes Católicos y de nuestros dominicos como Francisco de Vitoria, que crearon el derecho internacional y de gentes, sentaron las bases de los auténticos derechos humanos y proclamaron la igualdad jurídica de todos los súbditos del Rey, de uno y otro lado de la Mar Océana, porque ya antes habían proclamado la igualdad natural por filiación divina. En fin, que cuando entre en la sede de la ONU en Ginebra, pida perdón, someta su voluntad y agache la cabeza ante la imagen de nuestro Francisco de Vitoria. Orgullosos del Descubrimiento. No vamos a recibir ninguna lección, de burócrata acomplejado, ya venga de Roma o de Ginebra.