Lo que se ha vivido en las últimas horas en Brasil no es una novedad para el continente. Así como la invasión este domingo a las sedes de los poderes en Brasilia se compara con el asalto al Capitolio en Washington en enero de 2021, la reacción de Luiz Inácio Lula da Silva y el provecho que saca de este episodio tiene parangón con la Venezuela de abril de 2002, cuando Hugo Chávez se atornilló en el poder tras superar un supuesto intento de golpe de Estado que le permitió iniciar una purga en las instituciones y arreciar la persecución a los opositores con su discurso contra los “golpistas”.
En aquel entonces circularon diversas hipótesis, incluso que la salida temporal de Chávez del poder había sido planificada para retornar al tercer día –dándole tinte religioso a su figura de mesías– consiguiendo además victimizarse, aplacar las protestas en su contra que venían en aumento y neutralizar a sus adversarios con aparente legitimidad.
Intervención y persecución judicial
Casualidad o no, el gobierno de Lula, con ayuda de la prensa, se ha posicionado como víctima de un presunto golpe de Estado para iniciar una cacería de brujas contra los “golpistas”, responsabilizando sin pruebas al expresidente Jair Bolsonaro –que se encuentra en EE. UU. desde el 30 de diciembre– y quitándose del medio a mandatarios regionales, como el gobernador del Distrito Federal de Brasilia, Ibaneis Rocha, suspendido inmediatamente de su cargo por el magistrado Alexandre de Moraes.
Y es que una de las primeras acciones emprendidas por Lula fue decretar la intervención del Distrito Federal. A esto le siguió el arresto de unos 1200 manifestantes que van a ser procesados por los presuntos delitos de terrorismo y tentativa de golpe de Estado. Pero además, se ordenó el desmantelamiento de todos los campamentos de manifestantes que salieron a las calles luego de la elección presidencial reclamando un presunto fraude. El camino para Lula comenzar a gobernar ya está despejado.
Lo que Lula sabía y dejó que pasara
¿Sabía Lula da Silva que esto ocurriría y permitió que pasara? En el artículo titulado “Por qué Brasilia fue una zona liberada para los bolsonaristas y cuánto sabía Lula”, el corresponsal de Infobae en Brasil, Gustavo Sierra, cuenta que hay una versión que circula con fuerza en la capital brasileña que indica que Lula sabía que los seguidores del expresidente Jair Bolsonaro que se mantenían en las calles pidiendo la intervención militar “lo intentarían con sus propias manos” pero dejar que esto ocurriera era menos costoso políticamente para el gobierno que reprimir sin razón a los manifestantes.
“De esa manera, Lula viajó a una ignota localidad en las afueras de Sao Paulo y los más altos jefes militares dejaron que se consumara el asalto. Ahora, dicen, ‘puede descabezar a los golpistas sin mayores problemas’ y deshacerse de miles de manifestantes que permanecían en las calles y constituían una bomba de tiempo”.
Esta tesis se sustenta incluso con el hecho de que los manifestantes que ingresaron a la Plaza de los Tres Poderes y subieron la rampa del Congreso lo hicieron sin encontrar resistencia, los pocos policías que se encontraban en el lugar no actuaron al inicio y no se puso en práctica el protocolo previsto para estos casos.
“¿Negligencia, dejar hacer o hacerlo a propósito? Las fuentes de Brasilia consultadas por Infobae creen que los máximos jefes policiales y militares sabían lo que estaba sucediendo y dejaron que explotara la situación en manos de sus subordinados que no tenían esa información”.