Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el presidente socialista de México, está “deconstruyendo” las tradicionales fiestas de celebración de la Independencia (que data del año 1810), que habían sido siempre alegría de los mexicanos, unidad más allá de las diferencias socioeconómicas, ideológicas y partidistas, para pasar a ser ahora una mini-cumbre del tipo del Foro de Sao Paulo, o del Grupo de Puebla.
Su lista de “invitados” especiales, mueve a la reflexión y a la preocupación de no pocos mexicanos, al advertirse que todos sin excepciones fueron estrictamente seleccionados con un criterio puramente ideológico, pensando en traer a México a notorios izquierdistas de otros países, que nada tienen que ver, ni sus ideas, ni ellos mismos, con las celebraciones tan hermosas que nos damos los mexicanos.
Por ejemplo, AMLO invitó a Evo Morales, quien ha posteado en sus redes que está muy agradecido con México, porque fue ayudado cuando un avión de la Fuerza Aérea mexicana lo rescató de un destino posiblemente trágico en Bolivia, donde intentó reelegirse, mañosamente, una vez más, en 2019.
Este expresidente boliviano, cocalero, socialista, anticristiano, es además un ejemplo de supremacismo indigenista, que piensa que se merece todo sólo porque es indígena, y vive instalado en una narrativa muy propia del marxismo posmoderno, la del resentimiento social, que busca poder político y económico como “compensación” al supuesto “sufrimiento histórico” de los indígenas.
El supremacismo indigenista es encontrar que ser indígena es un buen negocio.
Pero, ¿y los mexicanos queremos a Evo Morales? ¿En qué nos habría de importar que venga a nuestro país? No nos interesa, no lo queremos aquí, y nada tiene que ver con nuestra Independencia.
Aleida Guevara es hija del asesino comunista argentino conocido como “Che” Guevara. También fue invitada por AMLO. ¿Qué tiene que ver ese sangriento y déspota personaje con nuestras fiestas, llenas de color, familias, música, comida y alegría septembrina? Nada absolutamente.
Guevara quería un mundo comunista, y para alcanzarlo proponía generar no un Vietnam, sino cientos de guerras de este tipo, para hacer caer al “imperialismo yanqui” que tanto alucinaba y al que atribuía todos los males, incluyendo la miseria en la que el dictador millonario Fidel Castro tenía al pueblo cubano.
No necesitamos hijos de dictadores que vengan a México a refrendar ideologías profundamente dañinas, venenos para nuestros jóvenes más incautos.
José Alberto Mújica, el expresidente uruguayo que siempre se las ha dado de muy austero, de muy “bueno”, es otro invitado. Un guerrillero socialista, un asalta bancos. Ningún buen ejemplo para los mexicanos.
La abogada Stella Moris, que se casó en la cárcel con Julian Assange, el fundador de Wikileaks, vendría también a nuestras fiestas. La acompañarían el padre y un hermano de Julian.
Los familiares de Martin Luther King -su esposa y un hijo- viajarían también para estar en las celebraciones.
Los familiares del sindicalista norteamericano de origen mexicano, César Chávez -líder de quien Joe Biden tiene un busto en su oficina de la Casa Blanca-, están pendientes de confirmar su presencia.
Noam Chomsky, el anarquista norteamericano, invitado, no habría confirmado su asistencia, como tampoco la familia de Nelson Mandela, e incluso el Dalai Lama o el primer ministro de la India, Narendra Modi.
El teólogo pro LGBT, James Martin, también fue convocado por AMLO, pero mejor declinó la invitación.
El año pasado, en 2021, AMLO invitó a Miguel Díaz Canel, el tirano de Cuba, a presidir los festejos de la Independencia, lo cual trastornó el carácter mexicano, patriótico, que siempre habían tenido, al imprimirles un nuevo rostro, ahora internacional y socialista.
Además, en su plan de deconstruir el patriotismo auténtico y reemplazarlo por un globalismo socialista, AMLO modificó las tradicionales “vivas”, a los héroes de la Independencia, añadiendo loas al supremacismo indigenista -dejando fuera la herencia hispánica- y a la masonería, aludida de forma indirecta.
Veamos lo que dijo:
“Mexicanas, mexicanos, viva la Independencia, viva Miguel Hidalgo y Costilla, viva José María Morelos y Pavón, viva Josefa Ortiz de Domínguez, viva Ignacio Allende. Viva Leona Vicario, viva Vicente Guerrero, vivan los héroes anónimos. Viva la libertad, viva la justicia, viva la igualdad, viva la democracia, viva la honestidad. Viva nuestra soberanía, viva la fraternidad universal, viva el amor al prójimo. Vivan las culturas del México prehispánico. Viva México, viva México, viva México”.
La noche de este 15 de septiembre veremos qué nuevos añadidos y modificaciones hace AMLO a las tradiciones mexicanas, impulsando conceptos socialistas, de izquierda, masónicos e indigenistas. No se augura nada bueno, mientras el marxismo posmoderno va teñiendo de rojo a México.