Tras destruir el sector petrolero de Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro, sin mostrar pruebas de sus acusaciones, atribuyó un accidente en una refinería a un supuesto «ataque terrorista».
Este martes, la refinería de Amuay, una de las más importantes del país, sufrió la caída de una de sus torres debido al abandono de las instalaciones petroleras por parte del chavismo.
Maduro sostiene que fue un «ataque» con un «arma poderosa»: “Quisieron provocar una explosión total de la refinería de Amuay”, sostuvo, sin ofrecer detalles del incidente ni pruebas que confirmen sus acusaciones. Sin embargo, su credibilidad se desmorona -al igual que la refinería- luego de conocerse cómo el sector petrolero se ha convertido en chatarra al haber estado en sus manos.
La empresa bajo el socialismo
José Toro Hardy fue miembro del directorio de PDVSA (Petróleos de Venezuela, S.A) hasta 1999 y, junto a un equipo de especialistas, logró posicionar a la empresa como la segunda mejor del mundo. El economista denunció que la unidad que sufrió el accidente ha debido ser apagada por fallas de agua y electricidad luego de haber estado en modo de recirculación.
Amuay tendría una capacidad de generación de más de 650 000 barriles de crudo diarios. Pero el abandono del régimen ha generado que la refinería no trabaje ni al 20% de su capacidad.
En febrero, el usurpador Nicolás Maduro decretó «emergencia petrolera» en Venezuela y asignó a Tareck El Aissami la «defensa y reestructuración» de la estatal PDVSA, otorgándole al político aún más poder para controlar la economía del país.
El «ataque» viene de Estados Unidos
Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, podría dejar de producir barriles de crudo y sus derivados. Así lo afirma un informe de la empresa IHS Markit,que reveló que la producción podría llegar a cero si continúa la destrucción de la estatal PDVSA y las refinerías del país.
En octubre de 2019, el régimen de Nicolás Maduro anunció que esperaba aumentar la producción petrolera a 1,6 millones de barriles diarios; otra promesa incumplida. Sucedió todo lo contrario: la producción actual cayó a niveles del año 1934 y se encuentra actualmente entre 200 000 y 400 000 barriles por día.
“Nunca antes un gran país productor de petróleo había visto caer tan bajo la producción durante tanto tiempo”, dijo Jim Burkhard, vicepresidente y jefe de mercados petroleros de IHS Markit, en un comunicado de la compañía enviado a Rigzone.
Pese a que Venezuela es miembro fundador de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) por haber sido uno de los principales productores, hoy es el tercer productor más pequeño de los 13 miembros de la OPEP, justo por delante de Guinea Ecuatorial y Libia.
Lógicamente, con la reducción de la producción petrolera, las exportaciones también disminuyeron; no solo por la decadente condición de las refinerías venezolanas sino también por las sanciones de Estados Unidos con las que el Gobierno de Trump busca presionar la salida de Nicolás Maduro.
La tiranía atribuye la caída de la producción a dichas sanciones. Pero en realidad, el declive se registra desde 2016, antes de que Washington impusiera medidas, y tras años de desinversión y mala gestión.
De todos modos, un reportaje de la agencia Reuters reveló que el régimen reanudó esta semana la producción de gasolina en la refinería Cardón, la única que estaría funcionando en el país.
Hecho en Socialismo: todo es chatarra
PDVSA supo ser la segunda empresa petrolera más grande del mundo. Hoy es un depósito de chatarras donde, con el paso de los años y la desidia por parte del régimen de Nicolás Maduro, se van perdiendo bienes que llevó años construir.
Tal es el caso de la embarcación Nabarima, una estación petrolera flotante que quedó varada en alta mar y está a punto de hundirse. El asunto es tan grave que ahora, tras años de abandono, el régimen decidió rescatar el crudo a través de una peligrosa transferencia.
“Condiciones paupérrimas y profundo deterioro, cubierta inferior y equipo 3 metros bajo agua”, escribió en su cuenta de Twitter el director Ejecutivo de la FUTPV (Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela), Eudis Girot.
El hundimiento del buque — que se mantiene anclado con miles de barriles de petróleo debido a la incapacidad de Maduro de poder comercializar el crudo— es la evidencia más reciente que atestigua la destrucción de PDVSA.
El pasado 20 de agosto también se hicieron públicas imágenes de una estación flotante de PDVSA que, del mismo modo, se hundió gracias al abandono del régimen de Nicolás Maduro. La estación, marcada con la sigla EF GP 17, desapareció en las aguas del Lago de Maracaibo, en el estado Zulia.
La estatal petrolera habría adquirido esa estación a una empresa llamada Astilleros de Venezuela, dedicada a la reparación y fabricación de embarcaciones flotantes. De acuerdo con el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Juan Pablo Guanipa, a la infraestructura no se le hacía mantenimiento desde hace 14 años.
En 2010, la plataforma de gas Aban Pearl, situada en el Caribe venezolano, se hundió en el mar:
«Con pesar les informo que se hundió la plataforma gasífera Aban Pearl hace pocos momentos. La buena noticia es que los 95 trabajadores están a salvo», dijo el expresidente socialista Hugo Chávez, quien nunca dio explicaciones de lo qué sucedió. Una situación que evidentemente se repite con los años.
Pero como si el hundimiento de chatarra petrolera no fuera suficiente, el régimen de Maduro también es responsable del más reciente derrame petrolero causado en una de las playas más visitadas de Venezuela.
El pasado 23 de julio, la tiranía anunció que había reactivado las operaciones de la Refinería El Palito, ubicada en la región centro-norte del país; sin embargo, dos semanas después ocurrió un grave derrame petrolero sin que las autoridades petroleras emitieran información alguna o inviertieran esfuerzos para solucionarlo.
Fuente: PanamPost