sábado, noviembre 16, 2024
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Leonardo Morales: ¿Estaría apto Biden para reelegirse como presidente?

La capacidad del presidente Joe Biden para ejercer su cargo y su avanzada edad se encuentran cada vez más bajo la lupa de legisladores, analistas conservadores e independientes y activistas.
Para la gran mayoría de los republicanos e independientes, la edad de Biden ha dejado de ser un simple número y se ha convertido en escrutinio político, sobre todo en las respuestas del mandatario a la prensa y la grave situación económica que atraviesa Estados Unidos.
En sus casi 50 años en el Congreso y como vicepresidente durante el mandato de Barack Obama, Biden no destacó nunca como un político de vanguardia, tampoco con una capacidad creativa y audaz.
En los momentos en que se encuentra la mayor potencia económica y política del planeta, el cuestionamiento sobre las aptitudes de Biden para su desempeño se agudiza a medida que avanzan los días y la economía se deteriora aún más. Sin embargo, lo demócratas rehúsan abordar el tema mientras que la prensa liberal lo evade totalmente; no obstante, es algo que salta a la vista de millones de estadounidenses.

Biden quiere su reelección

Hace algunas semanas, el presidente Biden cayó al suelo al detener su bicicleta. En el 2021, en las escaleras del Air Force One tropezó y cayó en dos ocasiones seguidas.
La capacidad física y mental requerida para la persona que lidera la primera potencia del mundo supera la realidad de lo que refleja a diario el actual inquilino de la Casa Blanca, mientras, según advierten numerosos analistas, su actuar se ve atornillado a una agenda que responde a los intereses de la extrema izquierda, lo cual impacta de forma negativa su imagen.
Mientras el Presidente se prepara para una gira por el Medio Oriente, crece el debate sobre su aparente deseo de buscar la reelección en el 2024.
El asunto pone a los demócratas en una posición difícil, pues, hasta el momento no hay una alternativa clara a Biden, que cumple 80 años el 20 de noviembre.
«Es apto para ser presidente ahora mismo. Pero es muy viejo para las próximas elecciones», concluye la revista liberal The Atlantic en un reciente artículo, mientras critica duramente las alegaciones de la derecha de que Biden padece demencia.
En sus propias filas, el desencanto con Biden es profundo: una encuesta del diario The New York Times publicada el lunes muestra que el 64% de los votantes demócratas preferiría otro candidato en 2024.
Su edad fue citada como la principal razón para quienes quieren un cambio. Pero la edad es el mejor pretexto para los medios de izquierda que se empeñan en salvar la imagen de un mandatario que se observa en ocasiones decaído y lento en sus movimientos; con cierta disartria, a veces con lenguaje mal articulado y que en presentaciones públicas ha mostrado falta de coherencia en sus ideas.
Semanas atrás, uno de los fotorreporteros presentes en un evento presidencial grabó la imagen de una ficha de guía que mostró Biden sin darse cuenta mientras hablaba a la prensa. La guía resulta algo muy normal y cotidiano para oradores y cualquier presidente de un país en su trabajo de puntualizar asuntos o resaltar puntos clave que no debe olvidar. En este caso la tarjeta de Biden sólo daba instrucciones básicas de una persona con serias limitaciones mentales: salude, debe sentarse, lea, el teleprónter se encuentra a su izquierda… y así una secuencia de órdenes básicas para comportarse frente a sus interlocutores.
Pero el tema no surge ahora, sino durante la campaña presidencial de Joe Biden y múltiples videos que salieron en redes sociales, mientras hablaba a periodistas o seguidores. En más de una ocasión Biden se quedó dormido frente a su entrevistador, de ahí el apodo sarcástico de «Sleepy Joe», mencionado jocosamente por el expresidente Donald Trump en varios de sus mítines de campaña.
El líder de la Casa Blanca tendría 82 años al inicio de un segundo mandato y 86 a su término. Su «edad se ha convertido en un tema incómodo para él y su partido», escribió el sábado el diario The New York Times, describiendo una Casa Blanca que se ha vuelto protectora, incluso ansiosa e impotente.
Biden se enfrenta como todo presidente a una alta cuota de responsabilidades como la galopante inflación en el país y otras crisis empeoradas por desacertadas políticas de su gobierno: la economía en una situación crítica, el caos en la frontera sur, los altos precios del combustible por la guerra emprendida contra la industria estadounidense del petróleo y la independencia energética del país lograda por Trump; la fallida estrategia sobre el cambio climático y la tenencia de armas, la desestabilización del Medio Oriente con el incremento de los ataques terroristas en la zona y la formación de nuevos grupos extremistas, las constantes amenazas de Norcorea y sus reiterados lanzamientos de misiles de prueba; el auge de las acciones hostiles de Irán y China contra EEUU, entre otras.
Como cortina de humo y para desviar la atención de los graves problemas económicos y políticos que atraviesa el ala demócrata, el aborto y la controversial comisión sobre los sucesos del Capitolio el 6 de enero junto a la guerra en Ucrania son temas centrales en la gestión de la Casa Blanca. No obstante, ni los propios demócratas están convencidos de que lo anterior funcionará antes de los comicios de noviembre.
El desgaste de Biden
La apariencia física del jefe de la Casa Blanca delata el desgaste que implica el cargo. La Casa Blanca ha tenido que retractarse en varias ocasiones de comentarios inoportunos del presidente sobre asuntos diplomáticos delicados.
Biden es el presidente que menos conferencias de prensa ha ofrecido en su año y medio de mandato. Los asesores prefieren escribirle artículos de opinión en periódicos, un contenido que puede ser cuidadosamente controlado y editado.
Los fines de semana suele desaparecer en una de sus dos casas de Delaware durante dos o tres días. Los corresponsales de la Casa Blanca sólo lo ven una vez, a distancia, cuando va a misa.
Y cuando los líderes del G7 posaron para las cámaras en una cumbre en junio, fue imposible ignorar la diferencia de edad entre Biden y el primer ministro canadiense de 50 años, Justin Trudeau, o el presidente francés de 44, Emmanuel Macron.
La conexión con los jóvenes
El presidente está lejos de ser la excepción en la política estadounidense, donde muchos actores clave tienen más de 70 años, incluido su predecesor Donald Trump, de 76, pero con una vitalidad notable por su vida activa.
Más allá de su salud, también está la interrogante de cómo un presidente nacido durante la Segunda Guerra Mundial puede mantenerse en contacto con los estadounidenses más jóvenes. De ahí, las estadísticas de las encuestas donde como promedio más del 70% desaprueba la gestión de Biden.
Según un sondeo de Morning Consult realizada entre abril y mayo, sólo el 43% de los demócratas de entre 18 y 34 años cree que Biden cumple sus promesas.
¿Quién podría sustituirlo? Los comentaristas son escépticos sobre las posibilidades de la vicepresidenta Kamala Harris, de 57 años, que sería una candidata natural si Biden se retira. Harris no ha demostrado más eficiencia que su jefe superior, incluso se desaparece por temporadas y ni la prensa liberal sabe dónde se encuentra.
Hasta el momento, ninguna de las labores asignadas por el propio Biden a Kamala Harris ha podido contar con un aplauso de éxito.
El camino hacia noviembre luce bastante escabroso para Biden y los nuevos demócratas alineados a políticas de extrema izquierda, impulsadas por Bernie Sanders y un grupo no tan reducido ya de liberales que lo siguen en el Congreso.
Las filas demócratas no cuentan hasta el momento con un líder o candidatos de poder con vistas al 2024. Y el trayecto hacia las legislativas de noviembre está plagado de graves errores que podrían entregar una contundente derrota al bando azul en sus intentos de mantener el reducido margen de ventaja en el control del Congreso. Y aumentar ese margen, es algo casi impensable hasta ahora con una economía en picada, una inflación récord de 8,6% y casi todos los indicadores en rojo.

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