lunes, diciembre 23, 2024
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Los vasallos de Putin juegan a la guerra

La guerra no es juego. No obstante, mientras usted, señora, usted, señor, lee la presente crónica, se escenifican en Venezuela los “Juegos Internacionales del Ejército”, su nombre oficial en español. O “Los Vasallos de Putin juegan a la Guerra”, para hacernos entender mejor, en todos los idiomas.
Es la primera vez que Rusia delega la subsede de las citadas competencias en la sedicente República Bolivariana. Máximo reconocimiento al vasallo más vasallo por colocársele en decúbito ventral, por no decir en las cuatro patas más abyectas, al genocida de Moscú.

La parte del león, en las ventas de armamento fabricado en Rusia no se la lleva el pueblo de ese país. Eso hay que aclararlo. Se la llevan los oligarcas de referido, genocida, “mity-mity”, para tener dinero suficiente para sus yates, palacetes, sus jets ejecutivos, para pasarlo muy gordo en los centros vacacionales más lujosos del Primer Mundo. En lo que se refiere a los gastos de los referidos juegos quien los cubre, en definitiva, es el hambre de los depauperados.

Los desgobernantes gamberros son como son. Sin ninguna voluntad de atender los apremios básicos de la gente. De allí que más que defender independencias y soberanías, la chatarra militar distribuida y cobrada en dinero, contante y sonante, por el Kremlin, para lo único que les ha servido y les seguirá sirviendo al genocida y sus alabarderos es para reprimir parroquianos desarmados. Y para enriquecerse de manera impúdica, incluidos ¡faltaría más! los generalotes más madrinos. Los más madrinos de Abjasia, madrinos de Zimbabue, de Malí, de Myanmar, madrinos en Sudán, madrinos de Tayikistán. Madrinos, en general, de las 37 naciones que disputan los pretendidos “campeonatos”.

Siempre hay que partir de la premisa que el narcogobierno de la referida subsede va a encabezar todos los baremos de lo nefasto que ocurre alrededor del mundo. Si se publica un ranking universal de corrupción y del crimen internacional estructurado; de los sanguinarios; de los causantes de las tasas inflacionarias y de criminalidad más deletéreas; de quienes han provocado mayor número de desplazados forzosos, balseros, refugiados; de los patrocinantes de la pornografía, la prostitución, del tráfico de órganos; de los contagios de COVID-19, de la viruela porcina, tiña y hasta de la picapica, usted puede dar por sentado quién se se llevará la bandera. Pero cuando ya los imaginábamos en el pódium absoluto de estas competencias de la matanza y la destrucción, he aquí que el único galardón que se ha llevado la supuesta representación de la republiqueta en referencia ha sido el de hazmerreír del evento. Obligada la evocación de aquel sargento García del seriado televisivo, que en lugar de capturar a su archirrival ¡“El Zorro”, “El Zorro”, atrapemos a “El Zorro”! provocaba la carcajada general, por los barrigazos que se daba con sus propios soldados.

Una imagen dice más que mil palabras. Desde el lunes pasado, inicio de las competiciones, comenzaron a circular los videos. Seis cañonazos seguidos, seis, léase bien, sin acertar ninguno disparados por los tanques de guerra, supuesta artillería gruesa de nuestra delegación, por lo que los árbitros del evento les impusieron la penalidad reglamentaria: darle dos vueltas al circuito. La penitencia resultó peor que el pecado. Los conductores de los blindados, a lo Pastor Maldonado, malhadado piloto roboLucionario de Fómula Uno se llevaron por delante varias bardas y estuvieron a punto de atropellar a los pocos asistentes.

Peor, cuando salieron a competir los “snipers”. Una cosa es acertar contra una multitud, inerme, de manifestantes pacíficos en la esquina de Llaguno, Caracas, y otra, un francotirador ante un blanco móvil, escurridizo y, quizás, también armado.

El cronista tiene la certeza que en los días que restan del certamen, la delegación de la referida subsede, se sacudirá semejante sambenito. No obtendrán el ansiado dorado que se adjudica en esa clase de eventos, pero en ese mismo lapso de tiempo, la alta oficialidad saqueará todo el oro del “Arco Minero”. Incapaces de obtener lauro alguno, en el combate “rodilla en tierra”, impondrán, verdaderos registros de velocidad en sus retiradas y recules como la tarde del supuesto, dron magnicida de la avenida Bolívar.

Se puede no ser muy fértil en lo que concierne a gritos de guerra. Pero memorable en silencios en las escaramuzas.

“¿Por qué no te callas? o ¡Sea varón!” Y el llamado “Comandante Eterno” ¡shhhh! cerró el pico y se metió su lengua y su coprolalia por el… bolsillo.

Con improntas así, imposible sus émulos pierdan otra guerra. Ni en juego, ni en serio.

Fuente: Diario las Américas.

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