jueves, diciembre 26, 2024
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Los noruegos vuelven a Caracas con la inútil gestión del diálogo

Noruega no se rinde e insiste en facilitar un proceso de diálogo en Venezuela entre el régimen de Nicolás Maduro y el opositor Juan Guaidó. Una estrategia que ha demostrado ser infructuosa y solo ofrece bocanadas de oxígeno a los personeros del chavismo. Sin embargo, el país nórdico se resiste a perder. Debido a ello, una nueva delegación aterrizó en Caracas para intentar retomar los contactos.
La estrategia en esta oportunidad es “pendular” —moviéndose de un lado a otro en medio de tensión— revela la Voz de América citando fuentes cercanas de la oposición. De esta manera Noruega regresa por segunda vez en el último mes al país, para explorar la situación de los bandos políticos después del fraude parlamentario de diciembre que condujo al chavismo a la Asamblea Nacional.

Esa es parte de su política impulsada por una economía muy abierta, muy dependiente del comercio y de la paz mundial que obliga a Noruega a fungir como pacificador.
La unidad encargada de las mediaciones internacionales dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega es la unidad de Paz y Reconciliación, dirigida por el diplomático Dag Halvor Nylander. Estos funcionarios son conocidos por su discreción para crear la confianza necesaria cuando las conversaciones están solo en fase de exploración, es decir, son muy reacios a hablar, porque gran parte de la estrategia noruega es enfatizar que facilitadora del contacto, y no parte», asegura Mundo Benedicte Bull, profesora de Ciencia Política en el Centro para el Desarrollo y el Medioambiente de la Universidad de Oslo en entrevista con BBC Mundo. 

Sin buenas condiciones

El arribo de Noruega a Venezuela se registra en un periodo donde las condiciones desfavorecen a su cometido considerando que la oposición carece de consenso para designar a los representantes que asistirían a un eventual proceso de negociación a raíz de su fragmentación interna por la creación de una Comisión Delegada para aglutinar a las fuerzas políticas de la Asamblea Nacional legítima de 2015.
La misma disyuntiva vive el ala socialista donde convergen distintas corrientes, entre ellas, los radicales, los negociadores y los que están más abiertos a una transición pero temen divulgarlo por temor a exclusiones de las filas revolucionarias.

Hay intereses de lado y lado. Y prejuicios también ante el fracaso que enfrentaron en 2019 para llegar a un acuerdo sobre comicios presidenciales. Esa huella está ahí y en una mesa puede volver a arder.

Interlocutores sin peso

Al margen del tema de los interlocutores emerge el dilema de la legitimidad de estos. El régimen de Nicolás Maduro es desconocido por 50 países y Guaidó suma estos respaldos a favor.
Sin embargo, en esa diferencia, un pacto o una conversación bañaría de reconocimiento a las partes.
La Comisión de Diálogo, Paz y Reconciliación de la ilegítima Asamblea Nacional creada a la medida del chavismo, desconocida por la oposición y gran parte de la comunidad internacional, abona ese terreno con alocuciones provocadoras.
“Nos vamos a reunir con todas y con todos. Si alguien prefiere que la reunión sea secreta, la reunión será secreta. Si vamos y tocamos una puerta y no la abren, volvemos a tocar esa puerta”, vocifera Jorge Rodríguez, presidente del parlamento madurista.
La postura de Guaidó al respecto es cambiante. El líder de Voluntad Popular destaca que ahora está “hablando con todos los que puedan ayudar a solucionar la crisis, a lograr que se haga justicia en Venezuela». En diciembre la versión era otra. Hace dos meses sostenía que la dictadura bloqueó esa oportunidad” de diálogo y acuerdos.

Mediador infructuoso

También se une al contexto el desprestigio de Noruega en este rol de mediador después de involucrarse como acompañante o mediador de al menos 10 procesos de paz con apoyo técnico y financiero según un listado que presenta en la página web de su gobierno, que señala que pueden haber muchos más, «ya que las conversaciones de paz a menudo son confidenciales».
Pero su obra en los Acuerdos de Oslo de 1993 entre Israel y la Organización por la Liberación de Palestina aunque en su momento se consideró un éxito, la perspectiva actual evidencia que ha sido incapaz de solucionar el conflicto entre israelíes y palestinos. Esto les valió la crítica feroz de todas las partes.

Más positivo se considera su papel mediador a la hora de poner fin a las guerras civiles de Malí y Guatemala, donde colaboró dentro del Grupo de países amigos por Guatemala.
Estados Unidos hasta el momento mantiene su enfoque “no en un individuo sino en un proceso electoral” porque “Maduro y Guaidó están mal en las encuestas y los venezolanos están hartos” afirmó Juan González, asesor de Biden para Asuntos del Hemisferio Occidental.
Fuente: PanamPost

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