Carlos Martínez,
Los mercados negros siempre han sido considerados como redes donde compradores y vendedores transan bienes y servicios notorios por ser moralmente incorrectos. Cosas como las drogas duras, la prostitución ilegal o las armas que no están registradas son algunos de los muchos elementos que la gente cita cuando alguien introduce la conversación de los mercados negros en la mesa. Sin embargo, pocos han hablado en profundidad de cómo los mercados negros pueden funcionar y mejorar el bienestar general de una nación. Para ello, no hay mejor punto de partida que Cuba.
Cuba es conocida por su apología del comunismo y la práctica de diferentes políticas asociadas al mismo. La cuestión de si Cuba es una nación comunista debe dejarse a la discreción del lector. Lo que sí se puede afirmar es que el país cuenta con un gobierno con capacidad universal para dictar precios. En 2019, Cuba impuso una política de control total de los precios de los productos que empresarios y vendedores vendían en el mercado. Y aunque el régimen cubano ha sido más cortés últimamente en la apertura de sectores específicos de la economía (aquellos que no afectan el poder de los políticos), la realidad es que nada ha cambiado drásticamente.
Como muchos pueden deducir, en una economía en la que se establecen controles de precios, la escasez surgiría como respuesta a la ineficiente política aprobada por el gobernante. Como dijo Henry Hazlitt
«La fijación de precios y salarios es siempre perjudicial. No hay forma correcta de hacerlo. No hay forma correcta de hacer algo incorrecto. No hay manera justa de hacer algo que no debería hacerse en absoluto. Ni siquiera podemos definir un precio justo o un beneficio justo o un salario justo al margen del mercado, al margen del estado de la oferta y la demanda».
Tal es el caso que recientemente Cuba tuvo protestas por la escasez de alimentos y medicinas; esto desde un país cuya principal propaganda ha sido, a lo largo de los años, la defensa del proletario frente al capitalista y la preocupación por el bienestar social de su pueblo. Sin embargo, los políticos que gobiernan la isla -principalmente la familia Castro- no tienen los conocimientos económicos básicos para saber que si se pone un techo de precios a un producto, se puede crear escasez. Pero lo que es aún más dañino es que al establecer precios fijos, la otrora economía funcional que podía asignar los recursos eficientemente deja de hacerlo y, en su lugar, aparecen las malas inversiones.
A los cubanos incluso les gusta llamar a esto «bloqueo interno» como respuesta satírica a los que dicen que la causa principal de la destrucción económica en Cuba se debe al embargo. Aunque el embargo puede causar algunas dificultades a las operaciones de diferentes microempresas en la isla, no es la razón principal por la que los cubanos sufren una pobreza masiva. Si esta afirmación no resulta suficientemente convincente, el hecho de que Cuba terminara el año pasado en el puesto 175 del índice de libertad económica podría aclararlo.
Como las condiciones en la isla han empeorado tras el «triunfo» de la revolución cubana, los cubanos han ideado una solución a la escasez de suministros y servicios: los mercados negros. Estos mercados suministran principalmente bienes de capital y de consumo que, o bien han sido vendidos en los mercados por burócratas corruptos -de ahí la intención de los burócratas de crear escasez a propósito-, o bien han sido importados a la isla a través de vuelos comerciales. (Estas importaciones no deben considerarse contrabando según la ley, ya que son el equipaje de los clientes que llegan al aeropuerto. Sin embargo, su objetivo es ser vendidas en mercados no regulados).
Algunos se preguntarán cómo de accesibles son estos mercados para los consumidores o cómo de perceptibles son para las autoridades. Pues bien, lo cierto es que en la isla hay guías que enseñan a extranjeros y turistas cómo acceder a los mercados negros. Las operaciones de cambio en negro se han normalizado tanto en Cuba que la única forma que tenía el gobierno de contraatacar a estos comerciantes era empezar a dar licencias. Aunque el gobierno ha formalizado algunos sectores de las operaciones de venta, la mayor parte del mercado negro en Cuba no ha cambiado.
Los mercados negros han crecido en los últimos cuatro años gracias al acceso a Internet en dispositivos móviles. La introducción de Internet en la isla se ha prolongado debido a las regulaciones y políticas para vigilar y controlar estrictamente lo que los cubanos suben a sus redes sociales. Sin embargo, los esfuerzos para hacerlo son limitados porque la mayoría de los cubanos utilizan aplicaciones basadas en el cifrado de texto como Telegram, Signal o WhatsApp para comunicar sus ofertas.
Antes del uso de estas apps, los intercambios se hacían a nivel local, dependiendo del conocimiento de la existencia de compradores y vendedores. Sin embargo, los mercados han evolucionado considerablemente, y ahora algunas personas se desplazan a otras provincias para comprar los productos. En circunstancias normales, los compradores podrían enviar esos productos y tenerlos ante su puerta al día siguiente. Sin embargo, esto es imposible, teniendo en cuenta que el servicio de correos de Cuba es muy corrupto. A menudo, si alguien envía un artículo, se lo roban.
A la hora de traer artículos para vender en la isla, los cubanos no se limitan. La necesidad es tan generalizada que hasta el ibuprofeno escasea. Tras el golpe de Covid-19, la necesidad de medicamentos aumentó hasta el punto de que los cubanos que vivían fuera de la isla enviaban medicamentos y los vendían ilegalmente. El bitcoin también se utiliza en las transacciones debido al nivel de inflación que está sufriendo el peso. Steve Hanke dijo que la inflación cubana se registró el pasado julio en un 85% anual.
Aún así, algunos libertarios como Martha Bueno han expresado su preocupación por las plataformas específicas que los cubanos utilizan para estas transacciones. Estas plataformas pueden cambiar el Bitcoin de los cubanos en una moneda digital del banco central (CBDC) llamada MLC («Moneda Libremente Convertible«). Esta moneda no está respaldada por nada y fue creada por el gobierno cubano para recoger las divisas y remesas que los familiares fuera de la isla enviaban a sus parientes. Por este motivo, Bueno sugirió utilizar monedas como Monero, en las que las direcciones no pueden descifrarse; de ese modo, nadie puede determinar cuándo se realizó la transacción ni dónde ocurrió.
Una vez más, no se trata de sugerir que Cuba esté en transición hacia un sistema de libre mercado, sino de demostrar cómo los mercados negros han surgido como respuesta a regulaciones perjudiciales y mostrar cómo su desarrollo ha impactado en la vida de los cubanos.
El surgimiento de estos mercados negros demuestra que la intervención gubernamental no es una solución, y que en realidad va en contra de los deseos y necesidades de nosotros, los consumidores.
Para bien o para mal, incluso los Estados totalitarios necesitan mercados para coordinar la producción y organizar los recursos.